Por Ángel Pujalte Piñeiro
El jueves 23 de enero me lleve varias sorpresas cuando me presenté en la que creía la Oficialía de Partes de la Presidencia de la República en Palacio Nacional.
La primera es que me aclararon que no era la Oficialía de Partes, pero que de todas formas me recibían mi correspondencia.
La segunda novedad es que no me dejaron entrar “porque había gente adentro y tenía que esperar a que salieran”.
Les avisé que lo haría en la banqueta de enfrente porque el sol da de lleno en la banqueta de la puerta y no hay donde cubrirse ni sentarse.
Y en esas estaba cuando llegó otro ciudadano a dejar también correspondencia, con el que repitieron el procedimiento y se me sumó en la sombra de la banqueta de enfrente.
No sé que asunto traía, pero estaba enchilado. Después de unos minutos estalló diciendo que solo quería que le recibieran su documento y le sellaran su acuse de recibido y que se le hacía excesiva la espera.
También parece que “unos militares” (o Policías Federales, no vi militares) lo acababan de molestar en la esquina, porque les pareció sospechoso, eso dijo y no me consta pero a mí nadie me molestó.
El ciudadano acabó abortando su intento y se marchó apenas un minuto antes de que salieran unas personas y los policías me hicieran la señal que pasara.
Al entrar a la oficina encontré a una muy agradable y amable chamaca, quien me atendió con toda consideración y gentileza. Y mi trámite habrá tardado cuando mucho cinco minutos.
No sé si le hagan caso a mis asuntos, pero la diferencia en el trato es notable. Por la pura amabilidad y sonrisa de la joven mujer salí fascinado (como el jibarito) loco de contento a seguir repartiendo documentos en otras dependencias.
Lástima que el otro ciudadano no se esperó, porque estoy seguro que la diferencia en el trato también le hubiera cambiado el humor.
*Autor de: La infracultura en la construcción, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas, ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional! y en proceso de publicación: El descalabro de la razón, La hermana perversa de la Ingeniería Civil y Recensión metafísica.