Por sus contribuciones al avance científico y tecnológico de la región, el gobierno del Estado de México, y el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (Comecyt), reconocerá el próximo 12 de febrero la labor de investigación de Ernesto Moreno Martínez, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán.

Galardonado con el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2012, en el área de Ciencias Agropecuarias y Biotecnología, el universitario ha desarrollado una labor de investigación por más de 40 años, en los que sobresale su contribución al mejoramiento genético del maíz para evitar su contaminación por aflatoxinas, así como el almacenamiento hermético de granos en el medio rural sin el uso de plaguicidas, para disminuir al máximo las pérdidas de poscosecha.

Moreno Martínez, Coordinador de la Unidad de Investigación en Granos y Semillas (Unigras) de la unidad multidisciplinaria, detalló que las aflatoxinas son sustancias altamente tóxicas que invaden el grano en mazorca en el campo, y en su almacenamiento.

Se trata, dijo, de micotoxinas cuyo potencial es muy elevado, son sustancias carcinógenas y teratógenas producidas por hongos del género Aspergillus, entre ellos, las especies A. flavus y A. parasiticus.

Las malas condiciones de almacenamiento (alta temperatura y alta humedad) de los granos de maíz, favorecen el crecimiento de hongos y la producción de aflatoxinas que, se ha demostrado, no se eliminan del todo con el proceso de nixtamalización, pues el ácido que hay en el estómago tanto de animales, como de seres humanos, hace que se reactiven. De ahí la importancia del mejoramiento genético del maíz, para evitar la contaminación de este importante cultivo.

“Éste es uno de los aspectos en el que la UNAM ha obtenido buenos avances. Se han encontrado, entre las razas mexicanas de maíz, siete fuentes de resistencia, que en un futuro cercano permitirán el desarrollo de maíces comerciales resistentes; mientras que en Estados Unidos aún no cuentan con ningún híbrido comercial resistente para sus campos de cultivo de este grano”, apuntó.

Con respecto al almacenamiento en el medio rural, indicó que las pérdidas poscosecha son de alrededor del 30 por ciento, cifra muy alta; sin embargo, su propuesta de conservación hermética ha demostrado la reducción de las mermas hasta un cinco por ciento.

“El éxito de este último, una de las alternativas más promisorias para evitar el daño ocasionado por insectos y hongos, consiste en la disminución del oxígeno al interior del contenedor o silo, mediante la respiración de insectos y del propio grano, con la consiguiente producción de bióxido de carbono”, comentó.

Al reducirse el nivel de oxígeno que hay en la atmósfera normal (de 21 a cinco por ciento), se genera un ambiente modificado que elimina la población de insectos, incluso larvas y huevecillos, y también detiene el desarrollo de los hongos de almacén. Por ello, los trabajos realizados en esta área son de alta relevancia para la implementación de mejores prácticas del manejo de los granos, maíz y frijol en el campo mexicano”.

El reto para 2013 es abatir las pérdidas poscosecha al cero por ciento. “Realizaremos otras pruebas, aunque ya es un avance grande que del 30 por ciento, sólo se pierda un cinco por ciento de granos; representa mucho dinero que podrían ahorrar los productores rurales, sector que abarca unos 25 millones de habitantes que aún siembran para autoconsumo, y que venden el excedente para adquirir otros productos y servicios”.

En cuanto al galardón, comentó que lo compromete a continuar con su servicio a la UNAM y a la sociedad, “tal como lo he hecho en estos 40 años. Se trata de un estímulo que impulsa a mis estudiantes y a mí para concluir proyectos como la generación de maíces resistentes a la contaminación por aflatoxinas y la reducción al cero por ciento de las pérdidas de granos básicos en la poscosecha rural, así como para iniciar nuevas investigaciones en esta área, y continuar con la formación de estudiantes de licenciatura y posgrado.

Trayectoria

El universitario, que se dice orgulloso de ser el único ingeniero agrónomo egresado de la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro que labora en la UNAM, cursó el doctorado en fitopatología en la Universidad de Minnesota, Estados Unidos.

Con base en su experiencia como investigador, en 1989, con el apoyo de la Coordinación de la Investigación Científica y del Instituto de Biología de la UNAM, creó la Unigras, con sede en Pabellón de Arteaga, Aguascalientes; posteriormente, en 1996, fue trasladada a la FES Cuautitlán, donde se ha consolidado un grupo importante de investigadores, nueve con grado de doctor y tres con maestría.

La misión de la Unidad es realizar indagaciones en el área de poscosecha de granos, semillas y micotoxinas, con énfasis en el estudio biológico del ecosistema de almacenamiento, en particular, en la acción de los insectos, y de los hongos que inciden en la calidad de los granos y semillas durante su transporte, almacenamiento e industrialización.

Ha ocupado diversos puestos académico-administrativos, entre ellos la jefatura del Departamento de Botánica, del Instituto de Biología, y la secretaría Académica del mismo Instituto. Además, la dirección del Programa Universitario de Alimentos (PUAL); la dirección del Posgrado, y la secretaría General de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro. Asimismo, la secretaría de Investigación de la FES Cuautitlán, y la secretaría Académica de la Academia de la Investigación Científica, hoy Academia Mexicana de Ciencias.

Entre sus múltiples reconocimientos destacan el de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), por el trabajo realizado en la poscosecha de granos y semillas; el del Centro de Alimentación y Desarrollo (CIAD), así como el Premio Nacional 1988 de Ciencia y Tecnología en Alimentos Conacyt-Coca-Cola.