Narcedalia Ramírez Pineda, presentó el libro “Ayú, lucha contra la pobreza en la Nación Mixteca”, en que resaltó que “la pobreza no puede ser una historia de nunca acabar”, pues afirmó: “México está harto de las prácticas asistencialistas que perpetúan la injusticia y la desigualdad.
La Vicepresidente de la Fundación Ayú, agregó al respecto: “Demandan por eso una política social que estimule las acciones productivas que generan empleo y orienten una audaz redistribución de los beneficios, del ingreso. Solo de esa manera podrá evitarse que siga creciendo cada día el número de pobres”, enfatizó.
Con la presencia de Heladio Ramírez López, presidente de la Fundación Ayú; y de los comentaristas de la obra: Diego Valadés, Director e Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; Carlos Salazar Arriaga, presidente de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México; Luis de la Calle, Director General y Socio Fundador de De la calle, Madrazo y Mancera; Alfonso Cebreros, Director de Relaciones Gubernamentales de GRUMA, y Modesto Seara-Vázquez, Rector de la Universidad Tecnológica de la Mixteca, Ramírez Pineda puntualizó que el libro tiene como propósito fundamental “mostrar que detrás de nuestras actividades en esa geografía del éxodo, hay un pensamiento, un sustento ideológico”.
Luego, ante la asistencia de Augusto Gómez Villanueva, Gustavo Carvajal Moreno, Alfredo Ríos Camarena, Jorge Montaño, el diputado Jesús Morales Flores, Jorge Galo, Alejandro Vázquez, de Banorte, entre otras personalidades, Narcedalia Ramírez Pineda destacó que los programas estratégicos de Ayú, tienen que ver con el desarrollo productivo y el social y que ambos casos lo que se privilegia es la consolidación y creación de nuevos proyectos productivos, la capacitación, la asistencia técnica, los planes de reforestación, el combate a la desnutrición, programas de vivienda rural, el fomento a la cultura de ahorro, entre otros esfuerzos.
Subrayó: “Esta experiencia sustentada en un claro pensamiento social fue ponderada por la CEPAL como el gran esfuerzo compartido con los pueblos más pobres y olvidados de la región indígena mixteca”.
Asimismo, expresó que creen en los valores de la solidaridad, pero sobre todo, “tenemos fe en los mixtecos, en sus mujeres, en sus jóvenes, en los niños, en sus campesinos. Reconocida en su inteligencia; su voluntad férrea, su entrega, su generosidad sin límites”, apuntó.
Al dar a conocer que la Fundación Ayú ha beneficiado a 500 mil personas en una zona cuyos altos niveles de marginación social económica y cultural conduce a sus habitantes a marcharse a otros estados del país, a la capital o a los Estados Unidos de Norteamérica, Narcedalia Ramírez afirmó: “Hoy más que nunca estoy convencida que la transformación de la Mixteca tendrá que ser obra de los mixtecos, apoyados por las acciones gubernamentales y por la solidaridad de organizaciones de la sociedad civil como las que ahora han alimentado y dado vigor al proyecto de nuestra Fundación”.
Indicó que en la Nación Mixteca, que comprende los estados de Oaxaca, Puebla y Guerrero, en las regiones Valles Centrales, Costa e Istmo, surgió en 1998 un instrumento de progreso para inspirar, analizar, discutir y acompañar las gestiones y proyectos de las familias mixtecas, y sus humildes comunidades, con el fin de promover y procurar su desarrollo integral y sustentable.
Específico que a 15 años de existencia, la Fundación Ayú documenta su propia lucha contra la pobreza en la Nación Mixteca –pero también la de los campesinos que decidieron salir de las sombras del abandono- en un libro cuya edición fue patrocinada primero, por la Cámara de Senadores, luego por la Cámara de Diputados y, finalmente por el grupo Maseca.
Los expositores
Al comentar el libro, el académico e investigador Diego Valadés lo calificó como exuberante y maravilloso y al reflexionar sobre el mismo, dijo que forman parte de una lectura emocionada y de una enorme convicción de que lo que tenemos ante nuestros ojos y el gran análisis en la obra, es que no solo es posible mejorar las condiciones de vida de la Nación Mixteca, sino que es posible mejorar las condiciones de vida de toda la Nación mexicana.
