Por Antonio Aspiros

Para Jorge Saldaña (1931-2014), conductor del programa ‘Sopa de letras’ que trataba sobre dudas en materia de lenguaje. Descanse en paz.

La Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) está integrada por organismos de 22 países pero es uno de ellos, la Real Academia Española (RAE), el que lleva la batuta aunque sólo representa al diez por ciento de los hispanohablantes del mundo.

Sobre ello trató el lingüista uruguayo Ricardo Soca en su conferencia magistral ‘La actitud de los trabajadores del lenguaje ante la lingüística prescriptiva y la autoridad académica’, durante el primer Concilio Nacional de Correctores celebrado en la Biblioteca de México ‘José Vasconcelos’ de la capital del país.

Ante un centenar o más de correctores de estilo procedentes de varias entidades y del extranjero, Soca dijo que, por estatutos, el presidente de la Asale es el director de la RAE, al tesorero lo nombra la RAE, tres de los cuatro vocales son de Madrid, la sede de Asale es un salón dentro de la RAE, y el sitio web está operado por el servidor de la RAE.

Y ese control es a pesar de que tal Asociación se creó en México en 1951, durante el primer Congreso de Academias convocado por iniciativa del presidente Miguel Alemán Valdés y en el que no tomó parte la Real Academia Española.

Pero, como explicó el también periodista, aquella Asociación no prosperó, hasta que en los años 90 -“ya con la globalización de la economía”- en España se vio la conveniencia de crear el mercado de hispanohablantes y de “difundir el prestigio de España y su papel central”. Y así la Asale hasta ganó, junto con la RAE, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2000 por “sus esfuerzos de colaboración y consenso”.

El conferencista explicó que para impulsar ese proyecto (que forma parte de la ‘Marca España’ y usa al idioma como un bien con rentabilidad) los españoles buscaron fondos de empresas y cúpulas, y se fomentó una cultura homogénea con sede en Madrid.

También dijo que los miembros de la Asale -entre ellos la Academia Mexicana- “reconocen la preeminencia de la RAE y se subordinan a ella”. En efecto, esto se observa en la edición XXII (2001) del ‘Diccionario de la lengua española’, donde ya colaboraron “las Academias hermanas” de América y de Filipinas, pero la obra “es propiedad” de la RAE que, “con su reconocida autoridad en materia léxica… incorpora a su Diccionario” los contenidos con un criterio determinado por ella, según advierte el preámbulo de ese lexicón.

Un poco antes, en la ‘Ortografía’ de 1999 la RAE agradeció a “las Academias hermanas” su “diligente, minucioso y esmerado trabajo de revisión”, que enriqueció el texto y sancionó la obra de los españoles como un producto “de la comunidad hispánica”.

En 2005 los otros 21 integrantes de la Asale tuvieron una mayor participación cuando se publicó el ‘Diccionario panhispánico de dudas’, y luego en los años posteriores con las nuevas Gramática y Ortografía, y en este 2014 con la edición XXIII del aún conocido como DRAE.

Sin embargo, y de acuerdo con lo expuesto por Ricardo Soca, “hasta hoy la Academia Española dictamina lo que debe hacerse y lo que no; lo que es correcto y lo que no”, a pesar de que “la legitimidad de la lengua es de quien la habla”.

Y señaló que si bien él no cree que el DRAE “tenga la última palabra”, los correctores en lo personal deben decidir el uso de uno u otro diccionario.

Por ejemplo, aquí, donde vive la cuarta parte de los hispanohablantes del mundo, existe la opción de emplear obras tales como el ‘Diccionario del español usual en México’ (ColMex, 1996), el ‘Diccionario de modismos mexicanos’ (Jorge García-Robles, Porrúa, 2011) y hasta el breve tratado ‘En torno al español hablado en México’, de Ángel María Garibay (UNAM, 1997).

Pero Soca -para quien decir “todos y todas” está bien en un discurso porque es una actitud política y no gramatical- sostuvo en su conferencia que el ser humano habla desde hace 150 mil años, pero nadie reguló (como ahora) la lengua con que se comunicaba y todos se entendían.

El lingüista uruguayo dirige la revista digital ‘elcastellano.org’, pionera en la promoción del idioma español en internet con más de 12 mil visitantes, y donde la Real Academia Española prohibió toda mención a ella y a su nuevo Diccionario recién puesto a la venta en algo así como mil 250 pesos los dos tomos.

También creó el boletín de semántica y etimología ‘La palabra del día’, que se envía por correo electrónico a más de 154 mil suscriptores. Producto de esa publicación son sus libros ‘La fascinante historia de las palabras’ y ‘Nuevas fascinantes historias de las palabras’.

Soca visitó por primera vez México, de manera especial para hablar durante el Concilio Nacional de Correctores.