*Día de nuestro lábaro patrio
Hoy nos reunimos aquí, en Iguala, donde se definió nuestra Independencia y nació nuestro Lábaro Patrio, para conmemorar el 195 Aniversario del máximo símbolo de nuestro país: la Bandera Nacional.
En un día como hoy, de 1821, se proclamó el Plan de Iguala, para concretar la Independencia de nuestra Patria.
Poco después, Vicente Guerrero e Iturbide decidieron conformar el Ejército Trigarante, enarbolando, por primera vez, los colores que hoy dan identidad a todos los mexicanos.
Nuestra Bandera es el símbolo de la unidad nacional. En ella se ven reflejados las mujeres y hombres que dan vida a nuestra Patria.
En nuestra Insignia Nacional cobran fuerza los valores y aspiraciones de 120 millones de personas.
En nuestra Bandera se proyecta todo aquello que nos hace sentir orgullosamente mexicanos.
Nuestro Escudo Nacional, que hoy ocupa el lugar central en ella, no sólo nos recuerda el origen indígena de nuestra Patria, también refleja la valentía y el espíritu de lucha que nos han distinguido como Nación.
En el largo camino del México independiente, nuestro país ha superado grandes retos y desafíos. De cada uno hemos salido fortalecidos.
Desde aquellos años de lucha por nuestra Independencia, a cada generación le ha correspondido demostrar su amor y lealtad a la Patria, siempre guiados por nuestra Bandera Nacional.
Verla ondear en todo lo alto, reafirma nuestra identidad y pertenencia a una cultura única en el mundo. Pero, sobre todo, nuestra Bandera nos inspira a dar lo mejor de nosotros cada día.
Gracias al trabajo de los mexicanos que nos han precedido, hoy México es una de las naciones más respetadas del mundo; es valorada por el esplendor de su pasado y seguida con atención por su futuro prometedor.
Si bien, como todo país, aún tenemos pruebas por superar, es importante valorar y resaltar las fortalezas que definen a nuestra Nación.
Después de un Siglo XIX convulso, una dictadura y una revolución, los mexicanos hemos disfrutado de más de ocho décadas de estabilidad política, en las que el poder se ha transmitido de manera ordenada y pacífica. Pocas naciones pueden decir lo mismo.
Esta estabilidad hoy también está presente en nuestra economía. Llevamos dos décadas fortaleciendo nuestros fundamentos macroeconómicos, con finanzas públicas sanas, una política monetaria autónoma y un sistema bancario sólido.
Sin duda, otro patrimonio de nuestra Nación son sus instituciones.
La Constitución de Apatzingán, la de 1824, 1857 y 1917, así como el impulso del México postrevolucionario, nos han permitido construir un país en el que son una realidad la división de Poderes, el federalismo, emblemáticas instituciones públicas y órganos constitucionales autónomos.
Otro valioso activo del México de hoy, es su democracia. Desde el voto de la mujer y la Reforma del 77, hasta la Reforma Político-Electoral de 2014, México ha vivido un cambio cualitativo innegable en su vida democrática.
Hoy, todos sabemos y hemos sido testigos de que el voto de los ciudadanos cuenta, de que la alternancia es parte de nuestra normalidad democrática y de que la participación ciudadana promueve la transparencia y la rendición de cuentas.
Nuestra apertura al mundo es otra fortaleza del México del Siglo XXI. Apertura al comercio y a la competencia, pero también apertura a las ideas y a la crítica, a las preferencias y a las diferencias. Cada una de estas fortalezas, por sí misma, es un auténtico motivo de orgullo.
Sin embargo, el mayor orgullo y patrimonio de México ha sido, es y será siempre su gente.
Los mexicanos somos un pueblo alegre y generoso, trabajador y talentoso.
Un pueblo responsable y comprometido, que ama a su Patria y ama a su Bandera.
El mejor ejemplo de ello son las mujeres y hombres que integran nuestras respetadas y estimadas Fuerzas Armadas.
Los soldados, marinos y pilotos de México son personas leales, valientes y profesionales, siempre al servicio de la Patria; siempre preparados para defender nuestra Bandera Nacional y todo lo que ella representa.
Nuestras Fuerzas Armadas han surgido del pueblo y siempre están dispuestas a servir al pueblo.
A lo largo de la historia nacional, los mexicanos hemos constatado una y otra vez que la mejor ruta hacia el futuro es el camino de la ley y las instituciones.
Precisamente, los lamentables hechos ocurridos aquí, en Iguala, en septiembre de 2014, evidenciaron la necesidad de seguir avanzando por esa ruta.
Desde entonces, durante un año y cinco meses, el Estado mexicano ha desplegado un amplio esfuerzo institucional para procurar justicia, a partir de una investigación profunda, transparente y abierta, contando, incluso, con la colaboración de diversas instancias internacionales.
Iguala es un municipio emblemático en nuestra historia nacional. No puede quedar marcado por estos trágicos acontecimientos. Su gente merece ser conocida por sus fortalezas, por su calidez y su firme carácter para alcanzar logros en favor de su comunidad.
Con este propósito, estamos trabajando con el gobierno de Guerrero, para crear condiciones de seguridad y desarrollo para su población.
Con este ánimo, el Gobierno de la República seguirá impulsando transformaciones que permitan fortalecer las capacidades del Estado mexicano en todos los ámbitos de la vida nacional.
El objetivo es crear las condiciones para asegurar un piso básico de bienestar a toda la sociedad mexicana, que garantice oportunidades de desarrollo para todos.
Necesitamos seguir construyendo un piso básico de bienestar, que reduzca la inequidad y fortalezca la cohesión nacional, que nos una y nos dé identidad, y como hoy nos une y nos da identidad nuestro Lábaro Patrio, nuestra Bandera Nacional.
En este propósito, todos tenemos algo que aportar. Todos tenemos una responsabilidad que desempeñar. Todos estemos dispuestos a dar lo mejor de nosotros para seguir construyendo una mejor Nación.