Gracias a métodos de datación cada vez más precisos para calcular la edad aproximada de las rocas, minerales y restos orgánicos, hoy es posible estudiar la relación entre eventos importantes, como las grandes extinciones, los fenómenos geológicos y cosmológicos, o la evolución de los homínidos. En cierta forma, es así como las ciencias de la Tierra pueden reconstruir un parte de la historia de nuestro planeta.
El pasado mes de noviembre, el reconocido geocronólogo Paul Renne vino a nuestro país invitado por la Academia Mexicana de Ciencias a través del Programa de Visitas de Profesores Distinguidos. El académico de la Universidad de California y director del Berkeley Geochronology Center impartió un curso corto y seminarios sobre la técnica de datación 40Ar/39Ar, que determina la edad de rocas que van de los 2 mil a los 4.5 miles de millones de años de antigüedad.
El método radiométrico 40Ar/39Ar se basa en medir una propiedad radiactiva natural de los isótopos inestables del elemento potasio (K) que a través del tiempo decaen en isótopos de argón (Ar) con 40 o 39 neutrones en su núcleo. Al conocer la constante de decaimiento del potasio a través del tiempo y medir la cantidad de gas argón acumulado en los materiales se puede calcular la edad de una roca, que se cuenta a partir del momento en que se formó.
Esta técnica es perfecta para datar rocas volcánicas, que empiezan a acumular argón desde que se enfrían y endurecen tras una erupción. Una de las ventajas es que el potasio es abundante en estos materiales; y aunque el argón, en estado gaseoso, se escapa cuando hay cambios de temperatura, los resultados pueden ser comparados contra otros métodos de datación para asegurarse de su precisión.
Provoca el volcán nuevas preguntas
Junto a su anfitrión, el investigador Hugo Delgado Granados del Instituto de Geofísica de la UNAM, el doctor Paul Renne realizó trabajo de campo en los alrededores del Popocatépetl para recolectar y analizar nuevas muestras de material volcánico. “Los primeros resultados que obtuvimos nos sorprendieron: encontramos (material de) erupciones muy antiguas, por lo que la historia del Popocatépetl es anterior a lo que sabíamos”, declaró el profesor invitado.
Con el objetivo de estudiar la variabilidad eruptiva del volcán y sus implicaciones para los plazos de sus procesos magmáticos y riesgos volcánicos, la geocronología ayuda a determinar patrones de edad y tiempo a partir de los flujos de lava y los materiales expulsados, rocas y cenizas, para conocer qué ocurrió en el pasado y hacer nuevas preguntas para entender a futuro.
Los primeros resultados llevaron a los investigadores a buscar muestras de edades más antiguas. Aunque es la misma formación montañosa, el material volcánico proviene de conductos diferentes. “En el Popocatépetl, en realidad hay tres volcanes que se formaron en el pasado, pues el lugar de las erupciones se ha movido, tal vez con solo un kilómetro de diferencia hacia el sur”, dijo. La pregunta que surge es a qué se debe este cambio de locación y si es algo sistemático.
“Una de las cosas inusuales (que encontramos) es que la composición de las lavas y cenizas es consistente”, es decir que aunque el material ha salido por conductos diferentes, el magma proviene de una misma fuente. A partir de estos resultados, y con nuevas preguntas, los investigadores se han dado a la tarea de contar la historia eruptiva del volcán.
Gracias a la visita del doctor Paul Renne a México se logró impulsar un mayor intercambio entre los centros de investigación y se abrieron puertas para que más estudiantes participen en el proyecto.
Desde un punto de vista práctico, “entender la historia de sus erupciones es muy importante para entender qué debemos esperar para el futuro”, dijo el profesor invitado, quien está interesado en estudiar el caso particular del Popocatépetl por la importancia que tiene para tantas personas que viven alrededor.