Los más de veinte años que la doctora Alejandra Bravo de la Parra y su grupo han destinado al estudio de las toxinas producidas por la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt), han dado varios frutos.
Uno de los más recientes es el diseño y la fabricación de un insecticida biológico de uso doméstico a partir de las poderosas toxinas de esta bacteria, con el objetivo de eliminar larvas de los mosquitos transmisores del dengue.
Esta enfermedad se considera prioridad de salud pública, pues los casos reportados en el país han aumentado en años recientes y no existe un medicamento para curarla.
“MoscofinBt” es uno de los primeros desarrollos tecnológicos de la empresa Corporación Mexicana de Transferencia de Biotecnología, creada hace tres años con el apoyo de la incubadora INNOVA-UNAM, junto con una empresa privada, gracias a los estudios de los grupos de investigación que dirigen Alejandra Bravo y Mario Soberón, ambos investigadores del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
Hace un par de años se difundió en la prensa esta noticia, pero aún faltaba realizar las pruebas en campo y obtener los permisos de las autoridades correspondientes. A la fecha, ya se realizaron estas pruebas que demostraron la eficacia de este producto sobre los insectos transmisores del dengue, aseguró la investigadora, y añadió: “El último certificado que necesitábamos, otorgado por la Cofepris, ya fue aprobado, eso quiere decir que este año nos tenemos que dedicar a la producción; esperamos que el año que entra se lleve a cabo la primera venta del producto”.
La actual tesorera de la Academia Mexicana de Ciencias expuso estos detalles durante su ponencia “Proteínas insecticidas de Bacillus thuringiensis: una alternativa biológica para el control de mosquitos”, presentada en el marco de la 5° Semana de la Ciencia y la Innovación realizada en el Palacio de Minería de la ciudad de México.
Sacar provecho de la naturaleza
Bacillus thuringiensis es una habitante común de suelos y cuerpos de agua; en un momento específico de su ciclo de vida produce cristales proteínicos con propiedades insecticidas. Con base en esto, hace varios años Bravo de la Parra y equipo colectaron muestras de suelos de diferentes partes de México para crear una colección de bacterias y estudiar las toxinas que producían.
“De esta colección, encontramos que algunas eran muy tóxicas para mosquitos y las seleccionamos para fabricar el insecticida”, narró la investigadora.
La presentación de “MoscofinBt” consiste en pequeñas perlas a las cuales se les ha añadido las toxinas, es decir, las proteínas, que produce diversas variantes de la bacteria Bt – como por ejemplo la llamada B. thuringiensis israelensis- las cuales tienen la particularidad de fabricar dos tipos de toxinas, una de las cuales (Cyt) potencia de manera natural los efectos letales de la otra (Cry). A las perlas se les añadió también un atrayente para las larvas de los mosquitos, tomado de la industria alimentaria, por lo cual es inocuo para los humanos y otros animales, aseguró la investigadora.
Tras la ingesta de la perla, una de las toxinas se une a sitios específicos de la membrana de las células intestinales de la larva. Esta unión, permite que la otra toxina se inserte eficazmente en la membrana y la perfore, lo cual provoca el ingreso de agua y iones a tal grado que la hace explotar. Esto desencadena una serie de eventos: cese de la ingesta, parálisis del intestino, diarrea, parálisis total y finalmente la muerte de la larva.
Las ventajas de este insecticida por sobre los convencionales, según la investigadora, es que es altamente específico contra sus víctimas y no afecta otro tipo de organismos; no contamina el ambiente pues las perlas están diseñadas para ser puestas en cualquier contenedor de agua sin que se disuelvan, y porque al tratarse de proteínas, se degrada rápidamente en el ambiente.
El desciframiento a detalle de estos pasos tóxicos es una de las principales aportaciones de la especialista y su equipo de investigación en el campo de estudio de esta bacteria y se ha publicado en diferentes revistas científicas especializadas.
Círculo virtuoso
Cuando se le cuestionó sobre su interés en dedicarse a esta línea de investigación, Bravo de la Parra confesó: “No me he retirado de este tema porque conforme comprendo cada vez mejor cómo funcionan estas toxinas me hago nuevas preguntas y propongo hipótesis más elaboradas, más riesgosas; el tema es fascinante porque no está acabado y no creo que acabe nunca”.
En este sentido, la investigadora sugirió que el entendimiento de cómo afectan estas proteínas a los insectos transmisores del dengue podría ser el punto de partida de nuevas investigaciones con otras bacterias de interés para la salud -como el cólera, la difteria o el ántrax.
Estos microorganismos producen toxinas con una estructura muy diferente a la de las toxinas de B. thuringiensis pero se sabe, son formadoras de poros en las membranas celulares de sus víctimas, por lo que podrían hacer analogías con el mecanismo de acción de las toxinas de Bt y aprender sobre la biología de estas proteínas con impacto en la salud humana.