“Mientras el Ejecutivo Federal asegura una tendencia favorable en el desempeño de la actividad económica en el país con una estimación del crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB) de 2.7 por ciento para este año, las familias mexicanas resienten la caída del poder adquisitivo, que en relación con la inflación, es de 11 por ciento, pero más grave aún, que en relación al precio de los alimentos, alcanza más del 30 por ciento”.
Así lo expuso el senador Fernando Herrera Ávila, al señalar que lo que muestra el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su reporte de la Evolución del Ingreso Laboral y del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza al Segundo Trimestre 2014, (donde se tienen en cuenta como factores el precio de los alimentos, el poder adquisitivo familiar y el comportamiento de los ingresos del trabajo), es que el nivel de ingreso laboral es menor al valor de la canasta básica, cuyo precio supera la inflación.
“El más claro ejemplo del fracaso de las políticas públicas en materia de desarrollo social es que la Cruzada contra el Hambre es la más grande apuesta del gobierno federal, una medida paliativa de cuestionable eficacia que dista de garantizar a generaciones futuras los niveles básicos nutricionales”, aseguró Fernando Herrera.
Añadió que Coneval llevará a cabo en el segundo semestre de este año un estudio en campo para saber si la medida ha cambiado las condiciones de extrema pobreza, cuyos resultados se darán a conocer hasta 2015.
“Estamos hablando de que luego de saber si funciona o no y en qué grado, quedarán tres años para redefinir estrategias para la presente administración. México requiere una visión diferente al asistencialismo, pues se trata de un modelo tan anacrónico como ineficaz que durante décadas no reportó crecimiento y por el contrario, hizo de nuestra nación un país donde la pobreza se multiplicó”.
Advirtió que de no revirar acciones y darles visión de largo plazo, será Ilusoria la erradicación de la pobreza y recordó que el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), es reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas que sufren hambre, la proporción de personas cuyos ingresos son inferiores a un dólar diario, así como conseguir pleno empleo productivo y trabajo digno para todos, incluyendo mujeres y jóvenes, además del rotundo rechazo del trabajo infantil.