El municipio de Oaxaca de Juárez, capital del estado de Oaxaca, está expuesto a diferentes peligros de origen natural y antropogénico pero, al igual que otras localidades de México, ya cuenta con un atlas de riesgos como fuente de consulta para invertir en acciones y obras de prevención y mitigación de desastres, así como de ordenamiento territorial.

El “Atlas de Riesgos del Municipio de Oaxaca de Juárez, Oaxaca”, fue elaborado a solicitud del gobierno de ese ayuntamiento, por investigadores del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM, en el marco del Programa de Prevención de Riesgos de Asentamientos Humanos, de la Secretaría de Desarrollo Social.

Está integrado por un Sistema de Información Geográfica y un anexo cartográfico, y será una herramienta de trabajo útil para los organismos de protección civil.

“No sólo servirá en materia de prevención, para diseñar planes de evacuación y de posicionamiento de refugios temporales, sino también para hacer una cuantificación de la vulnerabilidad de la población”, dijo Elena Centeno, directora del IGL.

Asimismo, podría aprovecharse, en materia de planeación urbana, para evitar el crecimiento de la ciudad hacia áreas de riesgo, para reubicar los asentamientos humanos, y conocer mejor el entorno natural, la geología, la hidrología, la geomorfología y los tipos de suelo de la capital oaxaqueña.

“Además, el municipio podría usar parte de su información en folletos informativos destinados a la sociedad o en conferencias dictadas en las escuelas”, sugirió Centeno.

Precipitaciones pluviales

Si bien forma parte de una entidad ubicada en una región altamente sísmica (cerca de la zona de subducción del Pacífico sur de México), el ayuntamiento padece con más frecuencia fenómenos relacionados con precipitaciones pluviales extremas.

“Cada año, entre junio y noviembre ocurren tormentas tropicales y ciclones que, a su vez, generan inundaciones, crecidas de ríos e inestabilidad (deslizamiento de suelos y roca) en las laderas de cerros urbanizados”, apuntó Sergio Rodríguez Elizarrarás, investigador del IGL y autor principal del atlas.

Debido al crecimiento irregular y desproporcionado, un porcentaje considerable de su población está asentado sobre lugares con diferentes grados de peligros asociados a fenómenos hidrometeorológicos.

Otro riesgo de menor impacto es la erosión del suelo como consecuencia de los cambios que produce el mismo ser humano en la naturaleza, y que afectan su seguridad. “Aunque en Oaxaca no hay actividad volcánica y su capital no ha sido devastada por ningún sismo, la historia registra algunos importantes, ocurridos en los años 20 y a fines de los años 80 del siglo XX”, indicó.

Diagnóstico

El atlas es un diagnóstico de los peligros hidrometeorológicos y geológicos, combinado con aspectos socioeconómicos y demográficos como el alcance y el impacto potencial de los fenómenos naturales más recurrentes.

De ahí que contenga una caracterización tanto del medio natural (fisiografía, geología, geomorfología, edafología, hidrología, climas, usos de suelo, tipos de vegetación, deforestación, problemática ambiental), como de los elementos socioeconómicos y demográficos que impactan (marginación, pobreza, salud, escolaridad, población ocupada, estructura urbana).

Incluye un anexo cartográfico con los tipos de mapas: topográfico, de distribución política del municipio, de pendientes, geológico, geomorfológico, de distribución de suelos, de climas, de tipos de vegetación, de áreas naturales protegidas, de crecimiento poblacional, de hidrología superficial, de sismos, y de inundaciones históricas, entre otros.

Están integrados a un Sistema de Información Geográfica que se puede actualizar y desplegar en una computadora durante una presentación. “Uno puede hacer acercamientos a un área específica para visualizarla mejor y trabajar más a detalle”, informó Centeno.

Todos son importantes, pero algunos tienen más utilidad que otros, como el de peligro por remoción en masa o de deslizamiento de terreno. “Éste se distribuye por zonas: de muy alto, alto, medio y bajo peligro. Esta zonificación permite saber por dónde puede haber problemas y hacia dónde no es deseable que crezca la ciudad”, señaló Rodríguez.

Otro mapa de gran utilidad en situaciones de precipitación pluvial extrema es el de flujos de lodo; gracias a él es posible evacuar oportunamente una zona, advertir el crecimiento urbano hacia otras de riesgo, o reubicar un asentamiento.

“La ventaja es que, al combinar geología y sociedad (se ven dos capas: donde está la gente y donde ocurre el fenómeno natural), estas herramientas brindan la oportunidad de hacer modelos predictivos de lo que puede suceder, y elaborar planes de evacuación y de posicionamiento de refugios temporales o de lugares donde los habitantes queden protegidos”, prosiguió Centeno.

Recomendaciones

También contiene recomendaciones para que las autoridades diseñen obras de remediación o preventivas, basadas en un trabajo de campo detallado, es decir, en visitas a sitios con daños recurrentes.

En este lugar casi todas las afectaciones se relacionan con fenómenos hidrometeorológicos: lluvias extremas y cauces de ríos invadidos por casas-habitación. “Las corrientes de agua tienen memoria: fluyen por donde siempre lo han hecho, y si a su paso se encuentran con una colonia, la inundan y causan pérdidas terribles. En medio de la ciudad hay áreas con problemas reiterados de inundaciones”, refirió Rodríguez Elizarrarás.

Ante esta realidad, la mayor parte de las recomendaciones tiene que ver con aspectos del drenaje. Se sugiere, además, levantar muros para que no se desborde el cauce de un río, reubicar casas total o parcialmente, hacer obras de canalización de agua, modificar taludes o construir muros de contención en áreas de deslizamiento de laderas.