Si se quiere leer a Svetlana Alexijevich, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, se tiene que saber que se va a vivir un momento duro y hay que estar preparado para ello, porque lo que ofrece es la verdad.
De esa manera se expresó el editor Philippe Ollé-Laprune sobre la obra de la escritora y periodista bielorrusa de 67 años, la décimo cuarta mujer en ser reconocida con el Nobel de Literatura desde que esta distinción se entregó por primera vez en 1901. La Academia Sueca señaló al hacer el anuncio el pasado 7 de octubre, que el trabajo de Alexijevich “es un monumento al coraje y al sufrimiento en nuestro tiempo”.
A la galardonada se le reconoce por el retrato que hace en lengua rusa de la realidad y el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, de los sufrimientos de Chernobil, la guerra de Afganistán y los conflictos del presente, así como de su dura y constante crítica a Vladimir Putin, pero sobre todo, al régimen del presidente bielorruso Alexandr Lukashenko.
La forma en que trabaja la premiada con el Nobel le ha permitido proveer de impactante realidad a su obra, a la que se le identifica como novela no ficción, pues hace una fusión de literatura y periodismo, profesión que estudió y de la que toma una herramienta, la entrevista de tipo testimonial, para obtener de primera mano datos, descripciones y vivencias de sus entrevistados.
“Para cada libro Svetlana utiliza alrededor de 500 entrevistas, da una cantidad de tiempo infinita a juntar y pegar esos testimonios, organizarlos, darles ritmo y un sentido en busca de un hilo conductor para que encaje bien todo. Es un trabajo muy distinto al periodismo, pues sabemos que los periodistas trabajan en la urgencia, están siempre con la presión, la inmediatez; ella prefiere darse tiempo y distancia, y es así como construye sus libros”, dijo el también escritor radicado en nuestro país.
Svetlana Alexijevich ha dedicado su vida a llevar una obra muy singular, particular, que podría parecer a la obra de un o una periodista cuando la verdad solo utiliza uno de los elementos del método de trabajo y a partir de ella construye un texto de manera muy personal, muy equilibrado, discreto, y sus temas los trata de manera muy seria, agregó.
Ollé-Laprune, que dirige la Casa Refugio Citlaltépetl, una asociación civil cuya misión es hospedar a escritores amenazados o perseguidos en sus países de origen, invitó en marzo de 2003 a Alexijevich para que ofreciera una conferencia en el marco del coloquio Cartas del destierro, como parte del Festival del Centro Histórico de ese año.
“Vino a ese encuentro en el Palacio de Bellas Artes y los participantes hablaron de su experiencia del exilio, vino el Premio Nobel de Literatura 1986 Wole Soyinka, quien tuvo un diálogo con el escritor colombiano Álvaro Mutis, y me acuerdo muy bien de la conferencia de Svetlana, que era muy discreta y muy fuerte al mismo tiempo, era una mezcla rara de ausencia/presencia porque habla únicamente ruso (fue necesario la ayuda de un traductor)”.
Recordó que cuando la escritora –quien abandonó Bielorrusia en el 2000 y ha vivido en París, Gotenburgo, y actualmente comparte entre Berlín y Minsk- vino en esa ocasión por una semana a México, ya estaba desde entonces en las listas del Nobel. “La leí en francés y me gustó mucho. La conocí en la Casa Refugio de Italia y desde que supe de ella pensé en invitarla a los coloquios que organizaba entonces con frecuencia”.
El editor destacó que cuando leyó Voces de Chernobil, uno de los cinco libros que ha escrito la Nobel – hasta el momento el único traducido al español- no pudo dormir dos noches seguidas “por lo duro de las descripciones y relatos que hace… dedica hasta tres páginas en describir como una persona está muriendo, vomitando su propio hígado… es una escena de violencia extrema contada con minuciosidad y precisión increíbles. Si quieres leer a Svetlana hay que saber que vas a vivir un momento duro y hay que estar preparado”.
Svetlana, indicó Ollé-Laprune, no tiene un punto de vista moral, entonces hay que acercarse a su obra sin prejuicios morales porque si no, no va a ser posible resistir.
Aseguró que aunque trata temas fuertes, de fractura, de ruptura – en zonas de conflicto mentalmente hablando- y violentos, la escritura de la bielorrusa es fina, sencilla, una voz tenue y baja.
Refirió que definitivamente Svetlana elige temas que tienen que ver con el mundo en el cual ella creció en la Unión Soviética, pues ha trabajado sobre los militares en Afganistán, sobre las mujeres en la Segunda Guerra Mundial, sobre la catástrofe de Chernobil, y todos los ha abordado con dedicación y precisión, “con una calidad de trabajo que la verdad uno quisiera ver más libros así”.
Novelas de voces
Alexijevich nombra a sus libros “novelas de voces”, voces que ha atrapado para organizarlas y hacer novelas de no ficción. En ese sentido, subrayó Ollé-Laprune que Svetlana no tiene la presencia de un cronista, ni el ojo y picardía de un cronista; no quiere ser divertida ni estar muy presente en el texto mismo, tiene una voz muy dominada, definitivamente muy literaria.
De la autora premiada rescató su personalidad, alguien que es capaz de empaparse tanto de actos reales, de preguntas, preocupaciones. Ha contado que es una mujer que nació en la Unión Soviética, que vivió como muchos rusos historias terribles, su último libro, El tiempo de segunda mano. En final del hombre rojo, es sobre el drama del socialismo.
Asimismo, resaltó que le parece muy relevante que el Nobel de Literatura 2015 lo haya obtenido un autor de no ficción, “eso me parece muy notable, es un género que nació con Truman Capote con su libro A sangre fría y desde ese momento se empezó a hablar de una literatura de no ficción, hay muchos autores importantes que lo practican, no es ensayo, es una escritura muy distinta a la clásica novela, a la poesía”.
Sobre esto, consideró que la elección del ganador del Nobel de Literatura debe ser complicada, pero que sin duda está dirigida a premiar a escritores “de verdad”, que se dediquen completamente a la palabra, y la experiencia de leer un libro de Svetlana es fuerte, quizá, aventuró el editor, es lo que buscan los jurados.
“Hay que ver que siempre un premio, cualquiera, trae una parte de error, de olvidos –se dice en broma (o en serio) que la lista de los que no han ganado el Nobel de Literatura como Jorge Luis Borges, James Joyce o Carlos Fuentes, es mejor que la que lo han ganado- , esta vez me hado mucho gusto que hayan pensado en alguien que gracias al premio va a tener una palabra pública más fuerte y muchos más lectores, esencialmente en lengua española”, dijo.
La novela no ficción en México
En opinión de Philippe Ollé-Lapruene en nuestro país se da más un trabajo de cronistas, y aunque reconoció que hay libros que pudieran enmarcarse en la novela no ficción “o como le llaman aquí novela testimonial”, no tienen el rigor y la constancia de la obra de Svetlana. “Sin duda, es una labor compleja construir desde una posición de alguien que está borrado en el mapa”.
Los libros de Svetlana Alexijevich: La guerra no tiene rostro femenino (1983), Los chicos de cinc (1989), Cautivados por la muerte (1993), Voces de Chernobil (1997), El tiempo de la segunda mano: el fin del hombre rojo (2014).