Situados al sur de Sonora, los acuíferos de Costa Hermosillo y Caborca han abastecido a la población y a sus cultivos por más de cincuenta años. No obstante, un grupo de investigadores han observado últimamente que el nivel freático ha disminuido llegando a los 60 metros por debajo del nivel del mar. El doctor Jaime Garatuza Payán, del Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), analizó el estado actual de los acuíferos para poder determinar el grado de afectación con el objetivo de tomar las medidas pertinentes.
“Los acuíferos costeros de Sonora tienen ya muchos años con problemas de sobreexplotación y esto ha ocasionado que los niveles freáticos de los acuíferos desciendan mucho, hasta casi 60 metros por debajo del nivel del mar, cuando la profundidad del acuífero como Costa Hermosillo está cerca de los 300 metros; esto ocasiona que los costos aumenten al intentar extraer el agua y se originen otros problemas como la intrusión salina”.
Costa Hermosillo y Caborca son acuíferos costeros explotados principalmente para riego agrícola, del primero, ubicado en el centro del estado, se abastece el Distrito de Riego Costa de Hermosillo, y el segundo acuífero, ubicado al noroeste de la entidad, provee de agua al Distrito de Riego de Altar, Pitiquito y Caborca, cubriendo, entre los dos, cerca de 100 mil hectáreas de diferentes cultivos.
“El problema, por ejemplo, en la Costa de Hermosillo, es que la extracción de agua supera la cantidad de recarga por 180 millones de metros cúbicos de diferencia, pues mientras la recarga es de 250 millones de metros cúbicos, la extracción asciende a 430 millones”.
Jaime Garatuza, quien encabeza el trabajo de investigación, explicó que si bien el estado de emergencia en el que se encuentran los acuíferos es causado por razones antropogénicas -actividades humanas-, los efectos del cambio climático también han causado estragos. Así, para actualizar el modelo del acuífero y establecer escenarios de éstos en un futuro, se consideraron algunos impactos del cambio climático que tienen efectos en dichos acuíferos como son: los incrementos en la temperatura, las reducciones en las precipitaciones pluviales al inicio pero en aumento a largo plazo, menores días de tormentas y días de lluvia, pero con mayor intensidad, menor cantidad de agua disponible para que se recargue el acuífero y mayores pérdidas por evapotranspiración.
“Por ejemplo, gran parte de agua de los acuíferos se usa para el riego agrícola, y lo que se busca es tratar de reponer en el suelo el agua que la planta extrae para su funcionamiento, agua que se pierde por evaporación y por la transpiración de las plantas; a este fenómeno se le denomina evapotranspiración. Entonces si debido al cambio climático aumenta la temperatura, también se incrementará la cantidad de agua que necesitan las plantas para su funcionamiento y, por ende, el efecto de evapotranspiración incrementará las pérdidas y tendremos que reponer más agua, si queremos seguir manteniendo la misma producción”.
Para actualizar este modelo, el doctor Garatuza Payán hizo uso de modelos matemáticos de funcionamiento del acuífero y los combinó con propuestas de manejo para mitigar el impacto, principalmente a través de la reducción de extracciones.
El también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias sostuvo que si el modelo de explotación continua manejándose igual, algunos de los pozos dejarán de producir agua antes del año 2050, y para el año 2100 el acuífero estará agotado. Aun con un plan de reducción de extracciones al 50%, el acuífero no se recuperaría, al menos en el corto plazo.
Como una de las estrategias para mitigar los efectos del cambio climático y los efectos causados por la misma población, los investigadores del Departamento de Ciencias del Agua y del Medio Ambiente del ITSON proponen reducir las extracciones y establecer “bancos de agua”, una iniciativa que ya se ha implementado en algunas partes del mundo como un mecanismo para facilitar el intercambio y la transferencia legal de las concesiones o los derechos de agua para proporcionar agua a los usuarios de las zonas donde no la hay o en donde ha habido escasez por años.
Otras propuestas de mitigación son establecer políticas de vulnerabilidad para los distintos sectores con énfasis en los recursos de agua subterránea, programas de diversificación de fuentes de ingresos para reducir la vulnerabilidad, prevenir la intrusión salina de los acuíferos, diseñar estrategias de manejo de suelos para maximizar la infiltración y retención del agua, e identificar áreas de recarga, y planear la reforestación y definir zonas de protección. “El valor del agua se debe reflejar en su costo real, incluyendo el costo de mantenerla y preservarla para el futuro”, dijo Jaime Garatuza Payán.
Es especialista en hidrología señaló que estos acuíferos se pueden recuperan siempre y cuando se deje de extraer agua, lo cual, por otro lado, trae otras complicaciones de tipo social pues se dejaría de abastecer a 100 mil hectáreas de producción agrícola. Sin embargo, el investigador hizo énfasis en la necesidad de recordar que los acuíferos no son un recurso renovable ni tampoco una mina de la que se pueda extraer todo.
“Si no dejamos de extraer y no nos apoyamos en la idea de los bancos de agua, el nivel del agua llegará al basamento, la parte última, la más profunda del acuífero, y pronto comenzarán a secarse paulatinamente algunos de los pozos”.