Inexperto o mal asesorado, sea lo que haya sido, pero lo cierto es que el presidente en turno del Senado de la República, el priísta Raúl Cervantes Andrade, se exhibió como ingenuo con eso de haber ordenado que se presentara una denuncia de hechos ante la Procuraduría General de la República por la supuesta presencia de templarios en el recinto parlamentario…

La lógica parlamentaria más elemental (léase colmillo) señala que en su calidad de responsable del órgano legislativo debió ordenar a todos los senadores que evitaran hacer declaraciones al respecto con el clásico “no sé nada de eso, pregunten a quien lo dijo” o simplemente pedir a los reporteros que investigaran los nombres de quienes estuvieron en la mentada reunión de michoacanos… Y para ser más agudo el “colmillo”, el presidente del Senado debió hablar con la senadora que provocó el escándalo, Luisa María Calderón Hinojosa, para pedirle que una de dos, o enfrentara con pruebas a la prensa o se desapareciera algunos días para acallar versiones... Pero no, en lugar de eso, Cervantes Andrade alimentó el escándalo con esa denuncia de “hechos” que presentó ante la PGR, con lo que inyectó dosis de dudas entre el pueblo que, de por sí, ven a los políticos como los más corruptos y mentirosos de todos los sectores de la vida pública… Por ello cabe la pregunta: ¿Pues no que el líder de los senadores priístas Emilio Gamboa Patrón es uno de los dinosaurios que sobreviven en el tricolor?... Pamblinas… ¿O no?...