Mientras que el pleito entre el líder del sindicato del Metro, Fernando Espino Arévalo, y el director de ese organismo del GDF, Joel Ortega Cuevas, crece a niveles de escándalo la prostitución al interior de este sistema de transporte.

Un claro ejemplo es la “compra-venta” que se da en la estación Revolución, donde mujeres y  hombres vestidos de dama se ubican en la entrada de los accesos a los convoyes y se acercan a los usuarios para ofrecer su “servicio”.

De acuerdo con versiones recogidas entre algunos comerciantes ambulantes que están postrados a las entradas afuera de la estación, el sexo-servicio ya está adentro del Metro, porque hace poco la delegación Cuauhtémoc llevó a cabo un operativo y las quitó de la explanada de la salida norte de la estación Revolución.

Este reportero fue testigo de lo anterior y de cómo se explota a niños, de 4 a 6 años, para vender en los vagones cicles o “cantar”, para pedir unas monedas. Inclusive, van solos, sin el cuidado de una persona mayor de edad.

Tanto la vigilancia privada del Metro como de uniformados del GDF se hacen los disimulados, como si no se enteraran de estas faltas que, sumados a los de vendedores de discos “piratas” y otros artículos, son la “minita de oro” que funciona dentro del sistema.

Mientras, la calidad en el servicio del Metro es cada vez más preocupante e irregular, sin mantenimiento suficiente, y lo peor es que se desatiende y sólo se echan la culpa el dirigente sindical -ex diputado federal y actual asambleísta del PRI-, y el funcionario de Miguel Ángel Mancera, en perjuicio, principalmente, de la seguridad del usuario.  

Cabe señalar que Espino Arévalo ha sido señalado en varias ocasiones por los mismos trabajadores de sufrir hostigamiento por parte de dirigentes sindicales. Lo más reciente, fue la denuncia de 4 taquilleras quienes decidieron salirse del sindicato nacional e impulsar la creación de otras expresiones sindicales, con el firme convencimiento de que con Espino no existe la vida democrática para la libre expresión de las ideas.

Joel Ortega fue funcionario del GDF desde Cuauhtémoc Cárdenas; con Manuel López Obrador fue delegado en Gustavo A. Madero; relevó a Marcelo Ebrard en la Secretaria de Seguridad Pública cuando lo corrieron por el linchamiento de dos policías en Tláhuac; pero corrió la misma suerte, pues en 2008 lo renunciaron por el frustrado operativo en la discoteca New´s Divine.

En 2010 reaparece públicamente, cuando solicitó al Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), el registro de la agrupación política local (APL) Ciudadanía y Democracia, como presidente, y en 2011 fue aspirante del PRD a la Jefatura de Gobierno, pero tuvo que competir con Miguel Ángel Mancera, y perdió. Como premio de consolación, le dieron la administración del Metro.