El registro, inventario y catalogación del patrimonio artístico de México –pinturas, esculturas, textiles y cerámica, entre otros–, es el punto de partida no sólo para su estudio y enseñanza, sino para su conservación y protección. Para ello, el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM impulsa el proyecto UNIARTE.
Con objetos artísticos que datan de siglos antes de nuestra era, y hasta la actualidad, y desde Baja California, hasta Quintana Roo, “tanto geográfica como temporalmente, la cantidad de patrimonio que posee el país es riquísima”, expuso Angélica Velázquez Guadarrama, secretaria Académica del IIE.
La tarea que implica catalogarlo es titánica. Por ello, a iniciativa del director de esa entidad, Renato González Mello, y de Víctor Sánchez Cordero y Jaime Ríos, hace año y medio inició un seminario interdisciplinario en el que participan expertos en áreas como cómputo, historia del arte y restauración, provenientes de los institutos de Biología (IB), de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI), y de Investigaciones Bibliográficas (IIB).
La meta, explicó, es determinar estándares profesionales para el inventario, registro y catalogación de las obras de arte, y formar, mediante diplomados, recursos humanos en todo el territorio, para que realicen esa tarea.
Proyecto UNIARTE
Velázquez explicó que UNIARTE es también un software que permitirá hacer el registro y la catalogación. Surge de uno similar, creado en el IB, llamado UNIBIO (Unidad de Informática para la Biodiversidad), responsable de sistematizar y publicar en Internet la información sobre la riqueza biológica custodiada en las distintas colecciones de la propia entidad, además de desarrollar sistemas para acceder a ella y analizarla.
“Nos dimos cuenta que teníamos un problema similar al de los biólogos, necesidades como las de ellos para registrar, en lugar de especies de flora y fauna, gran cantidad de objetos artísticos”, relató la experta.
Así, el programa informático UNIARTE, desarrollado también por Joaquín Giménez Héau y su equipo del IB, permite hacer desde un registro simple o primario, hasta una clasificación especializada. Es posible, por ejemplo, saber la técnica, tamaño, fecha o descripción y contenido iconográfico de una pintura y, al mismo tiempo, su ubicación (por ejemplo, en el templo de un pueblo alejado).
Tiene la ventaja de conservar registros anteriores, catalogaciones antiguas que forman parte de la historia de cada objeto, y se pueden crear ligas de interés. “Así se enriquece la información”. De modo adicional, expuso, permite hacer bases de datos que se alimentan de forma permanente.
Hidalgo, plan piloto
Mediante la renovación de un convenio de colaboración con el gobierno del estado de Hidalgo, se realizará el proyecto piloto de UNIARTE, donde se pondrá en práctica lo que se ha trabajado en el seminario por más de un año.
Por primera vez, una entidad federativa tendrá un catálogo de sus bienes artísticos. La tarea iniciará en noviembre próximo y se espera que concluya en alrededor de año y medio. Además, en ese mes iniciarán los diplomados para capacitar a quienes llevarán a cabo la tarea, expuso.
El Instituto recibe de todos los rincones del país solicitudes para crear o revisar catálogos, pero “no nos damos abasto”. Por ello, el diplomado se dirige a personal de los gobiernos estatales y municipales, instituciones públicas y sociedad civil, que deseen contribuir al conocimiento y preservación de su patrimonio.
De igual manera, pueden tomarlo representantes de una comunidad que quieran clasificar los bienes artísticos de su colectividad. “La meta es que haya un beneficio, un enriquecimiento mutuo”.
Por medio año, los participantes recibirán una formación multidisciplinaria. Entre los temas a abordar se encuentra un módulo de historia del arte y otro de asuntos jurídicos, para saber cuál es el estatus legal de los objetos, si es un templo abierto al culto, o para conocer los derechos de reproducción, por ejemplo.
Uno más se relaciona a la tecnología, al uso del software, y a la “materialidad” del arte, es decir, los elementos empleados en las obras, para que el alumno distinga las propiedades de un estofado, un yeso, o una tela, entre otras características.
Algunos cursos, como el de historia del arte o el de materiales, se harán in situ. “Cada solicitud se tendría que atender en lo particular, porque no es lo mismo un óleo que un cáliz que requiere de conocimientos en orfebrería”. Otros se harán a distancia o en línea, con la colaboración de la Coordinación de Universidad Abierta y Educación a Distancia.
En el caso de Hidalgo, las autoridades determinarán quiénes deberán ser instruidos, ya con los estándares profesionales.
Luego, especialistas del IIE se encargarían de validar la información recabada y verificar si los registros son correctos. Posteriormente, el acceso a las bases de información será libre, pero sólo hasta cierto nivel, después del cual habrá diferentes candados para proteger la seguridad de las obras.
Aunque por ley la UNAM no tiene la encomienda de catalogar el patrimonio artístico de la nación, sí tiene claro cómo coadyuvar en esta tarea y lo que puede ofrecer a México para contribuir a conservar su riqueza artística, finalizó Velázquez Guadarrama.