Por Guillermo Pimentel Balderas

Especialista en valuación rural advirtió que se agudizan de manera alarmante la degradación de ecosistemas y agotamiento de recursos ambientales, lo que llevará al país a un “colapso de las actividades productivas en el medio rural” y lamentó que actualmente hayan aumentado los mexicanos en condiciones de vulnerabilidad frente al cambio climático de 25 a 70 millones.

Carlos Sandoval Miranda, especialista en valuación rural, agropecuaria y forestal de la Asociación Pro Derechos de la Propiedad Rural (Anahuatlal), sostuvo que en México se apuesta al desarrollo económico sin importar los impactos futuros del daño climático.

En entrevista, agregó que ésto es debido a que en nuestro país los gobiernos estatales y locales apuestan al desarrollo económico de corto plazo sin considerar los impactos futuros del cambio climático. “Una prueba de ello, fue el impacto de heladas, inundaciones y sequías en 19 estados del país y la pérdida de producción de granos y hortalizas el año pasado”, apuntó.

Sandoval Miranda explicó que un dato revelador de la destrucción de los ecosistemas en nuestro país es que hasta hace poco las autoridades reportaron la existencia de 25 millones de mexicanos en condiciones de vulnerabilidad frente al cambio climático y actualmente esta cifra se ubica en los 70 millones de habitantes.

Expuso que a través de la Asociación Pro Derechos de la Propiedad Rural (Anahuatlali), al hacer un balance del cambio climático, los impactos en el sector rural, sus efectos; así como las estrategias de mitigación, advirtió que la destrucción ambiental incide directamente en la crisis del campo ante la mala planeación y prácticas agropecuarias deficientes.

Por lo anterior, afirmó que la destrucción de los recursos ambientales en México y del cambio climático no pueden seguir relegados por los funcionarios que  toman decisiones, ya que ambos temas deben convertirse en eje transversal para aplicar políticas públicas que frenen los impactos negativos en el agro nacional.

Carlos Sandoval Miranda, quien es miembro fundador del Centro de Estudios de Investigación e Innovación Tecnológica de la Valuación para América Latina, CEIITVAL, expuso cifras de la realidad antes citada y precisó que en materia de bosques, de 2000 a 2007, la superficie bajo manejo forestal sustentable se redujo de 8.6 a 6.1 millones de hectáreas debido a que la política gubernamental ha privilegiado la reforestación sobre el buen manejo.

Asimismo, anotó que la pérdida de bosques y su deterioro contribuyen con 14 por ciento de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero (GEI) y cada año se pierden alrededor de 600 mil hectáreas de bosques y selvas, lo que equivale a perder cada año una superficie equivalente a cuatro veces el Distrito Federal.

Sobre los recursos marinos, detalló que éstos son arrasados por el crecimiento descontrolado del sector pesquero así como por el incremento en la capacidad de captura de las embarcaciones ilegales y no regulados.

El también miembro activo de la Asociación Pro Derechos de la Propiedad Rural (Anahuatlali) destacó que en 1950 había 44 especies de mamíferos marinos en México “hoy todas están en alguna categoría de riesgo y dos se consideran extintas”.

Lo anterior, agregó, nos ubica en el primer lugar del mundo por especies en peligro de extinción y el primero en América Latina por especies amenazadas, con 510 especies en total; 63 por ciento está en peligro de extinción y 37 por ciento son vulnerables.

Aunado a este panorama desalentador no se debe olvidar que un 45.74 por ciento de los mexicanos vive en estados costeros, lo que genera una considerable presión en el manejo diario de los recursos que se extraen de océanos y costas.

Este tipo de actividades, detalló, por sí mismas no propician el deterioro ambiental, lo malo es que se llevan a cabo sin medidas de mitigación de impactos ambientales o sin visión de largo plazo.

Lo anterior, concluyó, puede llevar a un colapso de las actividades productivas en el medio rural afectando también la calidad de vida de los campesinos.