En la actualidad todavía no es posible predecir un terremoto, como tampoco lo es pronosticar el nacimiento de un volcán. Aunque ambos eventos comparten su origen en los movimientos de las placas tectónicas que cubren la mayor parte de la superficie de la Tierra, no existen métodos ni técnicas para determinar con precisión la concurrencia de dichos fenómenos.
A pesar de estos inconvenientes, es muy importante continuar con los estudios científicos para ahondar en el conocimiento del planeta que habitamos. La ocurrencia de estos fenómenos es fundamental en términos de protección civil para poder salvaguardar la integridad de las personas.
En México, los sismos son eventos geológicos que ocurren con mucha más frecuencia, tan solo en 2013, según datos del Servicio Sismológico Nacional, se registraron más de 5 mil, siendo éste el periodo de mayor sismicidad en los últimos 20 años, tiempo en el que se contabilizaron casi 33 mil temblores.
En cambio, si se analiza el registro de nacimientos de un volcán en el continente se observará que es un fenómeno mucho menos frecuente, por lo que atestiguar el surgimiento de un volcán podría ser imposible para una generación de habitantes de un país. En México se ha constatado el nacimiento de tres volcanes en los últimos 255 años, que en tiempos geológicos es apenas un abrir y cerrar de ojos.
“Para poder conocer la recurrencia de los nacimientos volcánicos en nuestro país es necesario conocer la edad -cronología eruptiva- de la mayoría de los volcanes más jóvenes, para así estimar sus tiempos de recurrencia”, sostuvo el investigador José Luis Macías Vázquez, de la Unidad Michoacán del Instituto de Geofísica de la UNAM Campus Morelia.
La forma de calcular la edad de un volcán es a través de fechamientos radiométricos, por ejemplo en los minerales que componen las roca como los métodos conocidos de potasio-argón y argón-argón, en los que se miden las concentraciones de estos elementos en los minerales y rocas; y el método de fechamiento de Carbón14, que es más barato y el más conocido. “En los volcanes fechamos los suelos sepultados por la ceniza de erupciones antiguas, y también el material de árboles o plantas carbonizados durante una erupción”.
México, un país de volcanes
Las zonas sísmicas y volcánicas más importantes de nuestro planeta se encuentran a lo largo del denominado Cinturón de Fuego del Pacífico, que corre por todas las costas del pacífico con diversas zonas de subducción en donde se lleva a cabo la convergencia o choque de placas tectónicas. En estos lugares la placa más pesada se hunde por debajo del conteniente como en México, o por debajo de islas volcánicas como en Japón.
En el Cinturón de Fuego del Pacífico está cerca del 75% de los volcanes activos e inactivos de todo el planeta. En esta zona ocurren nueve de cada diez sismos que se registran en el mundo, y la mayoría de los más intensos. Las costas del Pacífico Mexicano forman parte de este cinturón razón por la cual suceden frecuentemente en nuestro país sismos y fenómenos volcánicos. En esta región las placas de Rivera y Cocos compuestas por rocas más pesadas chocan con nuestro territorio que forma parte de la placa de Norteamérica, placa compuesta por rocas más ligeras. Este choque provoca que las placas de Rivera y Cocos se metan por debajo de México -fenómeno conocido como subducción.
Esta subducción genera los sismos y volcanes que hacen que “México sea un país lleno de volcanes y de rocas de origen ígneo (formadas por el enfriamiento del magma). El proceso de subducción dio lugar a la formación del Cinturón Volcánico Trans-Mexicano ––que va de las costas de Nayarit a las de Veracruz– y otras zonas volcánicas en el sur del país”, apuntó el especialista, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
Añadió que este choque de placas de subducción en la zona convergencia y a unos mil 200 kilómetros de profundidad se funden las rocas a más de mil grados. Los fluidos generados más ligeros se mezclan con los componentes del manto (interior de la Tierra) para formar líquidos fundidos ricos en sílice que tratan de ascender hacia la superficie. La emisión de estos magmas o lavas en superficie forma volcanes cuyas dimensiones van desde enormes montañas hasta pequeños cerros.
“Si observamos un mapa de México podemos darnos cuenta que en toda la costa del país tenemos la exposición de rocas ígneas intrusivas -magma que se enfrío en el interior de la Tierra- de más de 60 y 80 millones de años; como en Baja California, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Además tenemos zonas extensas con la exposición de rocas volcánicas como la Sierra Madre Occidental, la parte central del país, y el Cinturón Volcánico Trans-Mexicano. Existe una gran cantidad de volcanes activos dispersos en la península de Baja California, Chiapas, en la parte central del país, así como en las islas de Revillagigedo. En suma, el 50% de la superficie del país está cubierta por rocas de tipo ígneo”.
Zonas con alta densidad de volcanes
Dentro del Cinturón Volcánico Trans-Mexicano existen miles de volcanes de diversos tipos: los majestuosos estratovolcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Pico de Orizaba; los conos de escoria como el Xitle, las calderas como Los Húmeros, Puebla, etcétera. Dentro de este cinturón existen zonas con una gran aglomeración de volcanes conocidos como campos volcánicos como los de Chichinautzin, con 250 volcanes; el de Apan, en Hidalgo, con otros 250 volcanes, y el de Michoacán-Guanajuato con más de mil volcanes. Tan sólo este campo se extiende por más de 40 mil kilómetros cuadrados siendo uno de los más grandes del mundo.
“Otros campos volcánicos son los de Pinacate, en Sonora, compuesto por más de 400 volcanes; en el de San Quintín se contabilizan 13, en San Borja, 227; en Tres Vírgenes hay más de 50 volcanes y supervolcanes.”
Existen dos tipos de volcanes: los de origen monogenético –sin cámara magmática y que hacen una sola erupción que puede durar días hasta varios años para después extinguirse como el Paricutín, en Michoacán, y el Xitle en la Ciudad de México-, y los poligenéticos -con cámara magmática que realizan erupciones repetidamente a través de millones de años, ejemplos de estos son el Popocatépetl, que desde hace 20 años está en erupción, y Nevado de Toluca, cuya última emisión fue hace unos 3 mil 500 años, pero se le considera un volcán activo en estado de reposo.
¿Cuándo nacerá el próximo volcán en Michoacán?
Los últimos tres volcanes que han nacido en nuestro país en los últimos 255 años han sido de tipo monogénico: Jorullo (1759) y Parícutin (1943), en Michoacán, y Bárcena, en las Islas Revillagigedo (1952).
“Cuándo nacerá el próximo volcán en Michoacán, no se puede pronosticar. Y si menciono este estado es porque ahí se encuentra la mayor densidad de volcanes del país, por ello la posibilidad de que nazca un nuevo edificio volcánico es alta, pero ¿cuándo ocurrirá esto?, no se puede predecir. Sin embargo, mediante una red de monitoreo sísmico con una distribución estratégica en Michoacán se podría identificar de manera oportuna zonas con ascenso de magma a la superficie que genera sismos como fue el caso del volcán Parícutín”.
El vulcanólogo indicó que en esa línea están trabajando varios investigadores del Instituto de Geofísica y de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para poder conocer la recurrencia de las erupciones y en dónde podría nacer el próximo volcán.
José Luis Macías Vázquez participó en el Primer Encuentro Ciencia y Humanismo Centro, que llevó a cabo la Academia Mexicana de Ciencia en la ciudad de Querétaro.