Sugestivo título
Desde junio del año 2014, el precio de la mezcla mexicana de exportación se ha derrumbado desde arriba de los cien dólares hasta a menos de los cuarenta dólares por barril.
Si los precios bajos del petróleo crudo se mantienen por muchos meses, las consecuencias económicas para el país serán muy negativas, pero además esa situación ya está evidenciando los pretextos, contradicciones y promesas incumplidas de los impulsores de la reforma energética.
Se aseguró que los inversionistas nacionales y extranjeros invertirían en exploración y producción de petróleo sin haber realizado escenarios que consideraran posibles precios futuros del petróleo, ni el impacto de la inseguridad en el país en las inversiones y menos el efecto de la reforma energética al presupuesto federal.
El Gobierno de México prometió que con la reforma se tendría energía barata en abundancia por el mucho petróleo y gas natural que se obtendría de las grandes inversiones. Sin embargo, a pesar de que el precio del petróleo se ha reducido en más del 60% desde hace seis meses, el precio de la gasolina ha subido, a tal grado que se vende a casi el doble que la de Estados Unidos.
De la misma manera que del año 2002 al 2012 el precio del gas natural bajó en más del 50%, la producción de electricidad por gas natural casi se duplicó, pero el precio medio total de la electricidad subió en alrededor del 40%.
A principios de este año se anunció la disminución de tarifas de electricidad en dos por ciento, porque se usará gas natural, pero este energético también se importa en grandes cantidades en dólares y el valor del dólar ha aumentado en más del dos por ciento respecto al peso, por lo que el beneficio neto a la economía del país es muy dudoso.
A estas alturas debería ser obvio que habrá miles de despidos de Pemex y la CFE. No se puede mantener al gran número de empleados del sector petrolero con una producción de alrededor de 2.4 millones de barriles diarios de petróleo muy barato y con un Pemex fracturado que no podrá extraer hidrocarburos en todos los campos en que hubiera podido hacerlo sin la reforma energética ni participará en los muchos negocios del sector que se han privatizado.
La desarticulación de la CFE es aún más grave. La importación de gasolina, la venta de gasolina “pirata” y su desabasto en algunas regiones del país, así como la inminente importación de petróleo ligero, demuestra la vulnerabilidad del nuevo sistema energético nacional que ya está en funcionamiento.
La corrupción y la impunidad que continúan galopantes en el país en todos los niveles de Gobierno también frenarán las inversiones. Las afectaciones al medio ambiente y a la salud de connacionales en el sector minero es solamente una muestra de lo que se espera con las compañías privadas que dominarán el sistema energético nacional.
En el libro “El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”, de próxima aparición, los autores Nicolás Domínguez Vergara y Reynaldo Vela Coreñode se adelantan a describir las consecuencias negativas de la reforma energética que ya se evidencian. En su obra concluyen que los riesgos de la reforma energética son mucho más grandes que los beneficios que se obtendrán de ella.
Los autores exploran el futuro de la producción petrolera de México para los próximos decenios. En uno de sus escenarios la producción petrolera podría aumentar aceleradamente alrededor del año 2030 para desplomarse unos cuantos años después, tal como ocurrió con la producción de Cantarell que disminuyó a una tercera parte en alrededor de 5 años debido a su sobreexplotación. Domínguez y Vela argumentan que con la reforma los ingresos futuros del Gobierno por el petróleo son inseguros. Pero concluyen que el futuro mismo de la reforma energética también es incierto porque dependerá en gran parte de lo que decida el pueblo de México si con la reforma energética se deteriora aún más su ya deplorable calidad de vida.