Que el presupuesto etiquetado para ciencia, tecnología e innovación en las diferentes secretarías federales se utilice para la investigación y no para construcción de infraestructura o algunas otras actividades apartadas de la actividad científica, pidió el investigador emérito de la UNAM, Ruy Pérez Tamayo.
Lo que hay que hacer con el dinero etiquetado para estos rubros “que lo decidan los científicos, no los políticos” dijo al terminar su conferencia titulada “La Ciencia en México: Hoy y Mañana”.
“No vamos mal, porque el nuevo consejero de ciencia y tecnología de la presidencia se llama Francisco Bolívar. Se ha dado un paso importante al incorporar en el equipo de las decisiones a la gente que sabe, que conoce acerca de los asuntos sobre los que se va a decidir”, señaló el miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Durante una hora, el jefe del Departamento de Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, dictó una conferencia en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) en la que se refirió también al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y de la reestructuración que necesita.
El SNI Congénitamente defectuoso
“El SNI nació congénitamente defectuoso, tiene muchas cosas deficientes, pero más vale algo que nada, y cuando a los investigadores se les dice: ‘los voy a favorecer en función de su productividad aunque ésta se mida no por la calidad de lo que hacen, sino por la cantidad’, creo que es un adelanto”.
Narró que él estuvo presente cuando se pensó en el SNI, “lo diseñó el doctor José Sarukhán Kermez, cuando era presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, (entonces Academia de la Investigación Científica), se mandó una carta a cerca de mil investigadores, recibimos las respuestas, la organizamos y entonces les presentamos el proyecto de lo que sería el SNI, que iba a ser manejado por la AMC y por científicos activos, pero luego se convirtió en una dependencia de la Secretaria de Educación Pública manejada por la burocracia del gobierno”.
Sin quitar el dedo del renglón, Pérez Tamayo, con casi 70 años de experiencia en la investigación científica, añadió que el sistema de evaluación de los científicos requiere de una revisión a fondo, “ya lo hemos escrito con Pablo Rudomín, ese tema es el que tiene que ser revisado, debemos sustituir la idea de la cantidad por el de la calidad”, dijo.
“El sistema de evaluación lo que aprecia es el número de publicaciones, el número de citas, el factor de impacto de la revista donde está publicado. Son puros números ¿quién habla de la calidad del proceso de investigación? nadie, y eso es una cosa que debemos modificar, pero sin acabar con el SIN, nada más hay que hacerlo bien”, aseguró.
Aunque a su juicio hay aspectos negativos en el SNI se mostró convencido de que se debe mejorar, no consideró que se este sistema se deba eliminar, “porque eliminaríamos el único elemento al que podemos apelar en función de nuestra productividad, y este es un valor al que no debemos renunciar”.
Clave la participación de la sociedad
Durante su conferencia, que fue la primera de un ciclo programado en el Cinvestav con investigadores de El Colegio Nacional, Pérez Tamayo expresó que el elemento central para el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación no serán “ni la economía, ni la iniciativa del gobierno, sino la participación activa e interesada de una sociedad civil más informada y educada”.
Su hipótesis es que este sector seguirá creciendo en la primera mitad del siglo XXI aún teniendo en contra la crisis económica y el desinterés del gobierno, “la crisis económica en el país persistirá por el fracaso del proyecto neoliberal y por la creciente dependencia a la economía internacional, principalmente con Estados Unidos, dijo.
Para Pérez Tamayo, “el control de la economía de México está hoy menos que nunca en las manos de nuestro país y es poco probable que la crisis económica mexicana mejore en el futuro próximo; además, no es posible pasar de un gobierno autoritario de 71 años a una democracia sólida y funcional. La democracia no es genética hay que aprenderla; no es un proceso fácil y rápido llegar a una sociedad del conocimiento”.