Un conjunto de 200 piezas de más de cinco siglos de antigüedad, manufacturadas en jade, turquesa, oro, hueso, concha, cerámica, entre otros materiales, de las culturas maya, tolteca, zapoteca, mixteca y nahua, son mostradas en la exposición Los hijos de la serpiente emplumada: El legado de Quetzalcóatl en el México antiguo, que se presenta a partir de esta semana en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, Estados Unidos, y posteriormente pasará al Museo de Arte de Dallas.
La propuesta museográfica fue coordinada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), y describe la leyenda de Quetzalcóatl y la veneración hacia este dios prehispánico por tales civilizaciones, que lo adoptaron como deidad fundadora y benefactora.
En la muestra se incluyen los códices Selden, Becker y Nuttall, este último resguardado en el Museo Británico de Londres, el cual posiblemente formó parte del primer envío de regalos que Hernán Cortés hizo llegar al rey español Carlos V, en el siglo XVI.
De los dos centenares de objetos, 106 provienen de instituciones y museos mexicanos, en su mayoría adscritos al INAH, así como 94 objetos pertenecientes a universidades y museos de Estados Unidos, Austria, Canadá, Alemania y Reino Unido.
De acuerdo con la curadora Victoria Lyall, las civilizaciones prehispánicas que ocuparon lo que hoy es el sur de México, adoptaron a Quetzalcóatl —encarnación del antiguo espíritu de la fuerza del viento y la lluvia, que poseía atributos de una serpiente y un quetzal— como dios fundador, a partir de la caída de la ciudad tolteca de Tula (1200 d.C.), la cual, según la leyenda, fue creada con el nombre de Tollan por dicha deidad.
“Según el mito, la comunidad tolteca prosperó en Tollan a través del comercio, hasta que rivales de Quetzalcóatl conspiraron en su contra y lo exiliaron de la ciudad, en la que, a su partida, se desató una lucha interna que la destruyó por completo, pero cuyo recuerdo continuó en comunidades sureñas de México, que adoptaron a la Serpiente Emplumada como dios principal durante el periodo posclásico (900-1521 d.C.)”, abundó.
“La exposición consta de cinco módulos temáticos, en los que se exhiben piezas de jade, turquesa, oro, hueso, concha, cerámica, perla, madera, papel, textil y basalto”, comentó a su vez Alejandra Barajas, coordinadora de Proyectos, de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH.
“La primera sección —continuó—, titulada El Mundo de Tula y Chichén Itzá, describe las redes de comercio que existieron en esas urbes prehispánicas, y la devoción que tenían hacia la Serpiente Emplumada entre los años 900 a 1200 después de Cristo”, explicó la especialista.
En este módulo destacan dos discos de turquesa, que datan de 900 a 1200 d.C., provenientes de las zonas arqueológicas de Chichén Itzá, en Yucatán, y Tula, en Hidalgo, ambos préstamo del Museo Nacional de Antropología; en ambas piezas se muestra la relación estética, ideológica y de manufactura que compartían estas urbes debido a la gran similitud que guardan los diseños.
Asimismo, se exhibe la base de una columna de basalto, cuya talla tiene la forma de las piernas de un atlante, proveniente del Museo Arqueológico de Tula “Jorge R. Acosta”; es la pieza más grande de la exposición con 1.8 metros de altura, .9 de ancho y 1.1 de profundidad, y su antigüedad oscila entre 900 y 1200 d.C.
Por su antigüedad, también sobresale una escultura de cerámica que data del 600 a 900 d.C. con la representación del dios Quetzalcóatl; forma parte del acervo del Museo de Antropología de Xalapa, en Veracruz.
“El segundo módulo —indicó Alejandra Barajas—, La Nueva Tollan: el surgimiento de Cholula y el nacimiento del Estilo Internacional, refiere a la fundación de una nueva ciudad tolteca (tras la caída de Tula) en honor a Quetzalcóatl, a la que llamaron Cholula, y en donde crearon en el siglo XIV un estilo artístico propio.
“Dicho estilo, que los estudiosos han denominado como Estilo Internacional, se caracterizó por tener vivos colores como rojo, naranja, amarillo, blanco, negro y azul, y poseer simbología prominente, que a su vez incluía motivos, como grecas escalonadas, discos solares, plumas preciosas, cráneos y flores”, puntualizó la curadora Victoria Lyall.
En ese sentido, se exhibe un brasero de cerámica cuya policromía consta de azul, naranja y blanco, proveniente del Museo Regional de Antropología “Palacio Cantón”, que data de entre 1200 y 1500 d.C.
La tercera y cuarta secciones, que llevan por título Festejos, adivinación e historia heroica y Avenidas del comercio y la difusión del Estilo Internacional, explican los rituales políticos y religiosos celebrados entre las diferentes culturas sureñas del país, para fomentar alianzas comerciales y de gobierno a través del intercambio de regalos, como collares de concha y turquesa, así como cacao y plumas de aves.
Al respecto, se muestran dos collares de perlas y uno de turquesas descubiertas en 1932 en la Tumba 7 de Monte Albán, y que forman parte del acervo del Museo de las Culturas de Oaxaca; los ornamentos demuestran la riqueza estética de la civilización zapoteca durante 1250-1500 d.C.
La exposición culmina con una explicación del encuentro de las culturas del sur con el imperio mexica y con el ejército español, en los siglos XV y XVI, respectivamente. “Los zapotecos establecieron una alianza, a partir del matrimonio del príncipe zapoteca con la hija del gobernante mexica Ahuizotl, con lo que evitaron ser conquistados a diferencia de la ciudad tolteca de Cholula que fue totalmente tomada por los tenochcas.
“Posteriormente, a la llegada de los españoles, los reinos del sur resentidos por el imperialismo mexica se aliaron con los europeos y reconstituyeron sus confederaciones y sistemas de comercio bajo el nuevo régimen occidental”, refirió la historiadora Victoria Lyall, tras subrayar que “no obstante estas historias de conquistas ‘los hijos de la Serpiente Emplumada’ (mayas, zapotecos, mixtecos y nahuas) prevalecen en el sureste del país hasta nuestros días”.
La exposición, curada por los investigadores Virginia Fields (1953-2011), Victoria Lyall y John Pohl, permanecerá en exhibición hasta principios de julio próximo; posteriormente, se presentará en el Museo de Arte de Dallas (de julio a noviembre), y llegará a México a finales de 2012.
Como actividades complementarias a la muestra se ofrecerán dos conferencias y una mesa redonda, en las que participarán especialistas mexicanos y estadounidenses, bajo los títulos Los hijos de la serpiente emplumada: arte y rituales en la antigüedad tardía en México (14 de abril), Mosaicos de turquesa (21 de mayo) y La historia de la Guelaguetza y la cooperación de la comunidad entre los zapotecas del valle central de Oaxaca (10 junio).
Revista Protocolo