Ninguna representación de arte está exenta del paso del tiempo, con él, los deterioros se acentúan y en el intento por mantener ese registro se crean técnicas para aligerar ese desgaste permitiendo que una obra se conserve mejor. De esa necesidad nacen los restauradores de arte, generalmente historiadores de arte, pero ahora los científicos se han sumado a esa labor. El doctor José Luis Ruvalcaba Sil, del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (IFUNAM), y su equipo de investigación, diseñaron una serie de metodologías para analizar las obras y determinar cuál es la mejor técnica que deba emplearse para su restauración, y así salvaguardar el patrimonio cultural de nuestro país.
“Las técnicas tradicionales constan de tomar una muestra de la obra y al rasparla, se daña. Nosotros proponemos estudiar las creaciones a través de trabajos no invasivos, mediante el estudio de los espectros, y para ello diseñamos el proyecto Móvil I y II, más la Red ANDREAH –Red de Análisis No Destructivo para Estudios en Arte, Arqueología e Historia”, apuntó el investigador del Departamento de Física Experimental.
Desde pinturas hasta documentos, Ruvalcaba, actual director del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, comienza su labor con el estudio de la historia de los materiales de las obras y su composición, ya que esta información le permite caracterizar dichas obras. “Esta información es útil para tomar decisiones a posteriori sobre el tipo de reparaciones que se deben de hacer”, precisó el físico.
La caracterización de una obra
La caracterización de una obra siempre dependerá de la complejidad del objeto de estudio. La primera fase consiste en aplicar técnicas de imágenes para determinar los rasgos generales de los materiales involucrados, así como las restauraciones previas que haya tenido la pieza. Para ello, la observación minuciosa por medio de microscopía óptica complementa el examen del objeto.
“La segunda etapa consiste en el uso de técnicas instrumentales en áreas representativas de la obra. Se emplean las espectroscopias de fluorescencia de rayos X, además de mediciones con espectrómetros de luz visible cercano al infrarrojo que permiten realizar medidas de colorimetría”.
Algunas pinturas, añadió Ruvalcaba Sil, tienen diferentes capas de barnices para protegerla pero no permiten ver la pintura original, por lo que usan diferentes filtros como luz infrarroja, que además de acentuar el color facilita ver si en las restauraciones previas se usó el mismo color o fue diferente.
Algunas técnicas que ayudan a la caracterización
Debido a la antigüedad de algunas pinturas es necesario considerar que los colores utilizados en el pasado eran orgánicos, lo que lleva a analizar en la obra la composición de la pintura empleada, y es aquí cuando entra en operación la técnica llamada espectrometría infrarroja.
“Esta técnica proporciona un espectro de reflexión de las bandas de los grupos funcionales de las sustancias inorgánicas y orgánicas, por lo cual es posible realizar una identificación de los materiales. El equipo dotado de una sonda con fibra óptica permite el análisis directo de la superficie del objeto de estudio. Recientemente se cuenta de manera adicional con el equipo Alpha de Bruker con un módulo de reflexión - sin fibra óptica- para el estudio de minerales y pigmentos”.
Otra técnica es la llamada espectroscopia RAMAN, la cual permite obtener espectros característicos de minerales y de los compuestos químicos de los materiales tras la interacción energética con un haz de láser, lo que da lugar a vibraciones de los enlaces químicos. Es útil para materiales orgánicos e inorgánicos, comentó el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
El especialista destacó como aspecto relevante que todos estos estudios se realizan en el lugar donde se encuentra la obra sin necesidad de tener que trasladarla para su estudio, por lo que ésta puede permanecer en el museo o en el lugar donde habitualmente se encuentre, con el fin de ahorrar los gastos de traslado de las piezas y otras desventajas que se pudieran tener al mover una obra de arte o documento antiguo a su laboratorio, un lugar donde no existen las condiciones para albergar este tipo de obras, “por lo que preferimos llevar el laboratorio al museo”.
Hasta ahora, este equipo interdisciplinario, integrado por personal de investigación de distintos Institutos de la UNAM, ha analizado con estas metodologías documentos y manuscritos, incluyendo códices y libros antiguos, hasta estudios de procedencia lítica -obsidiana, piedras verdes, turquesas.
Entre los estudios más relevantes se encuentran, el Acta de la Independencia de México de 1821, la colección Montejo del INAH, libros de coro del siglo XVII al XIX del acervo de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México y de la Catedral de Puebla, y los exlibris, anotaciones y dibujos coloniales del libro la Divina Proportione de 1509 de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.
El doctor José Luis Ruvalcaba Sil convocó a redoblar esfuerzos para consolidar el grupo mexicano de investigación en esta área, formar recursos humanos especializados en el ámbito del estudio interdisciplinario de los materiales históricos y de las colecciones nacionales. Además de integrar bases de información de los materiales y objetos, así como de las colecciones más relevantes del patrimonio cultural e histórico nacional, e integrar bases de materiales de referencias para colecciones mexicanas como elemento fundamental para su caracterización y preservación.