Gracias al conocimiento que se ha generado en torno a los ciclones tropicales y al uso de tecnología, es posible hoy en día la implementación oportuna de acciones que buscan, principalmente, salvaguardar la vida de las personas que se encuentran en zonas de riesgo, sobre todo, en las costas.
Afortunadamente, el reciente paso de Patricia, considerado el huracán más intenso jamás registrado en el Pacífico con vientos de 300 kilómetros por hora y rachas de 400 km/h, que hizo poner en alerta general a los estados de Jalisco, Colima, Nayarit, Michoacán y Sinaloa, no causó la muerte de ninguna persona, aunque sí daños materiales no mayores, según informes oficiales.
Sin embargo, pronosticar este fenómeno natural, establecer su eventual intensidad, trayectoria e impacto es información con la que se ha podido contar relativamente desde hace poco tiempo, por ejemplo, el registro formal de estos eventos meteorológicos se dio para el Atlántico norte a partir de 1851, probablemente con la idea de brindar protección a los barcos en sus largas travesías entre continentes, mientras que para el Pacífico oriental, específicamente frente a México, inició en 1949.
Un elemento más de importancia para evaluar los efectos destructivos de un huracán es la escala Saffir-Simpson, que clasifica del 1 al 5 el potencial de daños relacionados con la intensidad de viento (y adicionalmente los daños por la marea de tormenta), la cual fue desarrollada en 1971 y publicada en 1974; es decir, hace apenas 40 años.
“Pero sin duda, la herramienta principal para conocer la presencia y trayectoria de un fenómeno como un huracán, es el satélite, ya sea geoestacionario o de órbita polar; radares meteorológicos, y de manera secundaria, pero igual de importante, la información que brindan los vuelos de reconocimiento aéreo en el interior de los huracanes”, sostuvo Luis Manuel Farfán Molina, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Unidad La Paz.
Añadió que el avance en los sistemas de satélites, ahora de mejor calidad, y mayor frecuencia de las observaciones ha permitido avanzar en este conocimiento técnico-científico y, por en ende, incidir en el área de protección civil. También, el desarrollo de mejores modelos de predicción y equipos de cómputo más eficientes, así como la difusión de la información al público y autoridades ha sido de ayuda para conocer más a los ciclones tropicales y tener una mejor respuesta ante ellos.
Los elementos que convergen en la formación de un huracán son las propiedades de temperatura del océano, así como la estructura de la atmósfera: humedad, vientos y sus cambios con la altura. Estos indicadores comenzaron a analizarse en el siglo pasado, en la década los cincuenta, primero con estudios empíricos, y observacionales para desarrollar modelos teóricos y numéricos en los años setenta, así como las progresivas mejoras en los sistemas de monitoreo por medio de satélite.
Nuestro país, dijo Farfán Molina en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias, ha abonado al conocimiento sobre huracanes con estudios históricos y regionales sobre su impacto, tanto en la costa del Pacífico como en el Golfo de México y Caribe. También ha contribuido la colaboración que el Servicio Meteorológico Nacional, con sede en el Distrito Federal, ha establecido con el Centro Nacional de Huracanes, en Miami, Florida, Estados Unidos.
Patricia
Un huracán es la categoría que alcanza un ciclón tropical, es una gran masa de aire cálida y húmeda con fuertes vientos que giran en forma de espiral alrededor de una zona de baja presión. Tiene a su vez cinco grados de intensidad con velocidades que varían entre los 118 y más de 250 km/h. Son eventos con alto grado de destrucción y se forman después de ser tormenta tropical –con velocidades entre 62 y 118 km/h y a partir del cual se le designa un nombre.
Patricia fue presentado públicamente como el huracán más poderoso en la historia del planeta, al respecto, el científico sostuvo que todavía es necesario realizar un poco más de investigación para determinar esta calificación. “Hay que comparar la intensidad de Patricia con la de otros ciclones del Pacífico y otros regiones en el mundo. Al momento de entrar a tierra, el huracán Gilberto de 1988 también lo hizo en la categoría 5 sobre la península de Yucatán”.
Agregó que un dato a destacar debido a que no es común fue el rápido desarrollo que tuvo Patricia, aunque aclaró que no hay limitaciones para que los ciclones cambien repentinamente su intensidad, pues tienden a debilitarse rápidamente, en cuestión de 6-12 horas, al entrar a ambientes con cadenas montañosas como la Sierra Madre del Sur en México.
Sobre esto, el investigador describió que el martes 20 de octubre iniciaron las actividades de monitoreo de lo que en ese momento era la depresión tropical 20-E, ubicada al sur del Golfo de Tehuantepec. El evento se intensificó a tormenta tropical y por la madrugada del miércoles 21 alcanzó la categoría 1 en la escala Saffir-Simpson para huracanes. Por la noche del jueves 22, se estimó que Patricia ya era un huracán categoría 5 con vientos máximos de casi 300 kilómetros por hora. Tocó tierra el viernes 23 a las 18:00-18:15 horas en las costas jaliscienses y en las primeras horas del día siguiente, viernes 24, el huracán degradó a categoría 1 y antes del mediodía ya era tormenta tropical.
Luis Manuel Farfán consideró por otro lado, que las condiciones asociadas a El Niño han favorecido la presencia de temperaturas relativamente altas, mayores a 25 grados centígrados, en regiones amplias del mar, entre otros elementos que pueden ayudar a explicar la intensificación de eventos como el de Patricia.
Comentó que todavía existen condiciones para que se formen algunos ciclones durante octubre y parte de noviembre, aunque las regiones geográficas para esto serán cada vez más hacia la parte ecuatorial, esto es, al sur de México.