Desde hace varias décadas, los recursos para hacer investigación agrícola en México se han reducido drásticamente y varias de las instituciones que la llevaban a cabo han sido desmanteladas, tal como sucedió con las extintas Productora Nacional de Semillas (Pronase) y la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), acusó José Sarukhán, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Es por esto que actualmente no estamos generando realmente ciencia fundamental en muchos de los campos que son esenciales para la producción de alimentos en México, sostuvo durante su participación en la presentación del libro El maíz en peligro ante los transgénicos. Un análisis integral sobre el caso de México, el pasado 25 de febrero en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Esta situación, explicó el ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, no ha sido exclusiva de nuestro país y comenzó luego de que se pensara que el problema de alimentación mundial había quedado resuelto con la revolución verde (como se le conoce al incremento drástico en la producción global de alimentos alrededor de la década de los 70 del siglo pasado por el uso masivo de agroquímicos, de extensos monocultivos y a la selección genética de variedades de plantas de alto rendimiento).
“A partir de esto, países como el nuestro empezaron a depender de quienes hacían investigación agrícola, que eran las compañías privadas internacionales”. Y lo seguirán haciendo, agregó el también ex rector de la UNAM, pues estas compañías controlan alrededor del 70% la producción de granos en el mundo.
Esta situación es grave porque es poco probable que estas compañías sepan lo que es adecuado para cada país y, por lo tanto, lo que México requiere para su territorio altamente complejo ecológica y culturalmente, añadió.
“Yo creo que esto es una pérdida de soberanía enorme y significa rendirse a la rectoría que el Estado debiera tener. Así como hay una rectoría para la salud, la cual depende de que el Estado tome una serie de medidas”.
Para José Sarukhán, la pérdida de la soberanía es el eje central en la controversia que envuelve el tema de los organismos genéticamente modificados en México. “Yo no tengo ningún problema con la biotecnología o con los transgénicos, pueden ser muy útiles, depende de para qué se ocupen; tengo un problema muy grande cuando la información que tiene que ver con cómo la gente puede adquirir semillas para producir los alimentos en este país se vuelve privada”.
Antes, cuando había mayor inversión pública y existían las entidades encargadas de atender estos temas –lamentó-, teníamos la capacidad de definir qué cultivos se necesitaban sembrar, en dónde y de qué manera producir esas semillas; por ello debemos exigir que el país regrese a asumir la obligación de hacer investigación propia en todo sentido, incluida la biotecnología y la producción de transgénicos.
José Sarukhán sostuvo que el tema de los transgénicos es un problema científico, político y económico, pero sobre todo, un problema que nos cuestiona sobre si el país asumirá realmente su responsabilidad de gestoría en la soberanía alimentaria del país.
En la presentación del libro, en la cual también participaron algunos de los autores del mismo, el biólogo señaló que en México otro problema en el tema de los transgénicos es más bien de tipo histórico. En su opinión, el gremio agronómico no ha tomado su responsabilidad social para manifestarse e intervenir en dicha controversia “Quienes salimos a decir estas cosas somos gente que ni somos agrónomos, ni trabajamos en esto, ni somos genetistas; ni trabajamos en cuestiones del maíz o de cualquier otro cultivo”.
El maíz en peligro ante los transgénicos. Un análisis integral sobre el caso de México, coordinado por Elena Álvarez-Buylla y Ama Piñeyro, compendia artículos escritos por científicos provenientes de diversas instituciones que abordan el tema de los transgénicos desde diferentes perspectivas. En su elaboración participaron varias dependencias de la UNAM en colaboración con la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Universidad Veracruzana.