El concepto de belleza de los antiguos mayas será mostrado por México en el Museo Nacional de China, en Beijing, a través de la magna exposición arqueológica Mayas, el lenguaje de la belleza, a inaugurarse este 13 de noviembre.
La exhibición, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), reúne 238 piezas de diversos estilos y temporalidades, desde objetos creados hacia el año 500 antes de Cristo, hasta aquellos elaborados hacia el 1550 de nuestra era, abarcando más de mil 200 años de historia.
La cuidadosa selección de piezas arqueológicas da cuenta de las representaciones del cuerpo visto en el imaginario de los antiguos mayas, cuyo eje temático se centra en la sensibilidad y maestría de los escultores que revelan el concepto del hombre y su posición en el universo; los objetos desvelan la riqueza de técnicas que van de la talla en piedra, concha y jadeíta, hasta el moldeado en cerámica, entre otras.
Las piezas proceden de los cinco estados mexicanos que comprenden el área maya: Yucatán, Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, y forman parte de los acervos de los museos Regional de Antropología “Palacio Cantón”, Yucatán; Centro INAH Campeche, Museo de Sitio de Hecelchakán, Campeche; Centro INAH Quintana Roo, Museo Regional de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Museo de Sitio de Comalcalco, Tabasco.
También del Museo Arqueológico de Campeche, Fuerte de San Miguel; Centro INAH Chiapas; Museo de Sitio de Toniná, Chiapas; Museo de Sitio de Uxmal, Yucatán; Museo Arqueológico de Palenque, Chiapas; Museo del Pueblo Maya, Dzibilchaltún, Yucatán; Zona Arqueológica de Edzná, Campeche; Museo Arqueológico de Comitán, Chiapas; Museo Baluarte de la Soledad, Campeche; Museo de Sitio de Chichén Itzá, Yucatán. Así como el Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara, Tabasco, y el Centro Cultural Tlatelolco, de la UNAM.
El cuerpo humano siempre ha sido modificado, adornado, transformado en todas las civilizaciones y es una forma de lenguaje, los antropólogos lo llaman metalenguaje, es decir, formas de comunicación no verbales pero que expresan ideas que se quieren manifestar socialmente.
A través de una vasta colección de arte escultórico y cerámico, Mayas, el lenguaje de la belleza se centra en un elemento fundamental de la plástica prehispánica: el cuerpo, que se aborda en cuatro apartados: El cuerpo como lienzo, El cuerpo revestido, La contraparte animal y Los cuerpos de la divinidad.
El cuerpo como lienzo
Las intervenciones de la apariencia del cuerpo, en tanto prácticas que tienen el propósito de modificar el aspecto físico, constituyen un elemento común en todas las sociedades actuales y pretéritas. En el mundo mesoamericano, particularmente entre los mayas preocupados por la belleza, se realizaban cotidianamente los peinados y aplicaban pintura en la piel, mientras otros arreglos estaban reservados para ocasiones festivas.
Algunos de estos adornos, como cicatrices y tatuajes, cambiaban de por vida el aspecto de las personas que los portaban y eran considerados expresiones visibles de identidad cultural o pertenencia social. Entre las modificaciones permanentes que llegaron a adquirir especial importancia se encuentran la escarificación facial y los ornamentos dentales, así como la modificación artificial de la forma de la cabeza, el estrabismo y las perforaciones para alojar orejeras, bezotes y narigueras.
En este núcleo sobresale el rostro de un hombre viejo, retratado sin deformación cefálica, con la nariz aguileña, portando un austero tocado y con la fuerza expresiva de sabiduría y serenidad de quien ha completado su ciclo vital.
El cuerpo revestido
Para los mayas la vestimenta señalaba la condición social del individuo. La mayoría de la población se dedicaba a las labores del campo y vestía con sencillez: las mujeres con el huipil y una falda o manto, y los hombres con un taparrabos o ex (en maya) amarrado a la cintura, y a veces una manta larga atada a los hombros.
La nobleza usaba elaboradas vestimentas con accesorios como cinturones, collares, tocados y pectorales cuajados de pedrería y plumaria. Los textiles, de ricos colores, se teñían con índigo, añil, grana cochinilla o con el tinte del caracol púrpura; se tejían con técnicas muy elaboradas como el brocado o el deshilado y muchas veces se complementaban con plumas.
En esta sección sobresale la Estela con gobernante. La parte alta de esta pieza exhibe al gobernante de Edzná, cuya fecha lo identifica el 17 de septiembre de 726. Amén de su elaborado garbo, la figura porta una especie de bastón con tres elementos en su mano izquierda y en la derecha el glifo del Dios K. Estos objetos son testimonio del alto rango militar y político, económico y religioso de este personaje, así como de su autoridad.
La contraparte animal
Para los mayas los animales son seres capaces de hablar, pensar y poseer poderes sobrenaturales, aunque reconocen las diferencias entre los humanos y éstos como parte de una visión del mundo basada en opuestos complementarios: vida-muerte, hombre-naturaleza, humano-animal. Existen tanto representaciones naturalistas de la fauna como imágenes de seres sobrenaturales que pueden incluir humanos con atributos animales y viceversa, o seres fantásticos resultado de la unión de dos o más animales.
Según la cosmovisión maya, todos los objetos, animales y plantas tenían una contraparte sobrenatural, y por tanto, sagrada. Muy especialmente se creía que los gobernantes fortalecían su poder recurriendo a ciertas fuerzas fantásticas que permitían a sus wayo’ob, o almas, abandonar el cuerpo durante la noche y moverse de manera independiente, convertidos en seres fantásticos de apariencia supra animal.
Sobresale en este núcleo un pectoral que procede de la Ofrenda de Oxkintok, fue parte del ajuar funerario de un noble adolescente quien portaba tal objeto que simula la cabeza de una tortuga terrestre y, a su alrededor, el vaso del árbol del mundo y la vasija con una serpiente bicéfala, entre otros objetos. La interpretación de este contexto es que los mayas esperaban que el joven sepultado renaciera de la tortuga terrestre como el árbol del mundo y alcanzara el lugar mítico de la creación.
Los cuerpos de la divinidad
Los mayas veneraban a múltiples deidades y entidades sagradas de muy diversa naturaleza, que podían encarnar los poderes más grandes o ser guardianes de diminutas plantas, pequeños arroyos o de los montes. Sus representaciones incluyen características humanas con elementos animales, vegetales y otros imaginados. A esos dioses y seres sagrados atribuyeron el origen de los fenómenos naturales a los que temían, y de la expresión material y espiritual de todo cuanto existe.
El panteón maya está integrado por deidades con características contrapuestas: masculinas y femeninas, jóvenes y viejas, animales y humanas, creadoras y destructoras, como la naturaleza misma de donde tomaron sus modelos.
En este sentido, las máscaras funerarias elevaban a los gobernantes a una condición sagrada. En la exposición se incluye la máscara funeraria de Calakmul, en ella se aprecia el rostro de un joven con un tocado que simboliza a la Montaña Sagrada de la que brotan dos pequeñas hojas de la planta de maíz. Sus grandes orejeras representan el modelo cosmogónico maya de cuatro lados y un centro, y sus colmillos evocan a la Serpiente del Aliento, reforzando el carácter divino del personaje.
La exhibición es fruto del trabajo de múltiples investigadores mayistas de diversas disciplinas, conjuntados por el INAH para mostrar a México y al mundo la grandeza de sus culturas antiguas.
Mayas, el lenguaje de la belleza permanecerá en exhibición en el Museo Nacional de China, en Beijing, hasta el 8 de marzo de 2015.