La extrema pobreza, la marginación y el aislamiento, que limita el acceso a los alimentos, ha propiciado que uno de cada tres niños tarahumaras viva en inseguridad alimentaria y padezca desnutrición.
Lo anterior forma parte de las conclusiones de la investigación “Inseguridad Alimentaria en la Sierra Tarahumara”, realizada por el doctor Gabriel Justo Saucedo Arteaga investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.
De acuerdo con el especialista, los niños con desnutrición acostumbran a su organismo a almacenar la poca energía que poseen y tras acumularla y crecer tienden a ser más sedentarios, propensos a mayores complicaciones y menos productivos, lo que se traduce en elevados costos por atención médica.
Asimismo, señaló que la situación se agrava debido al déficit de alimentos inocuos y nutritivos, así como a las malas cosechas, el aumento de la demanda, el rápido incremento de los precios y el desplazamiento o migración de la población.
El especialista reconoció que la situación es muy grave, aunque consideró que ésta es aún más inquietante debido a que la producción mexicana de alimentos per cápita ha crecido por lo menos 15 por ciento durante los últimos 20 años.
Debido a esta condición, los tarahumaras continuarán con severos problemas de salud como tuberculosis, aunque también sobrepeso u obesidad y enfermedades cardiovasculares, entre otras afecciones crónicas, estimó el doctor Saucedo Arteaga.
Refirió que al ser cuestionados, pobladores indígenas de la sierra Tarahumara afirmaron pasar días completos sin consumir alimentos. Sin embargo, enfatizó que otra de las cuestiones que más preocupa son las mujeres embarazadas, pues al padecer desnutrición aumenta el riesgo de que manifiesten preclampsia, la cual se caracteriza por presión arterial elevada y exceso de salida de proteínas en cada micción.
El investigador explicó que el objetivo de esta investigación —cuyos resultados se obtuvieron luego de analizar las respuestas de un cuestionario aplicado a 150 adultos y 300 niños de las etnias indígenas tarahumaras, pimas, guarojío y tepehuanes— fue recaudar información a través de la experiencia personal como una herramienta para “percibir” y analizar la situación de hambre en esta región del país.
Los resultados, explicó Saucedo Arteaga, revelaron que esta situación ha sido muy frecuente desde hace décadas, por lo cual los individuos se han adaptado a la carencia física, biológica, cultural y social de alimentos, sin considerar las afectaciones de salud que pueden adquirir porque subestiman las consecuencias y daños.
Cabe destacar que este proyecto fue galardonado con el premio en Investigación Socio-antropológica en Nutrición 2011 por el Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”, la asociación Fomento de Nutrición y Salud y la Fundación Mexicana para la Salud.
Revista digital 2000 Agro (Con información de la Agencia ID)