Señales que llegan de nuestro hermano periódico digital Dossier Político, que se edita en el estado de Sonora, revelan la forma en que el gobernador de la entidad, Guillermo Padrés, del PAN, financia las campañas de los candidatos de su partido al Senado de la República.
Esta es la información textual que escribió el colega José Luis Parra en aquella entidad:
En un conocido restaurante capitalino se reunieron las firmas fuertes del financiamiento orientado a las campañas políticas. Allí, sin consideración, brutalmente, Alejandro López Caballero habría soltado: Pancho Búrquez y Chito Díaz van a perder. Ya no les suelten lana fresca del gobierno a los senadores.
Escuchando atentamente las palabras del ex secretario de Hacienda y hoy candidato a la presidencia municipal de Hermosillo, el financiero de las confianzas, Jesús Villalobos, así como todos los directores administrativos de las dependencias gubernamentales.
En esa reunión supersecreta se ratificó la disposición de aportar a las campañas políticas entre 300 mil y 350 mil pesos por dependencia.
En este importante punto, López Caballero habría hecho la corrección: A los candidatos al Senado ya no les den, a mí denme la lana, yo la repartiré.
Obviamente esa debe ser la instrucción.
A ver cómo cumple sus compromisos Pancho Búrquez, pues contrató a un pequeño ejército de 30 personas para levantar encuestas. A cada uno de ellos le paga 900 pesos por cada 30 personas consultadas.
Este pequeño golpe de timón debe estar relacionado con la baja en las preferencias que registran Pancho y Chito. Los números varían, como es normal, pero todas las cifras marcan ventaja para la fórmula del PRI, incluyendo las que mandó hacer el gobernador Guillermo Padrés.
El mandatario, comandante en jefe de todas las campañas políticas azules en Sonora, las que están en marcha y las por venir, habría solicitado el levantamiento de cinco encuestas. El promedio es de poco más de nueve puntos a favor del PRI. Casi dos dígitos. Y eso ya preocupa.
Dicen que en sus propias encuestas Búrquez pierde por una diferencia de siete puntos.
Más preocupante, pues los sondeos de opinión suelen ajustarse a favor del que paga, aunque la ayudadita sea sutil o demasiada técnica.