Por Héctor Tenorio
Hugo Chávez Frías debería asumir el próximo 10 de enero un nuevo mandato para el período 2013-2019, después de lograr su tercera reelección consecutiva, aunque su estado de salud ha abierto un debate sobre el mecanismo constitucional que se debe aplicar.
El artículo 231 de la Carta Magna venezolana señala que si por cualquier motivo no pudiera tomar posesión ante la Asamblea Nacional (AN) lo podría hacer ante el Tribunal Supremo Nacional (TSJ). La Constitución no especifica lugar o fecha para que Chávez sea investido ante los magistrados.
En este contexto, el pasado 5 de enero se realizó la instalación del primer período de sesiones ordinarias de 2013 y de la nueva directiva del parlamento. Fue elegido Diosdado Cabello como Presidente de la Asamblea Nacional (AN).
De este modo asegura ser pieza fundamental de cara a cualquier movimiento que pueda suceder en el futuro. Aprovecha que tiene el apoyo de un sector de los militares y despeja cualquier duda de su lealtad al mandatario.
De esta manera se adelanta lo que pasará el 10 de enero. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha hecho un llamado a la sociedad para concentrarse en Caracas ese día y así demostrar su solidaridad con el líder de la revolución bolivariana. Por tanto, la juramentación del jefe del Estado sudamericano ocurrirá cuando se pueda y lo hará ante el TSJ, que ya tiene lista una sentencia que determinaría que la fecha de cambio de gobierno es una fecha prolongable. Cuándo y dónde no se sabe.
Esto abre la posibilidad de que Hugo Chávez pueda juramentar desde la Embajada de Venezuela en Cuba y pedir un permiso para ausentarse 90 días prorrogables por otros 90 de ausencia del mandatario, antes de considerar la falta absoluta del Presidente, que obligaría a llamar a unas nuevas elecciones en 30 días. Es un proceso previsto perfectamente por los dispositivos constitucionales.
Dicha interpretación de la Constitución implica que las cosas sigan en el estatus actual: el Presidente es Chávez y el vicepresidente, Nicolás Maduro. De igual manera revela que hay sectores del oficialismo que no quieren a Diosdado Cabello como Jefe del Estado Encargado. Además se concibe que esos movimientos sean el fruto de lo pactado en Cuba.
Los opositores al chavismo están llamando a un paro cívico nacional, consideran que el oficialismo hace una mala interpretación del artículo 231.
Exigen que si el Presidente electo no pueda presentarse, le toca al Presidente de la Asamblea Nacional asumir el poder de forma temporal y convocar a elecciones.
Desde su óptica, el vicepresidente Nicolás Maduro se opone porque no confía que Diosdado Cabello sea el Presidente encargado, demostrando que hay fracturas dentro del oficialismo.
Sin duda la oposición tiene como mejor arma el rumor, apoyados desde el extranjero hicieron lo mismo que en octubre 2012, cuando anunciaban la supuesta muerte del líder revolucionario cubano Fidel Castro. Asegurando que el ex presidente cubano de 86 años tenía muerte cerebral, y se encontraba conectado a un respirador.
El gobierno venezolano ha tratado de contraatacar informando que Hugo Chávez se encuentra en una situación estacionaria en relación con la insuficiencia respiratoria que enfrenta como consecuencia de una infección pulmonar surgida en el curso postoperatorio.
El gobierno pidió al país desoír los mensajes de guerra psicológica que desde el extranjero pretenden desestabilizar a la familia venezolana.
Bajo estos nubarrones resaltan dos cuestiones: la primera, mientras que el Presidente esté enfermo en La Habana, los chavistas tendrán un conflicto de poder en Venezuela y Hugo Chávez no parece estar en condiciones de poder frenar la lucha por el poder al interior de su partido; la segunda es consecuencia de su presencia, porque era quien unía a los chavistas mientras su ausencia podría separarlos. Parecida situación vive la oposición que había logrado la unidad con la única finalidad de vencer al mandatario. Por lo que también corre el riesgo de fragmentarse.
El destino de Venezuela pende de un hilo frágil como es la salud del Presidente, quien lucha contra la muerte.