Los centros históricos deben definirse ante la disyuntiva de ser patrimonio de la humanidad o del mercado, aseguró Fernando Carrión, presidente de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos. De visita en México, señaló que esos espacios son los lugares citadinos que más cambian; entonces, “¿por qué plantear políticas de conservación y seguir una normativa de hace 70 años?”.
Al respecto, Alicia Ziccardi, directora del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM, señaló que en México aún se registra un crecimiento sostenido de la urbe periférica.
“Aquí hay una agresiva política de vivienda que ha generado suburbios nuevos, lejanos y paupérrimos. Tenemos una producción masiva de millones de viviendas que no han construido ciudad; ¿el resultado?, el abandono de cuatro millones 900 mil lugares para vivir. En ello incide no sólo la mala calidad, sino que la gente no tiene transporte ni equipamiento, y a que los traslados al centro son de costo altísimo”.
Debería haber en los centros históricos una política de vivienda exitosa. “Si no garantizamos que la gente viva ahí, no serán lugares vivos, sino escenarios, espacios recuperados para el comercio u otras actividades”.
Por su parte, Carrión señaló que en éstos se concentran los conflictos urbanos más significativos: el abandono, la pobreza y las manifestaciones, pero también la riqueza arquitectónica y cultural. Se trata de espacios cívicos y políticos importantes. En torno a ellos se “quiebra” un discurso único que ya no es sólo uno: el comerciante ambulante y el formal, el legislador, los medios de comunicación, los académicos, cada quien tiene el suyo, y “por fin entramos a una discusión sobre lo que realmente es”.
En el marco del Seminario Permanente del Centro Histórico de la Ciudad de México, organizado por el PUEC, en colaboración con el Programa de Maestría y Doctorado en Urbanismo, el ex director de la FLACSO Ecuador y concejal del Distrito Metropolitano de Quito, argumentó que en AL se identifican dos grandes coyunturas: la urbe del siglo XX fue, fundamentalmente, periférica y generó megalópolis, mientras que en el XXI hay un cambio hacia la centralidad.
En la conferencia Desafíos actuales de los centros históricos, refirió que en América Latina existen 62 urbes con más de un millón de habitantes y cuatro con más de 15 millones. En total, más de 80 por ciento de la población se concentra en ciudades.
También se observa un “parricidio urbano”, que no es sino la negación del origen histórico de las metrópolis. Se construye un imaginario de olvido de la historia, del lugar fundacional. Paradójicamente, tal fue el origen, que aparecieron como objeto de intervención, de estudio, de conocimiento.
“Por ello, el concepto nació con la muerte a cuestas. Es un concepto de crisis que lleva en sí mismo su salida, con una política explícita para que nuestra historia no se muera, con medidas de conservación y rehabilitación”, explicó.
Fernando Carrión aclaró que toda ciudad es histórica porque todas han sido producidas en distintos momentos, con tecnologías diferentes y materiales del momento.
Los centros históricos enfrentan diversos desafíos: una política de centralidad sin una económica (de estímulo, regulación o restricción) no es posible. El patrimonio actúa como capital que se rentabiliza y estos sitios se manejan más por el mercado “que por lo que podamos hacer”.
La centralidad tampoco es posible sin estrategias sociales. Se requiere, por ejemplo, atender a la juventud; si hay un edificio, se concibe como recinto cultural o museo, pero no como construcción deportiva. En general, no tienen espacios verdes; se debería pensar en otras actividades para que sean atractivos para ese segmento.
De igual manera, se vive un peligroso despoblamiento; el precio del suelo y la especulación se disparan, hay una ruptura entre los lugares de trabajo y vivienda, y hay muchos inmuebles abandonados. En Quito, por ejemplo, 42 por ciento de la población del centro se fue en 15 años. “Se vacía de sociedad y se llena de mercado”.
Xavier Cortés Rocha, coordinador de los proyectos para la rehabilitación de los anexos de la Antigua Escuela de Medicina de la UNAM, expuso que en los centros históricos hay un gran peligro que se afirma con la normatividad y las prácticas: la tendencia a que sean escenografías, a que lo nuevo se mimetice con lo antiguo.
Se corre el riesgo de crear una especie de parques temáticos, donde se recrea, pero no se da lugar a la innovación o a la manifestación contemporánea. “Hay que tener talento y valor para que lo actual acompañe a lo antiguo”, opinó.