*Ofrezco una sincera disculpa

El Consejo Nacional de Seguridad Pública es un importante espacio de diálogo y de coordinación, como aquí lo hemos apreciado. Es un instrumento que nos ha permitido diseñar y adoptar políticas públicas para fortalecer el Estado de Derecho.

Los trabajos del Consejo sin duda se enriquecen con la activa participación de la sociedad civil organizada, que brinda su visión y experiencia, para la definición y evaluación de las estrategias de seguridad.

En este sentido expreso mi más amplio reconocimiento a los representantes de la ciudadanía, que durante estos dos años han aportado su tiempo, pasión y conocimiento, en beneficio de todos los mexicanos.

Me refiero a Andrea Ambrogi, a Edna Jaime, a Alejandro Martí, a María Elena Morera y a Miguel Treviño, a quienes les reitero mi personal e institucional agradecimiento por sus invaluables contribuciones a la seguridad y a la justicia de nuestro país.

De igual manera, y con este mismo entusiasmo, doy la bienvenida a Elena Azaola Garrido, a Adelina Lobo Guerrero, a Alberto Javier Olvera Rivera y a Luis Wertman Zaslav, quienes hoy se suman a este Consejo Nacional como representantes de la sociedad civil.

Celebro la realización de esta Trigésima Octava Sesión Ordinaria, en la que se han alcanzado importantes acuerdos.

Como saben, estamos consolidando la transformación más grande de nuestro Sistema de Justicia Penal que haya vivido nuestro país en el último siglo.

Quedan prácticamente 300 días para que venza el plazo Constitucional de esta transición.

De ahí, la importancia del acuerdo para implementar un Plan Estratégico de Capacitación para todos los elementos estatales y municipales en materia de justicia penal y de capacidades policiales básicas.

De igual manera, celebro que en seguimiento a las medidas que anuncié el pasado 27 de noviembre, hoy se hayan aprobado los protocolos de actuación en materia de tortura y desaparición forzada.

En ese mismo sentido, comparto con ustedes que estamos ya muy avanzados en la redacción de una iniciativa de Ley para la búsqueda de personas no localizadas y desaparición forzada.

Este proyecto de Ley, que se está trabajando, es producto de un amplio consenso y de análisis, y consulta, en la que han participado dependencias federales, organizaciones internacionales y de la sociedad civil, así como autoridades locales.

Muy pronto haré llegar al Congreso de la Unión esta iniciativa para que México cuente con una Ley que se nutra de las mejores prácticas y estándares internacionales, y que privilegie la coordinación entre autoridades para lograr una mayor eficacia en la localización de personas.

Finalmente, destaco el acuerdo que nos permitirá fortalecer el Sistema Penitenciario del país, para asegurar que cumpla con su misión social.

Si en algo podemos estar de acuerdo todos los mexicanos, es que queremos un país más seguro, más tranquilo y más ordenado, donde se respete la ley.

Entre todos, sociedad y Gobierno, debemos consolidar un frente común en favor del Estado de Derecho, en favor del respeto a la ley y fortalecer la confianza ciudadana en sus instituciones.

Un tema que particularmente ha captado la atención muy especial, a partir del resolutivo que la Secretaría de la Función Pública presentó y que ha puesto a disposición de toda la ciudadanía; es decir, a través de Internet, los resultados de la investigación para determinar si hubo o no conflictos de interés que involucraban, incluso, al Presidente de la República.

La conclusión de esta exhaustiva investigación es que las conductas de las partes involucradas fueron legales y que no existieron dichos conflictos.

La investigación demuestra que la conducta, tanto de mi esposa y la mía, estuvieron plenamente apegadas a la ley.

Sin embargo, estoy consciente y reconozco que estos acontecimientos dieron lugar a interpretaciones que lastimaron e incluso indignaron a muchos mexicanos.

A todos ellos, les ofrezco una sincera disculpa.

Estos meses han sido difíciles para mi familia y muy particularmente para mi esposa Angélica, a quien le reitero plenamente mi agradecimiento por su entereza y solidaridad.

