Estigmatizada socialmente, inmortalizada en piezas de ópera, obras literarias y causa de muerte de personajes como el compositor polaco Fréderic Chopin, el dramaturgo ruso Anton Chejov y el rey de España Alfonso XIII, la tuberculosis es una enfermedad que sigue afectando a la humanidad en el siglo XXI.

“Aunque ha acompañado al ser humano y a varias especies animales desde hace siglos, aún no existe una vacuna contra la que afecta a los pulmones, que es la más común en el mundo”, explica el profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, Mauricio Rodríguez Álvarez.

En contraste, en la década de 1930 se creó la BCG (bacilo de Calmette-Guérin) que se aplica en varios países, sobre todo a partir de 1950 a recién nacidos y niños pequeños para prevenir la tuberculosis en las meninges (tres capas de membranas que protegen el cerebro y la médula espinal) y otros sitios fuera de los pulmones como huesos, piel, ojos, riñones e hígado, detalla el también especialista del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes.

A propósito del Día Mundial de la Tuberculosis, que se celebra hoy 24 de marzo, precisa en entrevista que se trata de una enfermedad causada por bacterias del género Mycobacterium, del que hay varias especies, caracterizadas por ser resistentes a los medicamentos y a una parte de la respuesta inmune en la que provocan daños y causan infecciones crónicas de larga duración las cuales, aunque parece que se controlan o se eliminan, se quedan en el cuerpo y se pueden reactivar con el paso del tiempo.

La presentación clínica más frecuente es la tuberculosis pulmonar, porque la principal vía de transmisión es a través de la adquisición de gotitas de saliva con la bacteria, que se instalan en estos órganos, donde empieza el proceso de la respuesta inmune y de la inmunopatología, señala.

Este padecimiento también puede infectar a las glándulas suprarrenales y cualquier tejido, porque la bacteria viaja dentro de las células de las defensas.

Además del ser humano, daña a vacas y roedores, y puede pasar a humanos en forma de zoonosis; también existe la transmisión de persona a persona.

Fuera de control

En la tuberculosis hay gran variedad de síntomas que dependen del órgano alterado, pero siempre hay una respuesta inmune intensa, a veces fuera de control.

Entre los síntomas más comunes destacan la presencia de fiebre (mayor a 38 grados y con mayor ocurrencia en las noches, durante semanas), inflamación, crecimiento de los ganglios y dolor.

En la pulmonar hay tos persistente (con flemas y en etapas avanzadas con sangre), escalofríos, frío, sudoración, dificultad para controlar la temperatura y pérdida de peso.

Según datos de la página electrónica de la Organización Mundial de la Salud de 2022, 1.3 millones de personas murieron de tuberculosis (entre ellas 167 mil con Virus de Inmunodeficiencia Humana causante del sida). Es la segunda enfermedad infecciosa más mortífera después de la COVID-19 y por delante del VIH y el sida.

El organismo mundial calculó que en 2022 la padecieron 10.6 millones en el orbe: 5.8 millones de hombres, 3.5 millones de mujeres y 1.3 millones de niños.

Una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionadas con la salud es acabar con la epidemia de esta enfermedad para 2030.

Al respecto, Rodríguez Álvarez considera que ese propósito es lejano y ambicioso, sobre todo después de la pandemia de la COVID-19, debido a la cual se descuidaron los programas para la vigilancia de algunas enfermedades como la tuberculosis, que ahora tiene niveles más altos. “En 2020 había 13 mil casos en México y 19 mil en 2023”.

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