El estancamiento de la economía y las alternativas para enfrentarlo fueron tratados en Los grandes problemas nacionales, diálogos por la regeneración del país.
Para abordar este tema, participaron Etelberto Ortiz, Arturo Huerta, Lucio Oliver, Federico Novelo, Luis Arizmendi y David Barkin, quienes señalaron que las políticas económicas están en función del gran capital, apenas 1% de la población, y que por ello no han traído empleos bien remunerados, nos han hecho vulnerables a los vaivenes de la globalización y no han traído el bienestar prometido.
El economista de la UAM y miembro del SNI Etelberto Ortiz se refirió a las “reformas estructurales”, concepto usado por los 3 recientes gobiernos para justificar la falta de crecimiento, cuando lo cierto es que México ha sufrido reformas de ese tipo desde los años 90 y no han servido.
Una de esas reformas fue la financiera, con la privatización de la banca. Se buscaba aumentar capacidad de ahorro pero lo que sucedió fue que el ahorro externo desplazó el interno y creó un sector financiero grande que no da créditos. El financiamiento pasó de 65% a 18% y no llega a la pequeña y mediana industria. Se destruyó a la banca de desarrollo y esto fue totalmente recesivo.
La recaudación se cayó y lo que se ha hecho ha sido “tragar” la renta petrolera. Las empresas no pagan más allá del 1% de intereses. Tenemos un estado fallido, volcado a reprimir no a generar desarrollo. La política monetaria trabaja en contra del largo plazo.
Una idea de las reformas era reducir la inestabilidad, que se ha acentuado. Desde el 88 llevamos 2 grandes crisis y 2 medianas. En 30 años las reformas cambiaron cosas, pero no en el sentido que se prometió. Con Fox crecimos 2.2% anual y con Calderón menos de 2%. El modelo va al colapso.
La economía mexicana se insertó en la economía mundial y pasó de 5% de exportación a 35% pero al restar las importaciones de la maquila es en realidad de 7%. La mano de obra barata fue la apuesta. Se sacrificaron viejas capacidades y no surgió ninguna nueva.
Uno de los sectores más golpeados es el agropecuario, donde hay una polarización brutal: sectores agroexportadores y merma de la autosuficiencia alimentaria.
El país necesita reformas estructurales, sí, pero no de las que llevan 18 años hablándonos. Tenemos que fortalecer capacidades, no degradarlas. Son necesarias políticas pare crecer con equidad, respeto al ambiente y desarrollo. Sus propuestas son:
- Políticas de integración y desarrollo del aparato productivo, industrial, agropecuario y de servicios. Políticas que los articulen, desarrollen y permitan crecer vinculados al sector externo.
- Fomentar un desarrollo laboral y productivo respetuoso del trabajo. No más “ninis”. El país se viene abajo con un modelo que sólo sirve a 30% de la población y excluye a la mitad.
- Reforma financiera, porque hoy ese sector es parasitario, no da créditos a la producción y vive de las rentas que cobra, no le sirve al desarrollo. Crecer con base en ahorro interno.
- Evitar la petrolización de los ingresos fiscales y que se acaben las fugas de esos ingresos.
- Un programa de energía con fuentes alternativas para los próximos 60 años. Si empezamos ya, quizá tengamos capacidad, todos los países están en esto.
- Salvar al campo o estamos perdidos, 30% de población depende de él y necesitamos una respuesta para este sector que sea sustentable en términos ambientales.
- Terminar con el rescate de empresas que han sido una lacra. En este país es negocio reventar empresas, hay que impedir este abuso.
Arturo Huerta, director del posgrado de Economía de la UNAM y miembro del SNI, señaló que el problema que vivimos es que la mayoría de los partidos de izquierda se vinieron al centro y nadie cuestiona las causas de fondo que han configurado la crisis.
Nuestros problemas son resultado de nuestra inserción en la globalización, en la que pocos ganan y muchos pierden. Y aun así seguimos las mismas políticas.
El sector hegemónico en este proceso es el financiero. El gobierno deja de invertir en Pemex, de ahí la privatización. La disciplina fiscal se da achicando el Estado. Exceptuando al Chapo, 10 de los 11 mexicanos más ricos del mundo, lo son porque se han apoderado de empresas públicas: teléfonos, minería, etc.
Esta política fiscal ha configurado los grandes monopolios y afecta las condiciones de competitividad al trabajar con dólar barato, que perjudica a la industria. Dependemos de entrada de capitales y de venta de petróleo, lo que nos hace muy vulnerables.
Por esto en 2009 caímos más que toda América Latina. El país no nos pertenece: industria, banca, comercio están totalmente extranjerizados. En 1982 había 1,200 empresas públicas y hoy hay menos de 200 y todas tienen capital privado.
Para hablar de alternativas, hay que replantear la política económica predominante y el proceso de globalización, cosa que nadie replantea. El gobierno que no controla la moneda no tiene política económica alguna y ahí están 17 países de Europa como referencia.
Los gobiernos responden al 1% de la población aunque deberían responder a la mayoría de la gente. Y ahí el fracaso es de la izquierda que no ha tenido fuerza para cambiar esto e incluso defiende esas políticas. Por eso llegan las elecciones y los sacan. En México pasa lo mismo. Nadie cuestiona las políticas dominantes porque saben que el gran elector es el sector financiero.
Si queremos generar condiciones endógenas de crecimiento y empleos bien remunerados, hay que decir no a la disciplina fiscal, a los tratados comerciales, al banco central. No más políticas de desarrollo que generan subdesarrollo y aumentan la violencia. Aquí la gente en la calle está delinquiendo. En otros lados la gente está en la calle delinquiendo pero también protestando.
Hay que recuperar las políticas proteccionistas, pues gracias a ellas nos industrializamos. Hoy EUA, Rusia, India, Brasil tienen políticas proteccionistas, mientras México abandera el libre comercio.
Si queremos bajar la tasa de interés, incrementar el crédito y el gasto público para incrementar la demanda y generar condiciones para el crecimiento de inversión y la producción, empecemos por no defender la estabilidad del tipo de cambio.
Un gobierno soberano tiene control de la moneda y trabaja con tipo de cambio flexible. Hay que dejar a un lado los objetivos del sector financiero y poner al centro los objetivos productivos y del empleo. Sólo así hay viabilidad.
¿Tenemos que llegar a una crisis de proporciones para movilizarnos y lograr revertir esto?