Los últimos días del año pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo comenzó a clarificar lo que realmente parece un plan B para el sistema ferroviario nacional de pasajeros que pretende revivir en los primeros tres años de su sexenio…
Dijo lo siguiente: “El plan de infraestructura para México comenzará con trenes del sureste, terminarlos y, en particular, el Tren Maya convertirlo también en un tren de carga. El Tren Maya está prácticamente terminado; hay algunas cuestiones pendientes, sobre todo, la llegada de más trenes, que así fue programado. Eso, por un lado…
“El tren de carga, el Interoceánico, que falta terminar la Línea K, que va a Guatemala, y la Línea que va a Dos Bocas, a la refinería, particularmente, aunque no sólo le va a servir a la refinería…
“Están los trenes al norte, el Tren México-Nuevo Laredo y el México-Nogales, que el próximo año inician su construcción, inicia en abril del próximo año. Vamos a iniciar con México-Querétaro —me falta el México-Pachuca, que también va a iniciar— y a Irapuato, y también se va a licitar el Saltillo-Monterrey, como parte de la primera etapa de los dos trenes”…
Como se ve, aunque doña Claudia dejó en el aire la gran incógnita que se está sembrando sobre el destino del Tren Maya por lo caro que resulta para la mayoría de los habitantes de aquella región del país y por la cada vez más mermada afluencia turística internacional, el cacareado sistema ferroviario de pasajeros del segundo piso transformador, irremediablemente tendrá que ser solo para el transporte de carga, porque México ya no puede sostener un servicio subsidiado para el pueblo, como ocurre en casi todo el mundo…
De esto hay mucho que contar…