El senador Luis Sánchez Jiménez, vicepresidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, dijo que en los últimos días diversos organismos e instituciones, tanto internacionales como nacionales, han difundido indicadores estadísticos y análisis macroeconómicos y sociales que exponen un panorama desolador sobre la situación del país.
Y explicó:
1.- La tasa anualizada del crecimiento económico es de 1.6%, menos de la mitad del crecimiento proyectado y por debajo del promedio de las últimas tres décadas.
2.- Las cifras indican que del IV trimestre del 2007 al IV trimestre del 2014, el número de ocupados que recibían ingreso superiores a 3 salarios mínimos se redujo en 3.1 millones de personas, mientras que los ocupados con ingresos hasta tres salarios se incrementó en 5.4 millones, lo que refleja claramente un menor ingreso de la población ocupada.
3.- En 2014 el ingreso corriente total trimestral de los hogares tuvo una caída real de 3.2 por ciento respecto a la encuesta del 2012, dentro del cual el ingreso corriente monetario se contrajo en 1.9 por ciento y el no monetario en 7.9 por ciento.
4.- Los ingresos corrientes de los mexicanos se hayan 14.7 por ciento por debajo del que teníamos antes de la crisis. Y tal como muestra la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2014 (INEGI), en el primer bienio del Presidente Peña, los ingresos globales descendieron 3.5 por ciento.
5.- El ingreso corriente y el ingreso laboral por persona del año pasado, es inferior al de 1992. El ingreso mensual per cápita tuvo una caída de 9.3 respecto al ingreso de 1992. Los datos debidamente deflactados son: ingreso mensual per cápita en 1992, 3,322 pesos; en 2014: 3,015 pesos (precios de 2010).
6.- El 64.2 por ciento de los hogares ganan menos de dos salarios mínimos y concentra el 20 por ciento de los ingresos totales. Por el contrario: sólo el 7% de los perceptores de ingresos registró más de seis salarios mínimos, y ellos concentran casi el 40% del total de los ingresos nacionales.
7.- En este entorno, la ENIGH identificó un universo de 75 millones 330 mil 247 perceptores de ingresos, de los cuales la mayor proporción se concentra en los niveles salariales más bajos.
8.- La ENIGH indica que en 2014 el gasto corriente monetario de los hogares se contrajo en 3.7 por ciento, respecto al 2012. Con este comportamiento, hay una menor capacidad de compra, Eso simplemente se refleja en un menor dinamismo del consumo. Mientras el consumo no mejore, la posibilidad de un mayor ritmo de crecimiento del PIB será limitada.
9.- El porcentaje de la población que no puede adquirir la canasta básica alimentaria con su ingreso laboral pasó de 40% en 2012, a 42.3% en 2014, de acuerdo al Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) que elabora el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), y de datos del Observatorio México ¿Cómo vamos?.
10.- La cifra de pobreza aumenta considerablemente si en la medición de la pobreza se incluye la necesidad de bienes básicos insatisfechos (NBI), que incluye elementos como gas, electricidad, vivienda y educación.
11.- La clase media nacional se redujo de 2012 a 2014 en 1.36 por ciento, por lo que sólo el 6.78 por ciento de la población de ubica en ese nivel.
12.- El porcentaje de mexicanos en situación de pobreza extrema llegó a 56.48 por ciento de la población, es decir, se incrementó en 2.43 por ciento puesto que en 2012 se encontraba en 54.05 por ciento.
13.- El número de personas en pobreza salarial pasó de 46.87 millones de personas a 50.59 millones, es decir un aumento de 3.72 millones de habitantes en el periodo de referencia.
14.- A lo anterior se agrega que el presupuesto público del año 2016 tendrá un recorte de cuando menos 136 mil millones de pesos, con las implicaciones negativas de una austeridad renuente para impulsar el dinamismo de económico y social.
Los datos del CONEVAL y los análisis de las más diversas fuentes, arrojan una verdad severa y definitiva: actualmente hay en México más pobres que1992. Nada más pero nada menos.
Es decir, sin duda, estamos ante una bancarrota macroeconómica, social y humanitaria. Tres décadas de un modelo de desarrollo fallido. Estamos ante un desastre económico y social, generado por la decenas y decenas de reformas estructurales neoliberales, signadas por una inclusión sometida a la economía norteamericana.
En la misma lógica, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, engañó desde el principio a los mexicanos con el supuesto éxito de las reformas estructurales, pero los datos estadísticos indican claramente que retrocedemos en el periodo 2012-2015. No hay la inversión prometida: el fracaso de la Ronda I es sólo un ejemplo. La productividad supuestamente se incrementa, pero no hay generación de empleos dignos. Los salarios se deterioran y la pobreza crece. El mercado y la economía interna se debilitan cada vez más.
A ello debemos agregar el deterioro de la credibilidad en las capacidades de un Gobierno avergonzado por la fuga del El Chapo, que es el delincuente analfabeta más perverso y poderoso del mundo, evidenciando la debilidad del Estado Nacional, la credibilidad del Gobierno Federal y la crisis del régimen político. Ello sin duda, afectará la clasificación de México como un país confiable y viable para la inversión y el desarrollo productivo.
Ante este escenario es imprescindible, adoptar medidas urgentes, tales como:
I.- El Banco de México amplíe su marco de actuación para fomentar el desarrollo económico y social, y no solo para manipular la inflación.
II.- Propiciar que la Banca de Desarrollo unificada sea un instrumento sólido, transparente, eficaz y eficiente para el impulso de la economía social y solidaria.
III.-Impulsar cambios legislativos y de políticas públicas que impulsen una nueva forma de realización de la producción, el intercambio y el consumo de mercancías, bienes y servicios, a través de la Economía Social y Solidaria.
IV.- Establecer el Ingreso Básico Ciudadano para garantizar la igualdad en la distribución de la riqueza e impulsar el consumo y, por tanto, la economía interna. Ello implica eliminar totalmente los programas asistenciales, clientelistas y corporativos que, de acuerdo con los indicadores arriba señalados, no han tenido ningún beneficio positivo para el país.
V.- Incrementar los ingresos tributarios de las grandes empresas y los oligopolios financieros.