Los 21 programas que impulsó la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en 2013, se redujeron a 10 en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2014. Esta reducción, en opinión del doctor Antonio Escobar Ohmstede, representa un golpe muy duro a todos los programas y recursos dirigidos a los pueblos indígenas.
La situación, agregó, preocupa por las grandes reformas estructurales que experimenta el país (como la propia educación indígena, bilingüe y multicultural), sobre todo en un escenario en el que hay en el gobierno líderes e intelectuales indígenas muy propositivos y existe una aceptación hacia estos grupos por parte del Estado, al menos en el discurso y en la formulación de leyes.
El investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), precisó que aun cuando estos líderes e intelectuales indígenas ocupan puestos importantes (como la presidenta de la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados), no se ha logrado determinar en qué momento se rompió el diálogo entre estos dirigentes y el gobierno federal, ruptura que se refleja, dijo, en la disminución de proyectos impulsados por la CDI.
“Esa es una cuestión muy complicada, nos lleva a ver en dónde estamos teniendo los diálogos y con quién, quizá aquellos que deberían escucharlos no lo están haciendo”, sostuvo Escobar Ohmstede quien es además secretario de la Academia Mexicana de Ciencias.
Escobar aseguró que la participación de líderes e intelectuales indígenas en las secretarías federales y estatales, y como representantes en organizaciones internacionales, da una perspectiva muy diferente de las políticas públicas para estos grupos en el contexto de América Latina.
“Las voces de estos dirigentes son escuchadas, pero a veces no tienen mucho impacto en las sociedades y es precisamente por todo este proceso de invisibilidad que ha existido en las sociedades latinoamericanas donde lo indígena y al indígena se les considera como parte de un pasado glorioso”.
Para el antropólogo, a pesar de que en el país viven poco más de 10 millones de indígenas, la concepción de sus realidades es muy diferente en términos culturales, sociales y políticos.
Merecido reconocimiento
Escobar Ohmstede recibió medalla y diploma del Colegio Profesional de Antropólogos, Región Lima (Perú) por su labor en el enriquecimiento de la antropología y dignificación de la profesión, en el marco del “Primer Congreso Internacional: Los Pueblos Indígenas de América. Perspectivas, avances y retos”, realizado el pasado mes de octubre en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca.
La idea de este reconocimiento es mostrar de alguna manera el interés y el esfuerzo que se ha hecho en diferentes momentos por lograr un mayor diálogo entre antropólogos que realizan investigación desde diferentes perspectivas en América Latina”.
En México, por ejemplo, indicó Escobar, los científicos sociales tienen que construir puentes y diálogos muy diferentes a los existentes en los años 70 y 80, los cuales en algún momento y por alguna razón quedaron truncos.
Es por ello, que el investigador recomendó seguir impulsando, no solo la antropología, sino las ciencias sociales y las humanidades en general en la región latinoamericana para un mejor entendimiento de los problemas y proponer soluciones a estos en todas las sociedades.
Insistió en que ha sido poca la incidencia que han tenido los antropólogos, etnólogos e historiadores en la toma de decisiones respecto a los pueblos indígenas en los distintos países latinoamericanos, particularmente en el impulso a políticas públicas y en la disminución de las distintas formas del racismo.
No obstante se dan algunos avances: “En nuestro entorno esto se puede ver reflejado en las nuevas leyes que están impulsando estados como Oaxaca y San Luis Potosí, pero aún falta muchísimo por hacer y creo que en ese sentido el papel de la antropología tiene que ser un aspecto importante a tomarse en cuenta”.
El objetivo, explicó Antonio Escobar, es retomar anteriores propuestas que se han hecho en torno a la antropología, pero también proponer nuevos campos de investigación, sobre todo en términos más participativos con los propios actores sociales.