De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), adscrito al Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, en 2011 se registraron cuatro mil 168 sismos en México; de ellos, sólo nueve tuvieron magnitud de entre cinco y seis grados, y dos de entre seis y siete; el resto, fueron imperceptibles para la población en general.
Carlos Valdés González, jefe del SSN, señaló que del total de los movimientos, 32.2 por ciento se presentaron en Chiapas, seguidos por Guerrero (18.6), Oaxaca (15.9) y Baja California (15.3).
Si se divide el número de eventos ocurridos en 2011, el promedio es de entre 10 y 12 por día, pero la mayoría no son advertidos por la gente. Para los sismólogos, dijo, los temblores considerados importantes son los que están por arriba de cinco grados.
Riesgos por zonas
Hace cinco años, se reportaron 900; en 2010, tres mil 600, y en 2011, cuatro mil 168. Pero ello no significa que tiemble más ahora que en el pasado, sino que hoy se tiene mayor capacidad de detección; “nos hemos extendido en estaciones sísmicas y eso ha permitido tener mayor cobertura”, explicó.
En realidad, en muchos lugares del país ocurren movimientos, en algunas son esporádicos y debido a que pasa mucho tiempo para que ocurran a la población se le olvida; en otros casos, sucede que actualmente esta última se ha ubicado en zonas sísmicas que anteriormente no estaban habitadas, explicó el investigador del IGf.
Es el caso de algunas regiones en el Golfo de Baja California, donde la península se ha separado poco a poco del costado del continente, a una velocidad de cuatro centímetros por año, y esto se debe a la presencia de un sistema de fracturas ubicado en el Mar de Cortés, que al tocar tierra se conoce como el conjunto de falla de San Andrés, indicó.
Entonces, en esta región hay ciudades con un riesgo importante como Mexicali, Hermosillo, Culiacán, Los Mochis y La Paz, por mencionar algunas, pero esto no es un fenómeno nuevo, aclaró el doctor en Geofísica.
Sin embargo, los ocurridos en la zona que pasa por la falla de San Andrés no son muy grandes, y su periodo de recurrencia es más largo; en cambio, en las costas de Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas, las magnitudes son más altas y se presentan con mayor frecuencia.
Tener mayor conocimiento, apuntó, ayuda a saber más sobre el fenómeno, para determinar si los reglamentos de construcción son adecuados o deben modificarse, o para señalar en qué áreas hay procesos tectónicos que en un momento dado pudieran ocasionar un sismo mayor.
Así, ejemplificó, uno que sucedió hace 50 años tendría más consecuencias ahora, no por su magnitud o energía, sino porque actualmente las construcciones ya son diferentes y existen zonas que antes no estaban pobladas y ahora sí.
“Además, si sólo tuviéramos registro de los considerados importantes, pensaríamos que ocurrieron 11 el año pasado en territorio mexicano, y no es así, porque la evidencia nos muestra que fueron muchos más”, enfatizó.
Conocimiento, fundamental
Entonces, mencionó, al difundir información se pretende que la gente esté mejor preparada, porque si bien no se pueden evitar ni prevenir los temblores, sí se puede saber cómo actuar en caso de que ocurra uno.
Por ello, en el SSN monitoreamos la actividad sísmica las 24 horas del día durante todo el año, y se genera un reporte diario; pero si se presenta un evento considerado importante, se emite la información correspondiente, concluyó.