Dentro del Programa Nacional de Conservación de Manifestaciones Gráfico Rupestres, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) impartió en Mexicali, Baja California, una serie de talleres infantiles para que este sector de la población conociera, identificara y comprendiera la historia de sitios cercanos a su hogar, como El Vallecito, donde hay decenas de figuras plasmadas sobre la superficie de las rocas, dentro de una extensión de 200 hectáreas, en la Sierra de Juárez.
Se trata de un programa integral de preservación, desarrollado a través del área de Conservación Arqueológica, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), que contempla varias líneas de acción que van desde la intervención directa con trabajos de conservación y restauración en las manifestaciones gráfico rupestres (pintura rupestre, petrograbados y geoglifos), hasta la investigación aplicada y el trabajo con la población.
En este sentido, desde hace 20 años el INAH ha desarrollado un trabajo permanente de vínculo con las comunidades para reforzar el mantenimiento de los sitios, mediante talleres de educación para la conservación, debido a que la vulnerabilidad de este patrimonio hace necesario que la población participe en su protección y conservación, informó Sandra Cruz Flores, responsable del programa nacional de conservación.
Derivado de lo anterior, destacó, el INAH ha promovido entre la población la creación de grupos coadyuvantes que participan directamente en la protección de los lugares con manifestaciones gráfico rupestres en diferentes estados de la República.
“Los talleres que desarrollamos van desde nivel infantil hasta especializados. Son importantes porque la sociedad en general sabe poco de este tipo de manifestaciones y cuando los sitios son visitados, el desconocimiento provoca afectaciones como el grafiteo.
En Baja California, explicó la restauradora, El Vallecito es el único sitio con manifestaciones gráfico rupestres habilitado oficialmente para la visita pública, pero existen muchos más registrados por el INAH, algunos ubicados en lugares de muy difícil acceso y otros dentro de comunidades indígenas que conservan un vínculo con este patrimonio cultural.
Por ejemplo, dijo, los cucapá y los kumiai consideran que en esos sitios moran las almas de sus ancestros y por lo tanto realizan visitas periódicas a ellos. Los talleres que se impartieron a niños de Mexicali explicaron esa relación entre las etnias y esos lugares, porque la gente erróneamente suele relacionar el patrimonio rupestre con gente primitiva.
Sandra Cruz explicó que esa relación entre el patrimonio rupestre y las etnias sigue viva. En La Pintada, Sonora, donde predominan pimas y seris, todavía hay ritos de paso en la Sierra Libre, donde un joven siempre tiene que ir al lugar de sus antepasados para realizar la transición de niño a adolescente o adulto a partir de rituales.
El Programa Nacional de Conservación de Manifestaciones Gráfico Rupestres, dijo, ofrece diferentes niveles de atención de este tipo de patrimonio: la emergente atiende los vestigios que sufren deterioro por algún evento inesperado (cambio climático, tormentas tropicales, incendios, sismos); otro es el programado y formalizado, que se enfoca a varios lugares con una visión más amplia y de conservación integral.
Esta iniciativa ha permitido sistematizar los trabajos para una atención más efectiva. Ahora se cuenta con una mejor base de datos de los sitios que se atienden y un banco de materiales para el estudio y análisis de los procesos de alteración; además asesoramos en la formación de los grupos coadyuvantes del INAH, abundó Sandra Cruz.
Otros proyectos que se desarrollan actualmente son los de El Ocote, en Aguascalientes, y el de El Vallecito, ambos iniciados el año pasado; este último sitio se encuentra al norte, casi en la frontera con Estados Unidos, está abierto al público y se han hecho trabajos de conservación, conjuntamente con personal de la zona y las comunidades cercanas.