“En principio, debo decir que aplaudo el título mismo de la obra: “Ayú, lucha contra la pobreza en la Nación Mixteca”, que es no otra cosa sino la expresión del proyecto que lleva ya varios años en marcha. En lo personal, me gusta más hablar de la lucha contra la pobreza que de la cruzada contra la pobreza.
Soy respetuoso de todos los credos, pero creo a nivel de un estado secular, lo que hacemos es luchar como ciudadanos y que la voz cruzada, implica, repito, la alusión a un símbolo muy respetable, pero al símbolo de la cruz, y creo que la acción que debemos realizar corresponde a la decisión cívica de impulsar un proyecto y de seguir un proceso, que corresponde a la merecida reivindicación de aquellos que no han tenido oportunidades”, apuntó.
Dijo que el libro, donde su autora expreso de que la pobreza es de nunca acabar, “es justamente lo que la obra refleja, la lucha por sí acabar, con ese flagelo. Contiene por supuesto, un diagnóstico, con datos estrujantes y ofrece un panorama que debe ser tenido en cuenta como un ejemplo para el país, porque se está hablando de lo que ocurre con 600 mil mexicanos, en una extensión de 100 mil hectáreas, donde existen 82 mil unidades productivas. Esto habla de la pequeñez de las unidades productivas, donde están presentes 97 cajas de ahorro –y, dice el libro-, la mayor parte fuera de esquemas legales donde existen 40 casas de cambio, que son el resultado de la presión sobre la población para emigrar y donde hay – señoras y señores- Mil templos”, subrayó.
Diego Valadés mencionó que éste es otro problema que hay que contemplar, el de la secularización de la sociedad mexicana, que ahora podemos impulsar con mayor vigor, a partir de la reforma constitucional, que define el estado mexicano como laico, porqué, fíjense ustedes, en la página 42, se nos dice que la producción de esa zona, en 2008, generó 41.2 millones de dólares; y en 2009, al año siguiente - supongo que no habrá aumentado un 10 por ciento a la producción del año previo, que muy bien pudo ser algo semejante-, la Iglesia recibió en esos Mil templos, 49.4 millones de dólares –eso aparece en la página 70 del libro-.
Esto es, precisó, la Iglesia recibió más de lo que la comunidad de 600 mil habitantes, en 100 mil hectáreas, y con 84 mil unidades de producción, generó como riqueza. Se preguntó: ¿cómo se produjo esto? A lo que comento: “bueno, con la venta de toda suertes de misas, desde las muy inocentes como son los bautizos, hasta aquellas, en estos casos las ya oficiadas por los obispos, que ofrecían milagros, entiendo que la cotización en este caso, asciende a 500 dólares, según los datos que aparecen en este libro”, acotó.
Subrayó que no sólo estamos ante un problema de combate, de lucha contra la pobreza, sino que estamos también ante la necesidad, la secularización de la vida social mexicana, pues el solo hecho de que eroguen más de lo que producen los habitantes de la región, indica que ahí hay un desafío cultural de enorme magnitud y en buena hora que un rector como Modesto Seara-Vázquez, esté llevando a cabo ese gran proyecto que inició siendo gobernador de Oaxaca, Heladio Ramírez López.
Pero, menciono que la magnitud del problema cultural que ahí hay, es necesario abordar y atender y que justamente corresponde este enorme esfuerzo que hace la Fundación Ayú y el elenco de instituciones que ha venido construyendo, para organizar a los productores, a las mujeres, a los niños, en un viejo sueño que ya se tuvo en la revolución por Salvador Alvarado, cuando estableció la república escolar en 1915, en Yucatán.
Por su parte, el ingeniero agrónomo Carlos Salazar Arriaga enfatizó que desde su punto de vista el marco teórico de este libro es una radiografía de las estructuras productivas de los pueblos mixtecos, su minifundio, la pobreza de sus recursos, sus estrategias de supervivencia, su actividad natural que es una agricultura marginal y la alternativa no deseada de la migración hacia otros pueblos de desarrollo y del propio país y de Estados Unidos de Norteamérica, principalmente.
