*Las mayores oportunidades estarán en las ciudades
El México del siglo XXI será el México de lo urbano y ya no de lo rural, como lo fue el del siglo XX, por ello las mayores oportunidades y los principales retos de desarrollo estarán en las ciudades.
Las urbes del futuro deberán ser planificadas como nuevos vecindarios, pueblos y ciudades, donde las autoridades tomen en cuenta que los recursos públicos sean distribuidos más equitativamente para garantizar mejor movilidad, mayor número de parques y zonas recreativas, con el objetivo de otorgar a los ciudadanos más calidad de vida.
Los equipamientos y servicios públicos deben arraigarse en los barrios y ciudades, permitiendo el acceso peatonal o de otros tipos de transporte que no sea sólo el del automóvil.
Confío en que desde el Congreso se legislen las leyes adecuadas que den pauta hacia ciudades mejor diseñadas y que mejoren la calidad de vida de la gente.
Tenemos ahí pendiente una gran reforma urbana y seguramente se concretarán los consensos entre las fuerzas políticas para avanzar en estos temas tan relevantes.
La gente merece urbes mejor planeadas, hechas con respeto al medio ambiente y donde haya una armonía social y de esparcimiento, pues esto significará más desarrollo y mejor nivel de vida para todos.
Es de suma importancia contar también con nuevos códigos urbanos gráficos, es decir, por ejemplo, nuevas formas de acomodar el vehículo con respecto al peatón, y es que la metrópoli del siglo XXI demanda instrumentos eficaces de planeación y ejecución.
El propósito esencial que tenemos como país es construir ciudades sustentables, competitivas y atractivas, que brinden oportunidad de desarrollo físico, intelectual, espiritual, económico, social y cultural para todos.
Me pronuncio por una regeneración urbana que no imponga modelos, sino que observe principios.
Necesitamos una regeneración urbana que sea flexible, adaptable y, sobre todo, que contribuya a que el espacio urbano evolucione positivamente con el tiempo.
Además, las nuevas urbes en México deben ser armónicas con su entorno social y, particularmente, con el medio ambiente.
Hay que privilegiar una visión ecológica, sistémica y holística de las ciudades, la cual integre armoniosamente los sistemas urbano-rurales, aprovechando racionalmente los recursos naturales primordiales, como el agua, la tierra, la energía, etcétera.
Esto abonará a que trabajemos de manera conjunta, como nación, para evitar la generación de gases efecto invernadero y se pueda reducir el impacto-huella de carbono, lo cual en el porvenir será un parteaguas en la planeación urbana.