Con la profunda tristeza que me provoca la situación de mi pueblo y ante la impotencia para intervenir con acciones específicas de autoridad por ser de competencia del Ejecutivo federal, estatal y municipal, hoy expreso mi absoluta solidaridad con las familias de Apatzingán, Aguililla, Parácuaro y Buenavista, en general de todas las de Michoacán, que viven momentos de zozobra y angustia.
Desde siempre he participado en la organización de una fuerza política para mejorar la calidad de vida de mis paisanos y sus comunidades.
Comprometida con formas democráticas, legales y pacíficas considero lamentable lo que acontece en la región donde está mi origen y raíz.
No debe afectarse más a terceros inocentes, a hombres y mujeres que nada tienen que ver en el conflicto armado que sucede y, parece, día a día se profundiza y agrava.
Me duele el deterioro de la región y el profundo sufrimiento de miles de familias que día a día realizan su mejor esfuerzo por construir su mejor forma de vivir.
Siendo nuestra amada tierra caliente la más productiva del estado hoy sufrimos las consecuencias del fracaso del sistema neoliberal y retrógrada, que empobreció el campo y expulsó a miles de jornaleros y productores a otras formas de buscar subsistir. No es la única razón, pero es sin duda una relevante que explica de fondo lo que hoy se padece.
Se ha perdido la confianza en las instituciones y sin embargo guardamos una pequeña luz de esperanza en nuestra razón y corazones; eso únicamente porque lo reclaman nuestros niños a quienes queremos ver crecer libres y revolucionarios, sanos y felices en la tierra de la insurgencia anti colonial.
Como apatzinguence y senadora de la república a los gobiernos les demando cumplan su responsabilidad y obligación institucional preservando, recuperando, la seguridad de la gente, los calentanos merecemos y exigimos vivir con justicia y dignidad.