*El peligro de antaño acecha al campo

Urge un nuevo modelo de desarrollo en el campo que  atienda el reclamo de los campesinos de más claridad y menos confusión en el rumbo de la reactivación productiva del agro.

Con excepción del pequeño pero poderoso sector de las grandes plantaciones modernas y de los privilegiados exportadores, ligados a ciertos y pocos nichos del mercado agroalimentario internacional, toda la economía campesina padece la incomprensión de las políticas públicas anticampesinas.

Los minifundistas, los campesinos sin tierra y los jornaleros agrícolas siguen siendo los grandes afectados del campo mexicano y claman por un Estado que impulse más organización y menos aislamiento; más democracia y menos autoritarismo; más ideología y menos inmediatismo.

El centenario es uno de los manifiestos fundamentales que da contenido al combate rural del siglo XX. El Plan de Ayala estructuró y sentó las bases de la lucha por la tierra; armó la conciencia de los pueblos sojuzgados que habían soportado siglos de opresión y abrió las puertas de la libertad para los campesinos despojados por los hacendados y caciques.

La pobreza, la desigualdad y la iniquidad siguen presentes en la geografía de la economía campesina, ya que el verdadero progreso no se puede generar con la ideología del asistencialismo y la caridad, que es la antítesis del desarrollo.

La reforma agraria no cumplió integralmente su cometido de elevar el ingreso de los campesinos y por ello debemos poner atención al  reclamo de los pueblos indígenas, amenazados particularmente por firmas trasnacionales que, a nombre de la inversión y el desarrollo, pretenden arrebatarles sus tierras para construir proyectos turísticos, parques eólicos, presas hidráulicas, explotar sus minas y recursos naturales.