La puesta en escena El amor de las luciérnagas, con dramaturgia y dirección de Alejandro Ricaño, se presentó en el primer Festival Luces de Invierno, en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, con las actuaciones de Sonia Franco Ana Zavala, Sofía Sylwin, Sara Pinet y Hamlet Ramírez.
Se trata de una irónica y reflexiva comedia en la que el personaje central, acompañada en el escenario por sus dos personalidades –representadas por igual número de actrices-, que van en búsqueda del alter ego de María, la protagonista, quien descubre eventualmente que la vida que intenta defender ya no es suya, y que una nueva la espera donde menos se imagina.
Personajes mal hablados, entrañables y desparpajados, se dan cinta en esta propuesta que procura ser divertida e invitar a la reflexión sobre el sentido de la vida, de un modo que incluye diálogos inteligentes, actuaciones conmovedoras, así como algunos elementos de corte fantástico.
Inscrita sin duda en el realismo mágico, El amor de las luciérnagas, narra la historia de una joven escritora de cuentos infantiles de nombre María, quien viaja a Noruega para superar una decepción amorosa. En ese país, en un apartado pueblo de la montaña, compra una máquina de escribir usada que funciona perfectamente, pero que tiene un defecto: esta embrujada.
Al llegar a la cabaña donde se hospeda, acompañada de una botella de vodka, decide escribir un encuentro ficticio que tiene con una doble suya, a la cual pide que se haga cargo de su vida. En medio de una tremenda “cruda”, la dueña del lugar la convence de que vaya a un paseo en funicular a la cima de la montaña más cercana al poblado; en ese trayecto encuentra a una mujer idéntica e ella, lo cual la sorprende y asusta. Intenta hablar con ella pero no lo logra, y en cambio sufre una fuerte caída por la cual acaba en el hospital local.
Al despertar huye despavorida a México pero en el aeropuerto comienza lo que será para ella un profundo proceso de cambio y transformación de su personalidad y de su propia vida. De regreso en el Distrito Federal, descubre que su doble va un paso delante de ella, con lo cual comienza a apoderarse de todo lo que le pertenece, su novio de relación intermitente, de los viajes que había soñado hacer con él, la relación con su madre, sus vecinos… en fin, con todo lo que ella conocía hasta ese momento.
El amor de las luciérnagas aborda también el tema del primer amor, las relaciones intrafamiliares, la falta de comunicación entre las parejas, los sueños no alcanzados, la ironía de la vida. La reunión de estos elementos da como resultado una propuesta fresca, llena de humor negro e incluso de un contexto político particular, pues la protagonista debe mudarse del barrio donde viven en Tijuana, en Lomas Taurinas, luego de presenciar un magnicidio.
La obra emplea para su desarrollo en el escenario sólo tres maletas y un cielo lleno de luciérnagas, representadas por muchos focos que encienden y apagan de manera intermitente.
Los lugares imaginarios donde se desarrollan son Noruega, Xalapa, el Distrito Federal y Guatemala. Historia que se construye a partir de la interpretación que hacen los actores del texto; llena de diálogos, la narración en este planteamiento tiene tres fines: construir espacios, anécdotas y contar ciertas acciones que serían difíciles de realizar en escena.
Los cuestionamientos, sueños, deseos y amores que busca tener María en su vida, son los mismo –o al menos muy parecidos-, a los de cualquier persona. A estas ideas el autor Alejandro Ricaño, les otorga además personajes con características singulares, irónicamente divertidos, por sobre todo, con personalidades que se siente cercanas, divertidas y entrañables.