Aunque en público lo disimula con magistral actitud, el presidente Enrique Peña Nieto se comienza a doblar por el escenario de desprestigio que le están inyectando a su gobierno los últimos acontecimientos a partir de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa…
En el círculo de sus cercanos se comenta que el caso de la súper lujosa residencia conocida como casa blanca no le causó mayor problema, porque paulatinamente lo está saldando ante el pueblo con la decisión de haber cancelado la adquisición del millonario inmueble, asunto para el cual proyecta una campaña a finales de este año o principios del entrante… Pero lo que no se podrá quitar, no solo en México, sino ante el mundo, es ese asunto de los normalistas, la forma en que se fugó el temible delincuente Joaquín Guzmán Loera, alias “El chapo” y pegado con ello la incapacidad para combatir al crimen organizado que cobra derecho de suelo a muchos empresarios, despoja de ranchos y ejidos que dan riqueza agropecuaria y ha hecho su modo de vida la industria del secuestro en casi todo el territorio mexicano… Y si a esto se suma el castigo de retirarle un millón de dólares de la ayuda que aporta estados Unidos a las naciones que combaten en eficiencia a los narcotraficantes, pues el desprestigio se hace cada vez más evidente y con ello Peña Nieto corre el riesgo de salir de Los Pinos con el mismo nivel de repudio con que se fue Carlos Salinas de Gortari, de quien, por cierto, se dice que es uno de sus estrategas más discretos y silenciosos… Así las cosas, tiene razón el inquilino de Los Pinos para andar de capa caída… ¿O no?...