El principal objetivo de la investigación arqueológica es conocer la forma de vida y la cultura de un grupo o de varios grupos humanos. Para ello, los especialistas como la doctora María Teresa Cabrero García, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), interpretan los restos arqueológicos, que en el caso de la cultura de Bolaños, permitieron plantear que la base de su desarrollo fue el intercambio comercial, lo que hizo posible que los habitantes de Bolaños obtuvieran productos y materias primas que no existían en la región.
La cultura de Bolaños comprendió diversas comunidades humanas que se asentaron, entre el año 100 a.C. y el 1260 de nuestra era, en uno de los cañones que forman la Sierra Madre Occidental y que se extiende desde el sur de Zacatecas hasta la desembocadura del río Grande de Santiago, en el centro de Jalisco. Los habitantes de la región ocuparon los sitios planos, por lo que los sitios arqueológicos se encuentran en las partes altas -en las mesetas.
Durante el primer siglo de la era cristiana, el Cañón de Bolaños, que hasta el momento era habitado por una pequeña población, fue ocupado por grupos provenientes del estado de Jalisco que tenían como costumbre enterrar a sus muertos en tumbas de tiro y construir conjuntos arquitectónicos en forma circular que funcionaban como centros cívicos-ceremoniales. Además, este grupo de “nuevos pobladores” estableció una ruta de intercambio comercial, que partía del centro de la entidad jalisciense hasta llegar a la zona de Chalchihuites, en el centro de Zacatecas, para lo cual utilizaron el río Bolaños como vía fluvial.
Los grupos colonizadores se distribuyeron a lo largo del cañón y se asentaron en las mesetas situadas en la cercanía del río con el propósito de controlar el paso de las caravanas comerciales. La organización económica de la región se basó en los centros de control, en los que se realizaba el intercambio comercial, es decir, centros de control mercantil donde estaban los productos locales, las materias primas y los productos adquiridos en las caravanas, y así los pobladores, tanto de la región como de otras zonas, acudían a estos sitios para intercambiar sus productos locales por mercancías como la piedra azul-verde, la obsidiana, la concha marina y el molusco Persicula bandera que vive exclusivamente en la Bahía de Banderas en la costa de Jalisco.
“Como los pobladores de Bolaños no tenían gran cosa para intercambiar, decidieron trabajar la concha marina, para ello viajaban hasta la costa para conseguirla y después la llevaban al centro ceremonial circular llamado Pochotitán; en la plataforma central de este conjunto se encontró un taller de concha en el que se recuperaron mil 873 objetos”, dijo la también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
Entre los productos que los pobladores de Bolaños conseguían estaba el algodón y el tabaco, que fue un alucinógeno muy importante para los sacerdotes, tan es así que en una de las tumbas de tiro, la especialista y su equipo de trabajo encontraron una figura hueca de barro que hace referencia a una persona fumando.
Costumbres funerarias
La doctora Cabrero García encabeza desde hace más de 20 años un proyecto para estudiar la región de Bolaños y como parte de esta investigación se han encontrado más de 100 sitios arqueológicos, y entre los hallazgos más importantes están tres tumbas de tiro selladas, talleres de fabricación de obsidiana y de concha, así como la recuperación de objetos de cerámica provenientes de zonas alejadas, como el sur de Jalisco y el oeste de Nayarit.
Al estudiar los materiales y los sitios arqueológicos de la región de Bolaños, Cabrero identificó dos etapas de esta cultura, la primera -del 50d.C al 440 d.C- caracterizada por tumbas de tiro y arquitectura circular en algunos asentamientos; y una segunda etapa -del 440 d.C al 1120 d.C-, en la que hubo un cambio social en la región que provocó el abandono de la costumbre de tumbas de tiro y que dio lugar a la remodelación de las construcciones, así como a la apertura comercial de Bolaños hacia las áreas vecinas; en este lapso también decayó la cultura y los sitios fueron abandonados.
En el artículo “Un modelo de intercambio comercial para la cultura de Bolaños, Jalisco, México”, se plantea que durante la primera etapa la ruta comercial permaneció bajo el control de los habitantes del centro de Jalisco, quienes enviaron a un grupo de su comunidad, una especie de comitiva, para ocupar el área de Bolaños, y que recibían ganancias al redistribuir las mercancías entre las culturas del norte -Nayarit, y probablemente Sinaloa- y el sur -el Bajío y las cuencas lacustres del centro y sur de Jalisco. Después de un tiempo, las comunidades del Cañón de Bolaños se independizaron y tomaron el control de la ruta comercial y con ello se amplió el contacto mercantil con otras culturas; en esta segunda etapa desaparecieron las tumbas de tiro.
Una tumba de tiro consiste en un pozo o tiro vertical en cuya base se abre una cámara con techo abovedado y piso plano, ahí se colocaban a los muertos que no eran cubiertos con tierra o piedras, porque se conservaba el espacio hueco, mientras que el tiro era rellenado y la entrada a la cámara se mantenía bloqueada con lajas de piedra, ollas o metates. La tradición que recibe el nombre de tumbas de tiro se realizó con variantes locales y temporales en la mayor parte del territorio occidental de México.
Una de las evidencias en las que se basa el planteamiento de que hubo un cambio en las costumbres funerarias de la cultura de Bolaños, es que en el espacio selecto de El Piñón, en donde se centraban los poderes sociales, políticos y económicos de la región, los especialistas encontraron un entierro en posición flexionada portando en el rostro una máscara funeraria en representación de Tláloc hombre-tigre-serpiente, que fue elaborada con un mosaico de concha del molusco Spondylus sp, esto indicó a los investigadores que existió un proceso de cambio social en la región que provocó el abandono de la costumbre de tumbas de tiro.
Cabrero y sus colaboradores también han analizado los restos óseos obtenidos de las excavaciones del sitio arqueológico El Piñón con el objetivo de identificar la fauna que habitaba en la región durante el período en el que vivió la cultura de Bolaños, dicho estudio consistió en el análisis de cerca de tres mil 333 muestras óseas, entre huesos y dientes, tanto no modificados como alterados por cocción o cremación, los cuales correspondían a más de 250 individuos, entre los que se identificaron: conejos, liebres, ardillas, tuzas –topos-, perros, pumas, linces, pecaríes, venados, guajolotes –pavos-, patos, codornices y guacamayas verdes, entre otros vertebrados característicos del ambiente semiseco-templado que prevalece en la región de Zacatecas-Jalisco.