No tiene mucho que la luz artificial nocturna comenzó a considerarse como un contaminante. Su extensión global y su creciente invasión en los ecosistemas han despertado el interés de los científicos para averiguar cómo es que afecta los procesos biológicos, en particular, de los ecosistemas marinos pues más de mil millones de personas -alrededor del 23% de la población mundial- vive dentro de los 100 kilómetros de costa, lo que implica que muchos ecosistemas marinos están expuestos a la luz artificial durante las noches.
Está ampliamente documentado que en las tortugas marinas, por ejemplo, hay un impacto negativo directo en dos aspectos: uno, que los adultos ya no van a anidar al sitio cuando hay mucha luz y, otro, que cuando salen del huevo, las crías de tortuga pueden desorientarse y perderse, quedar expuestas a los depredadores o morir de deshidratación en el camino, explicó el doctor Ricardo Rodríguez Estrella, especialista en biología de la conservación del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor).
El también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias ha trabajado desde el 2005 en el Parque Nacional Cabo Pulmo, una zona de alta biodiversidad en el Golfo de California que contiene al único arrecife de coral vivo al oeste del continente Americano, elaborando el estudio de ordenamiento ecológico territorial de las actividades de esta área natural protegida y los impactos de las actividades en la flora y fauna acuática y terrestre.
Su experiencia de trabajo en esta zona lo llevó a realizar, junto con investigadores de las universidades de Stanford y Maryland, de Estados Unidos, así como de la World Wildlife Foundation, un estudio publicado el año pasado en el Global Ecology and Conservation que simuló el alcance de la luz artificial sobre los sitios de anidación de la tortuga golfina y laúd, dos especies catalogadas como “vulnerables”, durante las diferentes fases de construcción de un megadesarrollo turístico en Cabo Cortés.
El proyecto, que estaba a cargo de la desarrolladora española Hansa Urbana e incluiría cinco hoteles con 30 mil habitaciones en un espacio de 3 mil 800 hectáreas ubicadas a 17 kilómetros de la reserva coralina, fue suspendido en el 2012 por el gobierno mexicano por las dudas sobre su sustentabilidad.
Un contaminante poco común
Las principales señales que siguen las crías son la intensidad luminosa y la elevación del horizonte, sostienen los especialistas en dicho estudio. En condiciones normales, el horizonte sobre el océano aparece más brillante que en dirección a las dunas o la vegetación porque el agua tiene un mayor albedo -esto es, la proporción de luz que refleja un cuerpo respecto a la que incide sobre él- que la tierra. Por lo tanto, las crías se orientan lejos de las sombras y las altas siluetas creadas por la vegetación de la playa o las dunas y hacia el horizonte más bajo y brillante. Con la iluminación artificial, es difícil para las crías encontrar el camino más directo al océano.
Para modelar el alcance potencial de este relativamente nuevo contaminante, los investigadores adaptaron un programa computacional de ‘cuenca visual’ que resalta todos los elementos de una línea de visión desde la ubicación de cierta marca de posición; si hay algún objeto que se interponga en el camino, la cuenca visual muestra una sombra detrás de éstos.
El software utiliza básicamente tres elementos: los datos de elevación del terreno, los cuales se pueden adquirir de forma gratuita en ciertos sitios de internet; las ubicaciones de los puntos de anidación de las tortugas para distintos años -proporcionados por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas- y, finalmente, el mapa georreferenciado del Plan Maestro de zonificación del desarrollo megaturístico Cabo Cortés, en el cual se establecen las áreas destinadas para uso residencial, comercial, recreativo e indeterminado.
El modelo consideró que la distancia máxima a la cual se puede tener un efecto en el horizonte de la iluminación artificial es de 32 km -según un estudio previo que los autores consultaron-; además se exploraron tres escenarios con diferente altura de la iluminación exterior -uno, diez y veinticinco metros- para determinar si las colinas o las dunas de arena obstruían el paso directo de la luz.
Los resultados mostraron que las primeras fases de construcción, que son principalmente las de desmonte de la vegetación, son las que mayor probabilidad tienen de emitir luz que alcance los sitios de anidación, independientemente de la fuente luminosa. El estudio muestra mapas con los diferentes porcentajes de cobertura que tendría la iluminación en los distintos escenarios.
“El modelo puede decir que a ciertas altitudes y dirección no se puede construir, otra es disminuir la intensidad de la luz y cambiar el tipo de luz y, muy importante, probar que no afecta a las tortugas o a otro tipo de fauna (…) La idea de esto es que de darse el desarrollo, tanto el desarrollador como las autoridades ambientales se sienten a dialogar y a tomar decisiones junto con la comunidad local que vive de un tipo de turismo, que se basa en gran medida en el ecoturismo de bajo impacto, siendo el relacionado a las tortugas uno importante; además de cumplir con la normatividad ambiental de protección de especies en riesgo, como son las tortugas”, comentó Rodríguez Estrella.
Rodríguez Estrella apuntó que el software que se propone en este estudio es abierto y lo que busca es que mediante la incorporación de estos análisis a los planes de desarrollo se tenga un mejor manejo de la iluminación externa para mitigar este tipo particular de amenaza para la fauna, en general, y en particular, al éxito reproductivo de las tortugas marinas, aseguran los autores del trabajo.
Amenaza latente
Tras la cancelación en el 2012 de los permisos ambientales al mega desarrollo hotelero Cabo Cortés, el interés de diferentes desarrolladoras sigue vigente y de ahí la importancia de estudios de este tipo, en particular para esta zona, aseguró el investigador. Tan solo en ese mismo año, un nuevo proyecto llamado Los Pericúes fue propuesto para la misma zona con ligeras modificaciones y también fue detenido.
Más recientemente, en el 2014, y según lo reportan algunos diarios de circulación nacional, la firma de capital estadounidense y asiático La Rivera Desarrollos BCS ingresó a Semarnat un nuevo proyecto denominado Cabo Dorado que consiste en la construcción de nueve hoteles, dos campos de golf, zona residencial de hasta 6 mil unidades, centro de esparcimiento, centro de salud, centro deportivo y centros comerciales. Aunque éste último fue retirado nuevamente, el interés de los desarrolladores continúa según estas mismas fuentes de información.
“Nuestros hallazgos parecieran de bajo impacto pero si consideramos los desarrollos y cómo está creciendo la urbanización en todo el mundo nos damos cuenta que los impactos más allá de lo local, son a gran escala”.