La función de la docencia en el mundo se ha visto modificada de manera casi global, ante la presencia de nuevas tecnologías. La situación se presenta aún con mayor fuerza en las zonas urbanas, donde los alumnos desde la educación básica recurren a Internet para resolver dudas u obtener información, que en muchas ocasiones, no transita por el rigor de los libros.
Para Ana María Salmerón, coordinadora del Colegio de Pedagogía de la UNAM, las nuevas tecnologías como Internet, dispositivos móviles y teléfonos inteligentes, no son sino un recurso más, inadecuadamente visto como un fin, o como una solución a problemas educativos.
“El tema de la apelación y no a las nuevas tecnologías, no ocurre estrictamente porque existan las posibilidades materiales de computadoras, de enciclomedias o de recursos físicos de infraestructura en las escuelas, sino también por la manera que tenemos de comprender la capacidad de su uso como herramienta para la búsqueda de datos, pero no para educar, sino para proporcionar la información que, en última instancia, podríamos emplear para enseñar a pensar, tarea original de la educación”, explicó.
Elaboración cognitiva
Según la más reciente Encuesta en Hogares sobre Disponibilidad y uso de las Tecnologías de la Información, realizada en 2010 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México 38.9 millones de personas son usuarios de una computadora, y 32.8 millones tiene acceso a Internet.
El INEGI detalla que el sector que más utiliza la red se halla en el rango de edad de 12 a 34 años, y que el 53.4 por ciento la utiliza con fines escolares.
“Que los niños vean en pantalla lo que podrían leer en libros no me parece un tema de preocupación real. Entiendo que el problema no son las computadoras, de hecho pueden tener tantos o más recursos que los libros mismos, y su uso es grave de acuerdo con el tipo de ejercicio reflexivo que exige de los estudiantes el acudir a ellas o a los libros; el problema no es la disponibilidad de la información, sino el procesamiento y potencialidades de desarrollo cognitivo que tenga”, abundó.
La pedagoga universitaria explicó que si para realizar una tarea un chico es capaz de consultar tres o cinco fuentes en la web en un lapso de 20 minutos, en lugar de consultar una sola impresa, y después emprender una elaboración o una manipulación cognitiva de las fuentes que consultó, entonces es mejor que emplee la computadora, a que acuda a una biblioteca.
“El problema es el destino y no los medios para conseguirlo. La tecnología es una herramienta que manejan mejor los jóvenes que los adultos, y eso nos podría permitir revertir un poco la lógica de la enseñanza y recolocarnos en relaciones más horizontales para el aprendizaje y la enseñanza”, finalizó.