En el 2001 la Academia Mexicana de Ciencias, le propuso al doctor Carlos Bosch coordinar un proyecto para apoyar la formación de profesores encargados de la educación en ciencias y matemáticas, áreas en las que México ocupa los últimos lugares en las evaluaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Con este propósito se creó en el 2002 el programa de la AMC La Ciencia en tu Escuela, para el cual se invitó a participar a un puñado de científicos que integraron el denominado “Grupo de Enseñanza” que reunió especialistas en cada una de las disciplinas que se imparten en el diplomado dirigido a maestros de primaria y secundaria que se imparte desde entonces.
“La idea del programa es enseñarles a los niños cómo es la ciencia y que puedan generar el conocimiento por ellos mismos, como lo hemos hecho todos los científicos: nos hacemos las preguntas y aprendemos”, dijo Bosch.
Han sido doce años de trabajo. “Actualmente se encuentra en curso la décimo segunda generación de profesores y me siento muy contento, por supuesto, hemos logrado mucho, los maestros tienen ganas de trabajar con nosotros; inicialmente nadie nos conocía por lo que tuvimos que convencer a la Secretaría de Educación Pública (SEP), en particular a la Administración de Servicios Escolares del Distrito Federal, para que nos permitieran implementar el programa e invitar a los profesores”.
Bosch aseguró que La Ciencia en tu Escuela se ha ido perfeccionando con el tiempo aunque reconoció que en el camino se han equivocado muchas veces, y después de evaluarse han reacomodado las cosas y se han vuelto a someter a prueba hasta llegar a la fisonomía que actualmente tienen, no es algo, sostuvo, ni terminado ni cerrado.
Para el director general del programa aún falta mucho por lograr y resaltó como reto principal que se extienda en dos sentidos: por un lado, que el método se implemente en una escuela completa y que no sea un solo profesor aplicando lo aprendido en el diplomado.
El otro sentido, escalar a nivel nacional. “En el país tenemos aproximadamente un millón 250 mil maestros en la educación básica (primaria y secundaria), nosotros recibimos aproximadamente unos 400 profesores al año en el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) en la Universidad Nacional Autónoma de México, de manera presencial; y de mil 500 a dos mil en el sistema a distancia. Es poquito”, apuntó.
Pero a pesar del enorme desafío que representa, el matemático confesó sentirse optimista, porque siente plena confianza en los maestros a quienes hay que darles las herramientas para que se preparen y hagan las cosas bien; y también aseguró creer en los niños, porque saben aprovechar, “pero eso no me va a cegar para ver los problemas donde están”.
Como muestra, mencionó las evaluaciones externas a las que ha sido sometido el programa como las del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) VALORA y la de la SEP.
“Han salido con resultados espectaculares, considerando que es un programa con tan poco tiempo; por ejemplo, Conafe nos midió al segundo año de estar trabajando con ellos… En educación dos años es nada”.
Actualmente, el programa cuenta con dos modalidades de capacitación: presencial y a distancia. En el primero los profesores asisten durante 32 sábados a capacitarse. Se trabaja por separado con los de nivel primaria y de secundaria, y este año se tiene la novedad de llevar el diplomado a nivel preescolar pues existe la convicción en el programa que si se empieza a edades más tempranas el impacto es mucho mejor. La expectativa es, posteriormente, trabajar con los profesores de Consejo Nacional de Educación Técnica (Conalep).
“Cuando empezamos el programa invitamos a muchos científicos, pero no es fácil acercarlos. El problema es que no hay incentivos que permitan interesar a este sector por los temas educativos”.
Para el académico pareciera que está desvinculada la educación de la ciencia, y tan seguro está de ello que señala que estas actividades no están incluidas en las evaluaciones que se realizan en las universidades ni en el Sistema Nacional de Investigadores. México no cuenta con sistemas de evaluación adecuados para que los científicos se dediquen a la enseñanza o a la divulgación.
Como investigador, sostuvo que trabajar con profesores de primaria, secundaria o preescolar, es una decisión y un compromiso, pero consideró necesario buscar que desde el sistema se incentive la participación de los expertos en la educación. “El programa funciona pero falta este otro reconocimiento para que la gente se anime y haga este trabajo, y que tiene que reconocerse como tal. Lo que sí es seguro es que si hay una mayor participación de los científicos tendría una presión mayor para que el sistema lo acepte”.