Ella ha sido una madre ejemplar, que se ha entregado con dedicación y cariño a la familia que hemos formado. Y, una vez más, desde aquí, todo mi amor y reconocimiento para mi esposa Angélica.

En este tiempo, he reflexionado profundamente sobre lo ocurrido.

Estoy plenamente convencido que en el México actual, la conducta del Presidente de la República como Jefe del Estado y la de todos los que tenemos el privilegio de servir a los mexicanos, además de estar apegada a derecho, debe ser tal que nuestras acciones no generen desconfianza entre la población.

Debemos entender que nuestra responsabilidad pública se rige por la ley, pero que también estamos obligados a actuar, de tal manera, que nuestras acciones no provoquen, ni sospechas, ni malinterpretaciones.

También estoy consciente de que estos acontecimientos han generado un necesario y profundo debate sobre la transparencia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción.

Ante ello, mi Gobierno promovió, junto con el Congreso, los partidos políticos y destacados expertos y miembros de la sociedad civil organizada, varios de ellos aquí presentes, una de las legislaciones más avanzadas en materia de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción.

Se trata de un cuerpo normativo que no tiene precedentes en la historia de nuestro país.

Quiero reiterar ante todos los mexicanos, mi más firme compromiso de acelerar la puesta en marcha de estos mecanismos.

Por ello, trabajaré con el Congreso de la Unión para concretar, en el próximo Periodo Ordinario de Sesiones, la Legislación Reglamentaria del Sistema Nacional Anticorrupción.

Los mexicanos hemos ido perdiendo algo fundamental para crecer como sociedad y como país: la confianza; la confianza en el Gobierno Federal, en los gobiernos locales, en el congreso Federal y en las Legislaturas de los Estados, en el Poder Judicial de la Federación y en el Poder Judicial de las distintas entidades.

Desafortunadamente, las instituciones públicas y privadas han sufrido un deterioro en la confianza. Y lo más grave, también existe una pérdida de confianza entre los ciudadanos mismos.

Por ello, es momento de iniciar un profundo esfuerzo, un esfuerzo común para recobrar este valor que hemos perdido.

Es momento de recuperar la confianza en México y en nosotros mismos.

Es momento de estar más unidos que nunca, ya que enfrentamos, como país, un entorno económico internacional difícil y complejo.

En lo personal, puedo dar testimonio de la capacidad que tenemos los mexicanos para salir adelante frente a los retos más complejos, y confío plenamente en nuestro talento y fortaleza de carácter.

Como sociedad, en los últimos dos años fuimos capaces de confiar en nosotros mismos y de emprender, de manera conjunta, una de las transformaciones más profundas que haya experimentado nuestro país.

Fuimos capaces de confiar entre quienes nos veíamos como adversarios para sacar adelante las reformas estructurales que cambiarán el futuro de nuestro país.

Sé muy bien que la confianza no la vamos a recuperar con discursos. Ésta sólo regresará a partir de acciones concretas.

Por ello, mi compromiso es trabajar incansablemente para mostrar que las Reformas que hicimos juntos, sí pueden cambiar la vida cotidiana de las familias mexicanas.

Vamos a acreditar que sí es posible conducirnos como servidores públicos, con plena transparencia y rendición de cuentas.

Demostremos que sí es posible combatir con eficacia la corrupción; que sí es posible tener un México con educación de calidad.

Que sí es posible tener una Nación más productiva y generadora de riqueza.

Que sí es posible, como hoy aquí nos ocupa, vencer a la delincuencia.

Que sí es posible, en suma, construir un México más libre, con mayor igualdad y de mayores oportunidades, y un México más próspero.

Para lograrlo, todos los aquí presentes debemos trabajar unidos, para dar cauce a esta transformación, que estoy plenamente comprometido a seguir encabezando como Jefe del Estado mexicano, y a la que todos, absolutamente todos, están llamados a formar parte.

Los invito a que trabajemos juntos. A que, independientemente de nuestro origen partidista, nuestras creencias e, incluso, nuestros desacuerdos, construyamos a partir de un objetivo común, el de recuperar la confianza de México y la confianza en México.