Desde los ocho años, José Enrique ha acompañado a trabajar a su padre, Guillermo Rendón. Juntos han recorrido obras sin terminar y presas a medio funcionamiento en Veracruz, Puebla y Jalisco. “Nunca pensé ser algo más que ingeniero”, revela el joven de 26 años, que cursó la carrera de Ingeniería Civil en la UNAM, entre 2005 y 2009.
Ahora es Guillermo quien, a sus 59 años, sigue a su hijo de vuelta a la Facultad de Ingeniería, donde cursó sus estudios entre 1972 y 1977, para presentar juntos su examen profesional y titularse con una tesis en coautoría.
Al comenzar a trabajar, casarse, formar una familia con cuatro hijos y asumir nuevas responsabilidades, Guillermo pospuso su titulación, pero 35 años después tuvo el mejor compañero de estudios para saldar esa deuda con su formación profesional.
En tanto, Enrique recuerda que desde que egresó de la carrera pensó en una tesis de hidráulica, “y en que mi papá también se titulara. Juntos desarrollamos una propuesta para el manejo integral del agua en el área metropolitana de Guadalajara. Platicamos los problemas que hay en esa ciudad con el recurso; yo le consultaba, él me contestaba, sumamos experiencia y nuevos datos, y escribimos hasta que la tesis quedó lista”.
Al respecto, Guillermo comenta: “quería que después de tanto tiempo no fuera un simple trámite, sino aportar algo. Hicimos un trabajo interesante, que inicia con un diagnóstico del manejo del agua, y propone un tratamiento integral de las obras, para aprovecharla mejor”.
Orgullo puma
“Mi abuelo cursó ingeniería de 1905 a 1910 en el Palacio de Minería. Vine a la UNAM por ese motivo, con la ilusión de instruirme en la misma carrera. Nací en Puebla y viví en Veracruz, donde recibí una beca del gobierno para estudiar en la capital. Valió la pena, en la Universidad Nacional no sólo se aprende, también se amplía el criterio”, asegura Guillermo.
José Enrique no recibió beca para venir de Jalapa, donde nació, así que allá trabajó en una banda de música, en la que tocaba el saxofón y trompeta. “Vine solo a la Ciudad de México, con la ilusión de estudiar ingeniería en la UNAM, como hicieron desde mi bisabuelo, hasta mi padre. Es un orgullo que se trae en la sangre”.
En su tesis, los Rendón argumentan a favor de mantener la zona de carga de agua en la capital jalisciense para garantizar su abasto a futuro. Pero en ese territorio hoy existen grandes construcciones, como el estadio de futbol y la reciente Villa Panamericana, que albergó a los deportistas participantes de los Juegos Panamericanos del año pasado.
“La solución es que no siga la construcción en esas zonas de recarga. Por lo pronto, ahora se deben hacer pozos de absorción y galerías de captación para resguardar el líquido”, sugiere Guillermo.
También, proponen aprovechar el agua de lluvia y separar el drenaje pluvial y sanitario. “Hace como 25 años los juntaron y así se contamina el agua. Fue una decisión política, no técnica, y en la tesis argumentamos por qué es importante tomar determinaciones sobre el manejo hídrico desde la ingeniería”, añade José Enrique.
Un día para recordar
Aunque actualmente el hijo trabaja en Jalisco, y el padre en Veracruz, después de año y medio de escribir la tesis bajo la asesoría de Amalia Adriana Cafaggi Félix, maestra en Ingeniería Hidráulica, los Rendón se reunieron en Ciudad Universitaria varias horas antes de su examen.
Llegaron emocionados, satisfechos de enfrentar juntos este reto. “Para nosotros compartir la ingeniería es algo tan natural como el oxígeno”, confiesa Guillermo, quien atrajo a su hijo a esa profesión.