“La migración es un hecho dramático que fractura a las familias y deja la gran responsabilidad a mujeres, jóvenes niños y ancianos de sobrevivir con sus escasos recursos de la tierra y la naturaleza y, con las remesas que les son enviadas”, enfatizó.
El líder de productores de maíz, además, enmarcó que esta obra hace un análisis objetivo de los procesos de acumulación de la riqueza, que no es privativo de esta región, sino del modelo de desarrollo, no solamente del país, sino imperante en este proceso de globalización, donde los intercambios desiguales se dan en los intercambios comerciales injustos, que benefician una oligarquía que prevalece en la satisfacción y en un proceso irracional de acumulación que no comparte recursos para superar estos lacerantes problemas de pobreza e inequidad del país y en el mundo.
Agregó que detalla el libro que los excedentes de la fuerza del trabajo explican mucho el exceso de connacionales mixtecos que se van a otros territorios a buscar sus recursos, principalmente a Norteamérica; pero también explica que son los pobres recursos, principalmente el agua, y los abundantes riesgos de una agricultura de subsistencia, los que generan una condición de miseria, desde su génesis de la cultura mixteca, desde su antecedente prehispánico, pero que además, fortalece una cultura con racionalidades diferentes a los modelos económicos que hoy se viven.
Este marco de referencia, por otro lado, describe la realidad en que opera el proyecto de la Fundación Ayú, que es un reto que se agudiza por lo desacertado y burocratizado de los apoyos gubernamentales, que siguen siendo marginales, y lo explica con datos precisos, en la desproporción de lo que se hace con las remesas que han sido insignificancia, pero que siguen siendo marginales y de poco impacto.
“Pero, desgraciadamente, contaminan en la coyuntura político electoral, donde el clientelismo político trunca siempre los proyectos de largo plazo como es el de Fundación Ayú, y de muchas otras organizaciones que participamos en el sector, como la CNPAMM”.
Destacó Salazar Arriaga que este documento nos está invitando a la reflexión de sus prácticas acumulativas, nos aconseja construir organizaciones campesinas incluyentes y plurales, unidas en torno a nuestras problemáticas y soluciones, a defender nuestros derechos, pero también a cumplir con nuestras obligaciones, donde todos somos importantes y necesarios. “Organizaciones que luchen y que sean activas, consientes y que además sean inteligentes y audaces, y eso es muy importante, porque nosotros lo practicamos bajo el consejo de Heladio Ramírez López”, expuso.
Dijo que es sano buscar alianzas con sectores productivos y empresarios, con las Universidades, con Instituciones, con los que generan tecnologías y estén abiertos a la negociación, acuerdos comerciales para defender los recursos, conservarlos y defender nuestra cultura y vivir intensamente los valores de la democracia.
“Cuando un libro motiva a hablar sobre él y cuando se hace referencia sobre sus temas y sus actos, además de crear polémica, y nos identificamos con él en alguna parte de sus páginas, es un buen libro”, puntualizó.
A su vez, el empresario Alfonso Cebreros, subrayó que en grupo Maseca y Banorte comparten esta gran visión de la Fundación Ayú, porque como lo dijo la CEPAL, ahí hay un modelo que se puede replicar.
Dijo que sí se requieren muchos cambios, pero lo que hay que cuidar, es que no podemos inventar al país cada vez que hay un sexenio, porque consideró que así no funcionan los países.
“Necesitamos aprender y aprovechar lo hecho, independientemente de quien lo hizo, ya que se necesita darle mantenimiento a lo que ya existe, porque una de las señales más grandes del subdesarrollo, es hacer las obras, inaugurarlas y abandonarlas, porque ya no le interesan al nuevo gobierno”, indicó.
Otro tema, dijo, es que se tiene mucha investigación agropecuaria, pero suelta y descoordinada y que les preocupa que las trasnacionales invadan los mercados de semillas y otras cosas, cuando en México hay grandes investigadores del campo –agrónomos-, como de la Universidad Agronómica de la Narro, de Chapingo, del Politécnico, del INIFAP.
