A pesar de la pobre inversión en ciencia, tecnología e innovación en las últimas décadas, el desarrollo de la ciencia en México debe ser considerado como una historia de éxito. Un ejemplo de lo anterior es el hecho de que nuestro país cuenta en la actualidad con cerca de 40 mil investigadores distribuidos en todo el territorio nacional, señaló en entrevista Juan Pedro Laclette San Román, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Explicó que el surgimiento de especialistas empezó a configurarse hace 60 años, cuando en el país los investigadores se contaban en apenas por unos cientos, y fue a partir de la segunda mitad del siglo pasado que empezó a producirse un crecimiento anual sostenido en este rubro.
“De esos 35 mil o 40 mil que hay hoy en día, entre 19 mil y 20 mil pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), según datos del Conacyt. Esto quiere decir que pasar de unos cuantos cientos a 40 mil, significa que ha habido un crecimiento de alrededor del 8% anual.
“¿Qué otro sector en México se ha desarrollado a lo largo de seis décadas con un crecimiento anual promedio de 8%? -preguntó Laclette-, ninguno – respondió él mismo. Por eso digo convencido que el desarrollo de la ciencia en México es una historia de éxito”.
Sin embargo, el investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, expresó su preocupación porque este crecimiento científico esté al servicio de la sociedad, la cual debe verse beneficiada por la ciencia que se genera en el país.
Los cuatro puntos sustanciales en la Agenda Nacional
Juan Pedro Laclette, quien formó parte del núcleo inicial que elaboró el documento Hacia una Agenda Nacional en Ciencia, Tecnología e Innovación que fue entregado desde el mes de septiembre a los representantes de los tres Poderes de la Unión y a gobernadores, explicó algunos de los aspectos clave de esta Agenda, la cual probablemente servirá de base para la formulación de la política de ciencia de la actual administración.
Laclette identificó cuatro temas sustanciales en la propuesta realizada por más de 60 instituciones y organizaciones académicas, educativas, científicas y empresariales: financiamiento, definición de objetivos, planeación y seguimiento, y gobernanza.
“México ha mantenido niveles de inversión que están muy por debajo del promedio mundial recomendado que es del 1% del Producto Interno Bruto (PIB), incluso abajo del promedio latinoamericano, lo que se tiene que corregir y parece ser que esto ya se empezó a mover.
“Después de saber con qué recursos contamos tenemos que definir qué es lo que vamos a hacer con ellos. No podemos simplemente incrementar la inversión y esperar que las cosas se hagan mágicamente. Debemos determinar los grandes objetivos nacionales, a los autores que se van a involucrar en cada uno de ellos, y definir los plazos para alcanzarlos”.
Como tercer tema está el binomio planeación-seguimiento. En este punto, el también ex coordinador del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) sostuvo que la inversión que se ha hecho en ciencia, tecnología e innovación (CTI) en México ha carecido de continuidad al darle preferencia a los planes sexenales, lo que ha impedido el desarrollo del país; y como parte de esta planeación es necesario dar seguimiento a los programas y proyectos.
“Si queremos estar seguros que vamos avanzando en una dirección, tenemos que medir. Por ejemplo, en el tema de innovación, durante los últimos tres años se invirtieron 3 mil 500 millones de pesos. ¿Cuáles fueron los resultados?, pues sobre esto no se tiene una idea clara; entonces ¿por qué en lugar de invertir esa cantidad no se gastan diez millones de pesos para financiar un equipo profesional que le dé seguimiento y proporcione informes confiables?”.
Propuso que estos equipos de evaluación de resultados sean independientes del Conacyt: “En esto hice hincapié desde el FCCyT cuando fui coordinador (2008-2012), porque hablé del conflicto de intereses. Si Conacyt contrata directamente la evaluación de sus programas, no se puede evitar que se diga lo que se quiere de ellos”.
En cuanto a la gobernanza, el cuarto de los aspectos centrales de la Agenda, Laclette hizo la siguiente analogía: “Ajustemos el motor de tal manera que cuando pisemos el acelerador responda y el sistema nacional de CTI no está diseñado para responder”.
Es por esto -explicó Laclette- que se sugirió la creación de una secretaría de Estado para CTI, “fue una propuesta que apoyé desde mi época como presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (2006-2008), cuando se daba la transición al entonces presidente electo Felipe Calderón.
“Entonces se argumentó de manera simplona que se aumentaba la burocracia y ésta ha crecido en México en los últimos seis años por arriba del 30% sin que se haya creado ninguna secretaría. La burocracia crece o disminuye por voluntad política, no por creación de un ministerio”.
Y frente a la propuesta de crear una secretaría de CTI integrada la educación superior, Juan Pedro Laclette expresó su apoyo a esta idea, pero consideró que es una tarea mucho más compleja para la que se necesita tiempo, por lo que dijo es más práctico y operativo pensar en la dirección opuesta: darle coherencia al desarrollo CTI y posteriormente incorporar a conveniencia la educación superior.