La desigualdad en la concentración de la riqueza, en la distribución de los ingresos y en el acceso a la justicia, es la enfermedad social de nuestro tiempo y se subestima el riesgo que ésta implica para la democracia, sostuvo el senador del PRD, Zoé Robledo.
Al presentar el libro El Capital en el Siglo XXI, de Thomas Piketty, el legislador afirmó que “la desigualdad económica produce desigualdad política; la desigualdad del ingreso y la riqueza descapitaliza políticamente a los pobres, hace que sus votos pierdan influencia; y vemos que los políticos son más sensibles a los intereses de los ricos que a los intereses de los pobres”.
Además, dijo, a esto habría que sumarle el desencanto de los ciudadanos con los procesos democráticos y el desprestigio de los partidos políticos que han llevado a nuestro sistema a la crisis de credibilidad que vive en estos momentos.
En presencia del presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Miguel Barbosa Huerta; el autor del libro, Thomas Piketty; el director del Colegio de México, Javier Garciadiego; Salomón Chertorivsky, secretario de Desarrollo Económico del GDF; así como otros académicos y personajes políticos, sostuvo que en todos los casos de desigualdad hay un reclamo cuya causa está en algún mecanismo arraigado que preserva la desigualdad.
Zoé Robledo agregó que si bien la democracia debería brindar la posibilidad real de que los ciudadanos elijan libremente su proyecto de vida, la realidad es que no todos están en igualdad de condiciones para alcanzar sus legítimas aspiraciones.
“En México, las condiciones de origen determinan el desarrollo político y social del individuo. Lo que en teoría se establece como que todos somos iguales en la capacidad de ser libres a nuestra manera, en la práctica resulta una cosa totalmente diferente”, afirmó.
El senador por Chiapas consideró que las expectativas desiguales llevan a la población a arraigar sentimientos de frustración que deteriora la confianza hacia las instituciones democráticas, debilita la influencia de los votos de los que tienen pocos recursos económicos y reduce la igualdad política.
“La desigualdad, pues, tiene la fuerza suficiente para asesinar la democracia”, aseveró.
No obstante, el también presidente de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales destacó que la obra de Thomas Piketty revela un gran hallazgo: que la desigualdad es un fenómeno político, y que por tanto puede ser resuelta por medios políticos.
“La historia nos enseña que en los momentos en que la política puede encabezar y puede generar la dinámica creativa de transformación es justamente en las crisis, y es justamente en momentos de colapso como el que quizá estemos viviendo el día de hoy”, señaló.
Por su parte, el senador Miguel Barbosa afirmó que en México los hombres que integran la cúpula del dinero surgieron durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y han acrecentado sus fortunas alentados, apoyados, estimulados y propiciadas las condiciones por los propios gobiernos.
“En esa época se dieron más de 400 desincorporaciones de propiedad pública a manos privadas. Desde entonces se creó un modelo fiscal para poder estimular el crecimiento económico. Se creó una desigualdad que no se ha podido corregir”, subrayó.
Sin embargo, el también coordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Senado agregó que se han hecho cosas para contrarrestar esta situación como la aprobación de una reforma hacendaria que modificó el asunto de la consolidación fiscal, “ese mecanismo para evadir impuestos de los grandes y poderosos económicamente de México”.
En el auditorio Alfonso Reyes, del Colegio de México, Thomas Piketty explicó que en nuestro país la información sobre los ingresos de la población más rica es muy escasa, por lo que es muy difícil estimar el grado real de desigualdad que existe.
Por ello, afirmó que México necesita más transparencia en materia de ingresos pues si se dieran a conocer los datos del ingreso y el rendimiento del capital, se generaría una percepción diferente entre los contribuyentes.
“La información en general sería una forma de luchar en contra de la corrupción”, subrayó el economista de origen francés.
Reconoció que la educación puede ser una herramienta muy útil para combatir la desigualdad y recomendó, en el caso de México, un impuesto progresivo a la riqueza.