El 29 de septiembre de este año la Secretaría de Salud y la Organización Panamericana de la Salud anunciaron la certificación oficial de la erradicación de la oncocercosis en Oaxaca, en el norte de Chiapas (conocido como foco Chamula), y en el sur de Chiapas (foco Soconusco), lo que se logró tras una estrategia en la cual el descubrimiento y el desarrollo farmacéutico de la ivermectina, un derivado de la avermectina descubierta por el irlandés William Campbell y el japonés Satoshi Omura, galardonados con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2015, fue un elemento clave para la erradicación de la oncocercosis.
Cuando una mosca hembra del género Simulium, con el fin de alimentarse muerde a un humano infectado con el parásito Onchocerca volvulus, la mosca queda infectada y las larvas maduran dentro de ella; la mosca al morder a otro humano deposita pequeñas larvas (microfilarias) que viven bajo la piel; en el caso de los gusanos adultos, que continúan su ciclo de transmisión en el organismo, forman nódulos conocidos como oncocercomas.
Los principales síntomas de la infección con O. volvulus son lesiones en la piel y daño ocular que puede provocar ceguera. La oncocercosis, conocida como ceguera de los ríos o mal morado, se produce principalmente en zonas tropicales y más del 99% de las personas infectadas viven en 31 países del África subsahariana. “Y, en vista de que no existe una vacuna para prevenir la infección por O. volvulus, el tratamiento con ivermectina y la vigilancia epidemiológica son la clave para controlar y erradicar esta enfermedad en las zonas de mayor concentración de casos”, explicó la doctora Teresa Uribarren Berrueta, investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Adiós a la oncocercosis
Las acciones para controlar y erradicar la oncocercosis en México iniciaron en 1991 con el tratamiento con ivermectina que se les daba a las personas con manifestaciones clínicas. En 1993 se estableció formalmente el Programa para la Eliminación de la Oncocercosis en las Américas (OEPA, sus siglas en inglés), que tiene como principal objetivo eliminar la oncocercosis como una amenaza de salud pública, esto a través de la distribución de ivermectina en las comunidades en donde la enfermedad es endémica.
Unos años más tarde, en 1997, en nuestro país recibían dos veces al año este medicamento las personas de las comunidades en donde la enfermedad es endémica; es decir, en las zonas afectadas durante un largo periodo de tiempo, que en el caso de México son el sur y el norte de Chiapas, así como Oaxaca.
Con las dosis de ivermectina se eliminan las microfilarias en piel y en ojos, y aunque el medicamento no afecta a los adultos del parásito, al detener el desarrollo embrionario de las microfilarias, los vectores, en este caso las moscas negras, no pueden infectarse al morder a las personas enfermas. “Por ello, uno de los criterios para tratar de detener el ciclo de transmisión del parásito fue administrar el medicamento dos veces al año y a por lo menos el 85% de la población infectada o expuesta a O. volvulus”.
En México se distribuyeron tratamientos cuatro veces al año, de 2003 a 2011, en el foco del sur de Chiapas, que era reportado como el de mayor número de casos. A la par, se llevaron a cabo evaluaciones parasitológicas, serológicas y oftalmológicas, que demostraron la interrupción de la transmisión del parásito. Además, se realizaron estudios entomológicos, tanto en las comunidades representativas de la enfermedad o centinelas, como en las que no lo son; se recolectaron más de cien mil moscas negras Simulium ochraceum, que es principal vector en nuestro país, en los que no se encontró ADN del parásito O. volvulus, lo que sugirió que la oncocercosis ya no representa un problema de salud en las comunidades endémicas de México, explicó Uribarren Berrueta, del Departamento de Microbiología y Parasitología.
En el año 2012, la OEPA decidió, basándose en los datos obtenidos por México, que la transmisión estaba interrumpida, es decir, ya no se detectaron moscas infectadas, por lo que se suspendió el tratamiento, aunque se implementó la etapa de vigilancia epidemiológica; lo que llevó a la reciente verificación de México como un país libre de oncocercosis, esto para las tres zonas endémicas.
Sin embargo, de acuerdo con en el Boletín Epidemiológico de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaria de Salud, desde el 2013 en el país se han detectado casos de la enfermedad en zonas no endémicas, por ejemplo, en ese año se reportaron 66 casos en Coahuila, 14 en Chiapas y dos en Veracruz; y para el 2014 se tienen registrados 128 en Coahuila, 24 en Tamaulipas, 80 en el Estado de México y uno en Zacatecas. “Por lo que se debe continuar con la vigilancia epidemiológica en los estados en los que ya se ha controlado la enfermedad y en los que se han detectado nuevos casos”.
La ivermectina y el Nobel
En la década de 1970, William Campbell de la Universidad Drew, en Estados Unidos, y el profesor emérito de la Universidad de Kitasato, en Japón, Satoshi Omura, descubrieron una clase de compuestos llamados avermectinas que pueden aniquilar parásitos que causan infecciones como la oncocercosis o la filariasis linfática. El más potente de esos compuestos fue lanzado al mercado en 1981 como el medicamento ivermectina, un derivado de la avermectina; esto les valió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina de este año, el cual comparten con china Tu Youyou, quien descubrió hace más de tres décadas un compuesto clave para tratar la malaria.