En su origen, el término de “superfrutas” no tiene que ver con la ciencia, sino con la mercadotecnia. Tiene cinco o seis años en la industria, no hay textos de nutrición o química de alimentos que lo refieran, y es una manera de promover estos productos o sus derivados, como los jugos. Además, los consumidores deben considerar que su ingesta excesiva puede ser contraproducente, advirtió Agustín López Munguía, del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM.
El secretario Académico de esa entidad, con sede en Cuernavaca, Morelos, señaló que el consumo de antioxidantes de frutas y verduras es apropiado para la salud en porciones recomendadas para una dieta balanceada, pero en demasía puede ser perjudicial.
Las células requieren de un balance de oxido-reducción adecuado del que dependen muchas de sus funciones; de otro modo, se podrían afectar funciones regulatorias o neutralizar mecanismos de defensa que dependen de oxidantes naturales, entre otros.
Otro problema, prosiguió, es la inclusión de variedades exóticas. Por ejemplo “el kiwi, originario del sur de China e introducido a Nueva Zelanda a principios del siglo pasado; ya se comercializa en todo el mundo, y aunque tiene múltiples propiedades benéficas para la salud (nutracéuticas), hoy se conoce que es una de las que genera mayor reacción alergénica en poblaciones que no están acostumbradas a consumirla”.
Es importante mantenerse bien informado sobre aspectos derivados del consumo elevado de antioxidantes, o de las consecuencias que pueden tener nuevos productos en nuestro sistema nutricional, aunque sean “naturales”, de la misma manera que las instancias de salud tienen que regular la seguridad de aditivos que se emplean en la industria alimentaria, recomendó.
Otro aspecto es el contenido de azúcar de algunas como las uvas, ricas en fitoquímicos benéficos para la salud, pero que en abundancia pueden representar una importante cantidad de calorías, contraproducente para personas con sobrepeso o para quienes desean encontrar sustitutos a los refrescos.
Alimentos nutracéuticos
El universitario explicó que las frutas y las verduras tienen compuestos nutracéuticos, es decir, sustancias con efectos preventivos o curativos contra toda una gama de enfermedades.
Algunas se agrupan en el término genérico de antioxidantes (cuyo consumo se asocia a niveles bajos de colesterol en la sangre), pero sus propiedades son mucho más amplias, pues actúan también como agentes anti inflamatorios o inhibidores del desarrollo de células cancerosas, entre otras funciones; si tienen un alto contenido de estas cualidades, se les califica como “súper”.
Es el caso de las moras (mora azul, arándano, frambuesa, zarzamora), el noni, rambután, açai, mangostan, granada, y kiwi dorado, entre otras. Se ha demostrado que los arándanos, por ejemplo, tienen injerencia en la eliminación de infecciones del tracto urinario, difíciles de combatir.
Sin embargo, aclaró López Munguía, muchos de los modelos experimentales a partir de los que se concluyen las propiedades de esos compuestos, se hacen en el laboratorio con concentraciones altas, muy por arriba de las encontradas en una fruta.
“Para igualar un experimento hecho con animales propensos a diabetes o enfermedades neurodegenerativas, se requeriría de una enorme ingesta de la fruta o del compuesto nutracéutico. Entonces, las virtudes son manipuladas para vender”.
En un artículo de la revista Nature, en 2006, se publicó que el consumo de resveratrol, antioxidante presente en la semilla de uva, mejora la calidad de vida de ratas sometidas a una dieta alta en calorías, como ocurre en el primer mundo; sin embargo, las dosis para humanos equivaldrían a beber decenas de botellas de vino al día. “La resolución de los problemas de salud definitivamente no está garantizada” y es multifactorial, consideró.
Además, añadió, hay productos que tienen efectos importantes en la salud y no necesariamente concentran una alta actividad antioxidante. “Los mangos tienen compuestos nutracéuticos que, de manera específica, se ha demostrado que tienen una actividad anticancerígena, pero no son superfrutas. Los plátanos, en tanto, incluyen almidón y azúcares, que dan un aporte energético a la dieta, ideales a la mitad de una carrera de distancia”.
También, se debe tomar en cuenta que las llamadas superfrutas tienen poca disponibilidad porque en muchos casos son importadas. Se trata de productos perecederos, con un tiempo de vida de anaquel muy corto. Por ello, la manera de comercializarlas es a través del procesamiento: jugos, mermeladas o concentrados.
Si bien es cierto que su contenido de compuestos nutracéuticos es muy alto, no son accesibles y su costo está muy por encima del de otras, igualmente ricas en fitoquímicos, y que sí se encuentran en el mercado mexicano.
Ejemplo de ello son las manzanas, que no tienen la “mística” que rodea a los arándanos o a las moras azules, pero son ricas en antioxidantes si se consumen con cáscara; tienen diferentes variedades a lo largo del año, a precios accesibles para la población en general.
Ante el panorama, la primera recomendación es que la gente se informe y esté al tanto de los productos que son importantes para su dieta, “porque hay muchas formas con las que la mercadotecnia puede llevarnos al consumo excesivo y al desbalance. Tampoco se debe olvidar que en la medida que se combinen frutas y verduras se tiene una mejor salud”, concluyó López Munguía.