Elecciones del 7 de junio en México
Por Miguel Valencia
El abstencionismo es nuevamente el gran ganador de estas elecciones nacionales: el 53 % de los votantes en el padrón electoral no votaron; es decir: más de 43 millones de votantes.
Una leve disminución sobre 2009, cuando fue del 56%. Las rebeliones de las grandes ciudades contra los grandes partidos-PRI-PAN-PRD- elevaron la votación nacional del 7 de junio.
Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México votaron en estas elecciones por nuevas opciones electorales que ayudaron a levantar la votación en estas entidades.
Sin embargo, en la ciudad de México el abstencionismo fue bastante más alto que el promedio nacional: 58.5%. Varios estados tuvieron también muy alto nivel de abstencionismo: Baja California con 74% Chihuahua, con 68% y otros estados con más del 60%, como Quintana Roo, Sinaloa, Tlaxcala.
El voto nulo significa el 4.9% de la votación, equivalente a un millón761mil votos. Igualmente más bajo que en 2009, por razones similares a las que afectaron al abstencionismo.
Sin embargo, en la ciudad de México se dio la más alta cifra de voto nulo: 7.33%, especialmente en demarcaciones con población muy bien informada, como la de Benito Juárez, Coyoacán y Tlalpan, donde se registran cifras arriba del 9%.
Sumados el voto nulo y la abstención constituyen el 58% de los votantes del país; es decir: más de 46 millones de votantes que ignoraron a todos los candidatos registrados en el país.
En promedio, los candidatos ganadores no tienen votos a su favor más allá del 8% del padrón electoral de su circunscripción, pues carecen de legitimidad para gobernar o legislar. Es muy alta la probabilidad de que fracasen como gobernantes o legisladores.
Más de 600 casillas no se pudieron instalar, la mayoría en Oaxaca, Chiapas, Guerrero y algunas en Michoacán, lo que representa un hecho que no se observaba desde 1991.
Los resultados de estas elecciones confirman la muy escasa representación que tienen la gran mayoría de los candidatos ganadores, producto inevitable de la antidemocrática legislación electoral en la que se apoya, del intenso partidismo y costo excesivo de las instituciones electorales, del gasto excesivo en publicidad, de la intervención abusiva de las televisoras, del costo excesivo de las elecciones, de la descarada violación de la ley electoral por el PVEM y la complicidad de las instituciones electorales con este partido.
Por el bien de México, estas elecciones del 7 de junio deberían ser anuladas en su totalidad, en lo que concierne a legisladores y, en su mayor parte, en lo que toca a gobernadores, presidentes municipales y jefes delegacionales, pues la gran mayoría de los ganadores representan un gran peligro para el país, estado, municipio o demarcación.
Existe una muy alta probabilidad de que resulten pésimos legisladores o gobernantes. Una legislación democrática exigiría la anulación de las elecciones de las circunscripciones donde no hay una participación ciudadana superior al 60%.
Además, exigiría la anulación de las elecciones en las que el candidato ganador no consigue al menos el apoyo de la tercera parte de los votantes en el padrón electoral de la circunscripción que lo elige.
También exigiría la anulación de las elecciones en las que se utilizara más allá del 20% del costo que tuvieron las campañas de los partidos y las instituciones encargadas de organizar las elecciones.
Estas elecciones colocan al país frente a nuevos gobiernos y legislaturas de muy mala calidad, por su muy pobre representatividad, incapaces de hacer frente a los grandes problemas nacionales: representan un triunfo de las mafias políticas dominantes.
El voto nulo se sostiene fuerte en México como forma de protesta política de votantes muy bien informados, a pesar de la muy perversa- antidemocrática- legislación electoral que anula el mensaje contenido en este tipo de votación; a pesar de las mentiras, argumentos especiosos y engañosas explicaciones que difunden los medios, los partidos y los académicos partidistas, en torno a este tipo de votaciones; a pesar de que su difusión no tiene unidad conceptual o ideológica.
El abstencionismo conserva en México muy altos niveles, tanto en las elecciones intermedias como en las presidenciales, a pesar de las costosas campañas de promoción del voto que organizan las instituciones electorales y los partidos; a pesar de las mentiras que propalan los medios y los partidos sobre el origen y efectos malignos de este rechazo masivo de los votantes potenciales a las elecciones que nos imponen los corruptos partidos; a pesar del silencio de la casi totalidad de los abstencionistas; a pesar del bombardeo de insultos, injurias, denostaciones que reciben los abstencionistas activos de militantes de los partidos.
La abstención se sostiene como la más importante manifestación del rechazo popular a la falsa democracia que nos impone el muy corrupto e irreformable sistema político mexicano. La abstención de varias decenas de millones de personas el 7 de junio es el más importante mensaje popular de estas elecciones.
El voto nulo de cerca de dos millones de personas muy bien informadas es el mensaje más importante del 7 de junio que la elección de los nuevos diputados y gobernantes.
Las elecciones del 7 de junio hacen justamente el cambio que quiere la sociedad de crecimiento económico: un cambio que sirve para que todo siga igual. Gatopardismo para que siga dominando en México la rapacidad financiera, el saqueo de las transnacionales, el narcoestado, el control militar del país por el país vecino, el despojo de tierras y acuíferos, el trabajo esclavo, la violación sistemática de la ley, la manipulación mediática, la represión de la disidencia, la corrupción, la impunidad, el tráfico de armas, personas, especies en peligro de extinción.
Ningún problema importante de México será resuelto por medio de estas tramposas elecciones, de esta falsa democracia. Ni la miseria, la desigualdad, la devastación de los regalos de la Naturaleza, la destrucción de las culturas, la inseguridad, la educación, el desempleo y otros grandes problemas tendrán solución.
Votar en las elecciones organizadas por aquellos que han creado los problemas que hoy padecemos- los políticos partidistas-implica validar sus valores, su filosofía, su constitución, sus leyes, sus gobiernos, sus políticas; implica hacer lo mismo que se ha hecho en las últimas décadas y esperar resultados diferentes a los que hemos tenido hasta la fecha.