Dijo que el estado tiene la responsabilidad de la infraestructura e investigación del campo; así como de la información de mercados, y aseguró que en México todavía se siembra a ciegas, es decir, lo que se le ocurrió al productor o porque así le enseñaron, por ello resaltó el trabajo de la Fundación Ayú.
En tanto, el doctor en Economía, Luis De la Calle, mencionó que la transformación de la Mixteca es la transformación del país, en cuanto a lo que se ha hecho en beneficio de las poblaciones por parte de la Fundación, y consideró el libro muy oportuno porque “en México estamos con frecuencia inundados de noticias negativas, de pesimismo, de pensar que no se puede transformar la realidad”.
Sin embargo, dijo que “la acción de la Fundación Ayú y lo que este libro refleja, precisamente es una voluntad irreductible sobre las posibilidades de cambiar. Se requiere un cambio de mentalidad y los autores del libro hacen referencia al cambio de la mentalidad en la Mixteca; creo que los lectores no mixtecos vamos a recibir una dosis de cambio de mentalidad, porque la acción y función que desarrolla la Fundación, son un ejemplo vivo de cómo sí se pueden hacer las cosas si uno está decidido a hacerlas, y también son un ejemplo en el sentido de que no podemos esperar a que el cambio venga de fuera, si no que el cambio es nuestro, de cada uno de nosotros y que el cambio es eminentemente posible.
“Es un cambio de mentalidad y psicológico sobre las posibilidades de desarrollo”, destacó.
Luego, explicó que con frecuencia en la Ciudad de México escuchamos analistas, comentocrátas o líderes, que nos dicen que el cambio y el progreso no son posibles, pero que la Fundación Ayú es un ejemplo de cómo sí es posible, si se saben hacer bien las cosas, con una serie de principios y con un compromiso de largo plazo.
“El libro es una contribución muy importante, porque parte de un diagnóstico muy crudo de la difícil realidad de la mixteca, que se cree que no es posible superar sus necesidades; sin embargo, la Fundación Ayú no solamente nos está diciendo que sí se pude, y que el mejor capital que tenemos son los mixtecos mismos quienes no solamente podrán superar la pobreza, sino también para ser mexicanos ejemplares”.
Agregó que el libro también nos lleva a hacer una reflexión, muy importante, entre el asistencialismo y los proyectos productivos y nos lleva a la conclusión de que no son el uno o el otro, sino que en el fondo queremos el éxito de los proyectos productivos, pero también se requiere de la asistencia de la sociedad para poder progresar. Y, que es una obligación, por cierto, de todos.
“El libro tiene una ideología, basada en la coherencia, entre lo que uno piensa y lo que uno hace, que es un activo bastante poco común y corriente, por cierto en la Ciudad de México, pero mucho más en la mixteca. También, parte de un principio basado en la honestidad y en el respéto de las ideas de los demás. Además, de la honestidad y la democracia y la participación ciudadana. No necesitamos un país de líderes sino de mixtecos que participen en la transformación de su propia realidad y que sean un ejemplo para transformar al país, pues consideró que en mixteco no existe la palabra imposible.
En su oportunidad, el académico Modesto Seara-Vazquez expuso que la acción contra la pobreza tiene distintos niveles, pues no se acaba con ella si no hay una transformación estructural, ya que todo lo demás es limosna. Sin embargo, reconoció que algunas veces la limosna es fundamental para superar la supervivencia y que es importante enfrentarse a las necesidades de cada día.
En la sociedad no se puede llegar diciendo aquí tienes, no te preocupes, come y ya mañana te voy a dar otra vez para que comas, lo cual se desinutiliza a la persona. “Eso no puede ser, la mayor parte de los que dan eso no les interesa más que conseguir luego su apoyo, su voto o su complicidad para conseguir dinero de otros lugares, y he visto muchas organizaciones no gubernamentales, parasitarias de la sociedad”.
Mencionó que lo que está haciendo la Fundación Ayú y el Instituto para el Desarrollo de la Mixteca, es fundamental, pues ya está produciendo frutos con una transformación constante de las nuevas generaciones, ya que “el objetivo de convertir en posible lo imposible, se podrá totalmente”
El evento se realizó en las oficinas de la Fundación Ayú en la Ciudad de México.